Desde adentro: Entrevista a Teresa Bernardi representando a la Universidad Nacional del Comahue, Sergio Magallanes representando a la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires y Fernanda Rivarola representando a Universidad Juan Agustín Maza
¿Cómo es el perfil de cada una de las carreras?
Teresa (Comahue): Nuestra carrera tiene alrededor de 350 estudiantes activos. Ofrecemos una Licenciatura en Comunicación con 3 orientaciones: Periodismo, Gestión y producción y Locución. Tiene un tronco común con el Profesorado en Comunicación Social, a partir del segundo año se divide por orientaciones. Nuestro estudiante es el estudiante de la región. En su mayoría, la primera generación que accede a la universidad. Por eso es muy importante contener a estos estudiantes que generalmente inician su vida laboral paralelamente al ingreso universitario. Al ser una carrera chica, la comunicación con los estudiantes es bastante fluida y casi personalizada. Tuvimos que adaptarnos rápidamente a la virtualidad sin herramientas ni apoyo institucional: en las carreras humanísticas o sociales los presupuestos siempre son más escasos que los de otras áreas. El desafío en este momento es contener a nuestros estudiantes y a nuestros docentes que están haciendo un gran esfuerzo para mantenerse dando clases y continuando en el ritmo habitual.
Sergio (UNICEN): Nuestro nuevo plan no contempla orientaciones. Sí tenemos un profesorado de Comunicación Social que lo pueden hacer tanto los estudiantes de Antropología como los de la Licenciatura en Comunicación Social, pero no está a cargo de nuestro departamento. En la carrera de Comunicación Social tenemos un poco más de 100 estudiantes. Siempre les digo que en las universidades grandes ven a los docentes muy lejos. Nosotros estamos muy cerquita, pueden compartir nuestros espacios de investigación y producción. La carrera tiene lugares de producción de medios: la productora FACSO Producciones, la Radio Universidad FM 90.1 con sede en la Facultad de Comunicación y la agencia de noticias Comunica. Encontrarnos en el pasillo para mí es una ventaja. Me parece que la Facultad tiene que ser un lugar para quedarse, donde tienen que disfrutar el proceso de estudiar y nada mejor que hacerlo conjuntamente con sus compañeros, pero también con sus docentes.
Fernanda (UMaza): Nuestra carrera tiene 4 años. Comienza con la posibilidad de elegir dos tecnicaturas de tres años, la Tecnicatura Universitaria en Periodismo y la Tecnicatura Universitaria en Locución. El estudiante obtiene un título intermedio al tercer año y luego realiza el cuarto año de Licenciatura, egresando con el título de Licenciado en Comunicación Social. En los primeros tres años, el perfil del alumno está orientado hacia los medios, con materias prácticas de radio, televisión y redacción para medios. Disponemos de un Media Lab, un espacio dedicado a las cátedras de prácticas integrales que cuenta con un estudio de radio, un estudio de televisión y un sector de edición digital. Las producciones son solamente para la práctica y el desarrollo de las cátedras. Así como tenemos muchas cátedras prácticas, el perfil del docente es un perfil profesional. Al frente de esas cátedras están periodistas y locutores que se desempeñan en medios y son docentes. Tenemos la suerte de contar en el cuerpo docente con periodistas de mucha trayectoria como titulares de cátedra. En el cuarto año, el perfil está orientado a la comunicación institucional y corporativa, así como a la investigación. Son las dos orientaciones que se logran con la licenciatura. Los planes de estudio son del 2003, pero se han ido aggiornando dentro de lo que permite el Ministerio respetando los contenidos mínimos a través de la incorporación de tecnologías.
Teresa: Nuestro plan de estudios también es de 2003. Una de las propuestas que teníamos cuando empezamos a trabajar en el Departamento con el director Julio Monasterio era promover la difusión del cambio de plan. A partir de la pandemia esto quedó suspendido, pero Comahue tiene la intención de discutir el plan, ya que todos los planes están quedando retrasados respecto de las nuevas modalidades y vaya a saber qué pasa en la post-pandemia, cuáles van a ser los perfiles de los comunicadores.
Sergio: Con respecto al plan de estudios, nosotros también tuvimos interminables discusiones. Creemos que merece discusiones no tan tardías, que se hagan sobre la marcha. Las nuevas formas de comunicación, información, producción, difusión y consumo son tan dinámicas que nos parece injusto para los estudiantes que no podamos hacer ajustes.
Teresa: En nuestro caso, más allá de que el plan de estudios esté desactualizado, las cátedras – sobre todo aquellas vinculadas a lo tecnológico – están a cargo de docentes formados e involucrados en proyectos de investigación que han fortalecido muchísimo la calidad de las prácticas docentes y de las habilidades que se le presentan a los estudiantes. No solamente en el manejo instrumental sino en pensar la nueva dinámica de los medios vinculada a la investigación y esta, ligada al territorio. ¿Qué pasa en nuestra región? ¿Cómo son los medios acá? En cuestiones tecnológicas o de manejo de medios y herramientas, los estudiantes salen con una formación bastante sólida. Al ser pocos, se permite que apliquen esos conocimientos de inmediato. Muchos de nuestros estudiantes antes de egresar están trabajando en medios o gestionando los propios.
¿En qué líneas de investigación se está trabajando actualmente?
Teresa: Tenemos varios proyectos de investigación activos: uno sobre Periodismo digital, con un equipo que viene trabajando hace muchos años. “Periodismo en Internet: rutinas productivas, nuevas narrativas e interactividad” lo dirigimos con el Dr. Alejandro Rost. Nuestros proyectos siempre se vinculan con lo que está pasando en la región. Otro de los trabajos relacionado con el área teórica y el estudio de la cultura se llama “Hegemonía y prácticas culturales: tensiones y antagonismos en el territorio de la Patagonia Norte” y lo dirigimos Marcelo Loaiza, Julio Monasterio y yo. Se analizan las prácticas culturales, las cuestiones hegemónicas y contrahegemónicas en el territorio. Uno que está más vinculado con el arte, la creatividad y la ecología de medios se denomina “Reconfiguración de los mundos posibles” con el Dr. Ricardo Haye como director y Stella Maris Poggian como codirectora. Además, tenemos el Laboratorio Transmedia de la Patagonia, un espacio en el que se publican los trabajos de investigación que hacemos desde el área de periodismo y muchas veces los trabajos de cátedra también se publican allí. El Observatorio de Comunicación y Temáticas Sociales, integrado por estudiantes y docentes de la carrera, hace dos años que está en actividad más sistemática. Este año participó en la convocatoria “Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19” y ganó un proyecto de Pablo Schleifer “Comunicación estratégica para la salud y el cuidado comunitario en localidades con alta tasa de contagio Covid-19”. El proyecto es muy interesante porque busca implementar herramientas de comunicación estratégica para localidades pequeñas con problemas de alta tasa de contagio y circulación de virus en la región.
Sergio: En nuestro caso tenemos un núcleo de investigación de Estudios de Comunicación y Cultura en Olavarría (ECCO) con diferentes áreas temáticas de investigación. Por un lado, las prácticas discursivas, relacionadas con la producción de subjetividades, el uso, el consumo y la apropiación de la tecnologías; por otro, las prácticas culturales, donde se abordan las manifestaciones simbólicas. Este núcleo está dirigido por la Dra. Mónica Cohendoz. Después hay diferentes líneas de investigación: algunas ligadas a la tecnología, como Mediaciones Tecnológicas y Comunicación Digital (MT&CD), una línea que dirijo y está muy relacionada con las nuevas tecnologías. La carrera también dispone de observatorios como el Observatorio de la Niñez y Juventud, el Observatorio de Redes Sociales, que se especializa en las prácticas de grooming y ciberbullying en la ciudad. Estamos abordando varios planos de trabajo dentro del núcleo de investigación.
Fernanda: Nuestro Observatorio de Medios se creó en 2017. Pasó por diferentes etapas: en un comienzo lo dirigió el Dr. Esteban Zunino y al principio formaba parte de la facultad. Por una política de la universidad, todos los observatorios pasaron a formar parte del Vicerrectorado de Investigación, Extensión y Vinculación Universitaria, por lo que hay una interdependencia entre la Dirección de Ciencia y Técnica y la Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación. Los integrantes del observatorio son docentes e investigadores de la facultad, pero hay una independencia institucional también. Manejan presupuestos de la universidad y no de la facultad. En el observatorio hay una línea de investigación que tiene que ver con los modelos de producción de los medios online. Además se está trabajando sobre investigación en relaciones internacionales. Dentro de la facultad planteamos líneas prioritarias de investigación para las tesinas. En Comunicación son dos: “La comunicación social y su tratamiento en relación con las problemáticas de salud, de calidad de vida y medio ambiente”, y “La intervención de la comunicación institucional, la imagen y la reputación n de las organizaciones en los procesos de la salud pública, calidad de vida y medio ambiente”. Esas líneas se renuevan cada dos años, pero se plantean para que, al momento de la elección del trabajo de tesina los estudiantes prioricen estas temáticas frente a otras. No significa que no puedan elegir otras. La selección surge de un análisis que hace el Consejo Académico desde el contexto local y universitario. Nuestra universidad tiene siete facultades, entre ellas la de Veterinaria y Ciencias Ambientales, la de Farmacia, Bioquímica, Kinesiología y Nutrición. Se trata de articular el trabajo de distintas áreas, como salud y ciencias sociales. Hay equipos de investigación interdisciplinarios integrados por estudiantes, profesionales y docentes de diferentes áreas. También aparecen intereses comunes entre estudiantes y, si la temática está resultando atractiva, se determina como línea prioritaria.
¿Cómo se está adaptando la carrera a este nuevo contexto virtual?
Teresa: Nosotros por un lado, está el contexto dramático de contagios acá en general roca y después todo lo que pasa en la facultad donde no hay actividad y es todo online. Como nuestra carrera es presencial, el paso de un modelo a otro fue brutal. Cada docente y estudiante quedó “a la buena de Dios”, con una plataforma Moodle bastante antigua, que si bien era utilizada por muchas cátedras no de manera masiva por lo que los primeros meses desbordó. Por supuesto que hubo gente que se puso a trabajar muy seriamente para adecuar esa herramienta y poder formar a los docentes, pero bueno todo llega un poco tarde y fue un trabajo y una tarea muy difícil. Nuestros estudiantes están repartidos en el territorio de Rio Negro y Neuquén y en lugares muy pequeños donde a veces la conectividad es muy mala, entonces es cierto que tuvimos muchas bajas, no las tenemos contabilizadas pero creemos que alrededor de un 20% de estudiantes están cursando pero como pueden, con algunas materias mas, otras menos. Lo que hicimos y lo que podemos hacer desde nuestro lugar de docentes y desde el departamento es reunirnos y empezar a proyectar algunas prácticas que nos resultan efectivas. Cada tanto hacemos una reunión entre docentes o entre los responsables de cada área para ver cómo y de qué manera ellos implementaron este modo de dar las clases y de presentar los trabajos prácticos y vamos probando así ensayo y error hasta que resultó y vamos copiando el modelo. Siempre teniendo en cuenta que es una carrera que no tiene presupuesto, entonces es muy difícil para nosotros tener acceso a las herramientas que nos permitan diseñar o planificar a largo plazo alguna estrategia virtual. Incluso la toma de exámenes ha sido dificultosa, muchos estudiantes ni siquiera se presentan porque justamente no pueden, no tienen acceso. Todo eso se está tratando de resolver en el camino, a medida que se presenta la dificultad vamos adecuando la toma de examen sin que, de alguna manera, entre en conflicto con las normativas que la facultad misma ha propuesto para la toma de examen. En este momento el trabajo es contener al docente y al estudiante en el trabajo virtual, teniendo en cuenta que no tenemos todas las herramientas ni todas las posibilidades. A todas estas problemáticas de conectividad se le suma también la angustia tremenda que tienen nuestros estudiantes, estamos dando clases en una situación donde muchos no tienen ganas de cursar, no tienen ganas de hablar, no tienen ganas de hacer los trabajos prácticos y que los docentes muchas veces también están en la misma situación porque están cuidando a algún adulto mayor o porque tienen niños en las casa y no están dadas las condiciones para llevar adelante la clase. Esa parte psicológica uno no la tiene en cuenta y es importante mencionarlo.
Sergio: En principio me parece que estamos en un proceso de adaptación y la adaptación necesita tiempo, esto no nos dio tiempo de adaptarnos lo suficientemente rápido, creo que todavía nos falta tiempo para ir solucionando algunos problemas. En nuestro caso la virtualidad es algo bastante solucionado porque tenemos un área de educación a distancia, entonces esa área ha generado un espacio donde los docentes pueden consultar, por ejemplo, cómo armar una clase virtual para quien nunca la armó, qué estructura tiene que tener el video, cuantos minutos tiene que durar el video de presentación, cuando vos entras al aula virtual para armar tu cátedra ya tenés organizado las unidades o por lo menos los nombres, que para el que no tiene la menor idea cómo armar un aula virtual en Moodle es muy importante y además tenés el soporte técnico. Yo creo que hay que buscar alternativas, muchos de nosotros hemos optado por ejemplo, la duración de las clases adaptarlas al contexto de la virtualidad. Si tenías que dar tres horas de clase no podés estar esas tres horas en Zoom, primero porque implica un costo que esa plataforma tiene 45 minutos que se corta pero más allá de esos impedimentos tecnológicos tiene que ver con el contexto de la virtualidad. Uno tiene que, como decía la colega, contemplar ciertas cuestiones vinculadas a los estados de ánimo, al tiempo que uno puede exponerse a la virtualidad, pero por ejemplo hemos implementado invitados de otras universidades a las clases, como por ejemplo Esteban, que por ahí muchos de los chicos leyeron algo peor no lo conocen. Traerlo a la clase a través de la virtualidad, que él pueda conectarse con los estudiantes, generar un intercambio con los estudiantes que eso hace que sea más dinámico y que sea un poco más atractivo, porque los estudiantes ya nos conocen las caras a nosotros, pero conocer la cara de quién está detrás del artículo que leyeron o el libro que leyó y que es una persona a la cual yo le puedo preguntar y la otra persona puede sonreír, también hablamos con los académicos para que sea una comunicación fluida. Creo que estamos adaptándonos en forma constante. El primer cuatrimestre nada tiene que ver con este segundo cuatrimestre donde uno ya tiene un hándicap más importante, donde ya experimentó con algunas alternativas, donde uno ya sabe que la duración de las cátedras ni siquiera se contempla si es 1 hora, 45 o 2 horas, es hasta donde dure y hasta donde uno ve si los estudiantes responden o no. El caso de los exámenes finales, donde uno tiene que negociar, justamente, con el reglamento de enseñanza y promoción, donde además tiene que habilitar espacios para los estudiantes que estaban esperando para dar su último final, entonces hacer toda una gestión a la facultad y la facultad a la universidad, al rectorado donde se trabajan estos casos particulares, donde se arman equipos evaluadores donde interviene. Los exámenes finales son aquellos que se solicitan porque el estudiante termina la carrera o una defensa de una tesis, nosotros no tenemos tesis pero si tenemos trabajo final de integración y defensa, entonces en esos casos el equipo de evaluación ya no es solamente un docente sino que tenes el técnico, tenes a alguien del departamento de alumnos, los jurados y además tenes que garantizar que el estudiante tenga las condiciones necesarias para que se lleve a cabo la evaluación, osea la conectividad. En muchos de los casos, la universidad justamente con la facultad le ha facilitado a los estudiantes una computadora, para que tenga mejor conectividad. Es un trabajo bastante arduo donde uno tiene que estar mirando un montón de variables, esta situación realmente nos desbordó. Nosotros sí hicimos un trabajo muy exhaustivo de cuantos estudiantes abandonaron y preguntar cuales habían sido las causas, tenemos un 85% de permanencia, esto no garantiza que en el segundo cuatrimestre tengamos la misma cantidad de permanencia, tal vez, más o mucho menos, porque la situación también se va agravando con el tiempo, la necesidades sociales, económicas, familiares son otras en este segundo cuatrimestre. Nuestra ciudad es una ciudad complicada con respecto al COVID, hablamos de los estudiantes y las situaciones de los estudiantes que están en otras ciudades pero muchos de los docentes, si no todos, pertenecen a nuestra ciudad y nuestra ciudad hoy por hoy tiene 55 casos de COVID, una ciudad de 120.000 habitantes. Estamos complicados, los docentes también están complicados por lo cual se dificulta bastante.
Fernanda: Nosotros en 20 día estuvimos que reconvertir toda la carrera de presencial a online a 20 días de empezar la clases tuvimos que decirles a los docentes que todo iba a ser virtual, a los docentes y a los alumnos. Esto fue una disposición del rectorado, que las clases iban a comenzar, nosotros empezamos a tiempo. Fue bastante traumático en ese momento porque la verdad que nos encontramos con muchos docente como negados a tener que asumir esto, a transformar sus clases a virtuales. En ese momento el panorama era bastante incierto respecto hasta cuando íbamos a prolongar, se hablaba de cuarentena y uno suponía que una cuarentena eran 40 días pero nunca imaginamos un semestre. Cuando empezamos, primer teníamos este área de educación a distancia que ya estaba funcionando, la cual desde el soporte técnico nos facilitó trabajar directamente con la plataforma Moodle, entonces se normalizo que todas las cátedras se iban a dar por plataforma Moodle y también que las clases sincrónicas u online se iban a dar por Zoom. Esto duró poco porque zoom tuvo muy mala prensa, entre los chicos y en general. Muchos estudiantes se rehusaron a instalarlo en sus computadoras por esto del robo de datos, entonces la universidad tomó la decisión de comprar el paquete de Google Meet para todas las cátedras ya que esto nos daba tiempo ilimitado sin costo alguno para todos los docentes y para los estudiantes. Tuvimos que armar varios protocolos y procedimientos que hoy los miro y me causan gracia, planeábamos cosas y ya con el tiempo fuimos flexibilizando y dándonos cuenta de esto, que las clases online no podían plantear un horario de clase sino una franja horaria, con cronogramas de clase. Es difícil tener una clase en la presencialidad teníamos una clase que iba de tres horas a quince en la facultad y en la virtualidad los chicos que se muteaban todos, eran letras en la pantalla. El profesor decía no sé porque siento que están todos almorzando y que me dejaron solo y obviamente los chicos estaban en sus casa con sus familias, entonces fuimos entendiendo como en las casas, las dinámicas, los hábitos son diferentes. Además a pesar de que nuestros estudiantes, la mayoría, son nativos digitales, no tenían conocimiento de la plataforma educativa entonces no era solo la brecha docente estudiante sino que era una brecha tecnológica que también la tenían los estudiantes con la misma plataforma, los chicos no sabían utilizarla. Tuvimos que dar talleres, tuvimos que hacer tutoriales, hacer mucho apoyo desde lo técnico para que aprendieran a utilizar la plataforma tanto a estudiantes como a docentes y también la dinámica de trabajo fue totalmente diferente. Yo como directora de carrera tomé la decisión de tener Whatsapp por cursos, todos los chicos en mi teléfono, 400 estudiantes en mi teléfono y 100 docentes en el teléfono. Entendí que tenía que estar presente de esa manera, que la contención tenía que ver con tener un canal de comunicación permanente. Al principio, hubo un desborde, yo sentía que trabajaba 24/7, no tenía descanso, me absorbió totalmente. Pero después esto empezó a mermar, a descomprimirse y me di cuenta que fue muy necesario en un primer momento y todo se fue calmando. Ahora son muy prudentes los chicos para consultar y se entendió y se agradeció mucho el poder tener a sus compañeros en sus Whatsapp y una persona de la universidad orientándolos, contestandoles casi de manera permanente. Después tuvimos que modular las materias, el primer semestre fue escalado el sistema, cada semana se incorporaba un aula nueva en el cronograma de cursado, esto fue para ir habituando y dándoles tiempo a los estudiantes y a los docentes en esta nueva modalidad. Nosotros tenemos casi todas las materias son semestrales, entonces tenemos seis o siete materias por semestre, son muchas materias, por eso se tomó esa decisión. Después de hacer la evaluación del primer semestre, ajustamos eso y en el segundo semestre dividimos en dos tramos el semestre. Esto es para que no cursen de manera simultánea seis materias virtuales que era muy difícil para los estudiantes administrar sus tiempos respecto, no solo a la clase online sino también a todo lo asincrónico. Además tampoco había mucho ejercicio respecto a qué cantidad de material subir a las plataformas y hubo como un abuso, de golpe los profesores cargaron mucho material y los chicos se veían desbordados y también los docentes a la hora de corregir ese material. Todas esas cosas se fueron ajustando y este segundo semestre ha fluido de alguna manera más tranquila, también creo que se bajó la ansiedad y el temor por todo lo nuevo que implicaba la virtualidad en un comienzo. Nos vimos satisfechos porque nuestra tasa de deserción ha sido muy baja, la mayoría no dejaron la carrera se han dado el 90%de los contenidos, se ha seguido el cronograma académico como estaba planteado. Solamente se corrió una semana un llamado a una mesa de examen que fue el de mayo que nos agarró medio inexpertos. Pero las mesas de exámenes se han cumplido con protocolos que tuvo que rever todo pero se han tomado y se han podido rendir. Lo único que no pudieron rendir los chicos son las prácticas, las que se rendían en el estudio de radio y televisión le llevó más tiempo a los docentes poder replantear una modalidad de examen en la que pudieran evaluar los aspectos que tendrían que ser evaluados ahora vamos a tener la primera experiencia en septiembre. Hemos tenido contención psicológica, tenemos un departamento de asesoría y bienestar estudiantil, ha estado muy demandado. También hemos tenido que ofrecer soporte tecnológico a docentes y alumnos que no tenían ciertos recursos para cursar de esta manera. Nuestra carrera está en el Gran Mendoza y no hemos tenido grandes problemas de conectividad. Pero en otros sectores en donde están los alumnos sí. Ha sido duro y difícil, porque no hay perspectiva. Mendoza en este momento está entrando en el pico, septiembre y noviembre van a ser meses de muchos contagios. Tenemos 15 estudiantes con COVID y 3 docentes y yo. Es una realidad muy compleja y el tema de la incertidumbre también genera mucha ansiedad, ojalá podamos volver en marzo. Hay mucha comprensión, mucho acompañamiento, los docentes han ido comprendiendo, aceptando. Creo que la aceptación es lo principal. Los docentes han sido héroes en este contexto.
¿Qué desafíos hay a futuro?
Teresa: Nosotros estamos muy focalizados en dos líneas: la primera es trabajar con el fortalecimiento de la relación de nuestra carrera con los estudiantes recientemente egresados de escuelas secundarias de la región. Se trata de ofrecer la carrera como una opción válida, interesante y de calidad para que no tengan que emigrar a otros destinos. Por otro lado, avanzar en posgrados. Tenemos una buena cantidad de egresados que, por distintos motivos tenían que cursan sus posgrados fuera de la región. Hay dos maestrías esperando seguir los pasos administrativos para que se puedan ofrecer. Una es la Maestría en Comunicación y Cultura, dirigida por el Dr. Alejandro Rost, que deviene de una especialización que se dictó desde 2015 durante dos años y tuvo bastante éxito. La otra maestría que se presentó es la Maestría en Nuevas Tecnologías y Narrativas Audiovisuales, dirigida por la Dra. Susana Sel (UBA) cuyo interés es traer a la facultad a las personas interesadas en la práctica audiovisual, que en la región es un tema muy importante con cierto desarrollo. Está bueno ofrecer la maestría para que los docentes egresados de nuestras carreras y de otras vinculadas a esta temática tengan una oferta de calidad en la región.
Sergio: En principio, en nuestro caso, ser cautos. El futuro es incierto como el presente mismo. No sabemos qué va a pasar mañana, pero apostamos por el posgrado. Tenemos la madurez suficiente como carrera. En los últimos cuatro años quisimos tener otro perfil: participar más en congresos, estar vinculados con Fadeccos, con encuentros internacionales y ese objetivo se cumplió. Ahora nos falta incursionar por el posgrado. Tenemos recurso humano para hacerlo. Después, el constante reacomodamiento de la carrera no es algo que se debe pensar después de 10 años, sino que hay que contemplar modificaciones en el ecosistema comunicacional a través de seminarios y estructuras de posgrado. Y luego, ver qué nos deja el Covid y cuáles serán las necesidades sociales y comunicacionales. El escenario merece un re-análisis: van a surgir nuevos espacios y otros se van a ir cerrando.
Fernanda: Nosotros pensamos que algunas cosas llegaron para quedarse. Teníamos pensado plantear el cuarto año de la licenciatura a distancia. Nuestros egresados se ponen a trabajar con el título de Técnico se ponen a trabajar y la vuelta para hacer la licenciatura se hace muy densa respecto a la carga horaria. A futuro apostamos a propuestas más innovadoras y flexibles con menos carga horaria. Cada vez tenemos más estudiantes que trabajan y trabajadores que estudian. Este nuevo perfil de estudiante requiere otra modalidad académica. Como otro eje, buscamos la internacionalización, el intercambio con estudiantes extranjeros in-house y nuestros estudiantes con la posibilidad de hacer seis meses o un año en otra universidad de afuera. Hemos trabajado mucho para obtener convenios. Tenemos dos con universidades españolas y hemos puesto en práctica aquellos con universidades de Brasil, Bolivia, Perú, México, cuyos estudiantes estamos recibiendo. En posgrado, tenemos la Maestría en Comunicación Corporativa e Institucional, acreditada por CONEAU que cada cuatro años se reedita. Ahora estamos trabajando con propuestas de diplomaturas, como la de Comunicación y Marketing Verde, orientada a lo ambiental y 100% online. Esas son nuestras líneas de trabajo a futuro, un futuro cercano. Nuestro rector nos hace hincapié en que estamos en un contexto de aprendizaje remoto en situación de emergencia. Dentro de ese contexto hay que contemplar la cantidad de variables que inciden en el aprendizaje, no solo lo académico, sino también lo anímico, lo psicológico y los contextos de infraestructura. No todos los ámbitos tienen las condiciones óptimas para los procesos de enseñanza y aprendizaje de calidad. Este año es muy especial, con una situación atípica y el aprendizaje no va a ser el mismo.