Desde adentro: Universidad Austral y UNJu

En esta nueva temporada del newsletter de Fadeccos queremos conocer desde adentro a las carreras que forman parte de nuestra Federación. Por lo que reuniremos a representantes de las distintas universidades para que conversen sobre el presente, futuro y desafíos de nuestra profesión.

En esta oportunidad, se encontraron Gabriela Fabbro por la Universidad Austral y Ramón “Moncho” Burgos por la Universidad Nacional de Jujuy.

¿Cuál es el perfil de cada carrera?

Moncho: La carrera ofrece el título de Licenciado con un título intermedio de Técnico en Comunicación Social. A principios de este año nos aprobaron la nueva Tecnicatura Universitaria en Comunicación Digital Convergente. Como nuestra carrera tiene un título intermedio de Técnico, la idea fue ofrecer una segunda opción de esa tecnicatura. Toma algunas materias del título intermedio e incorpora materias nuevas para darle esa especificidad: pensar la comunicación multimedial y una serie de cuestiones que no están contempladas en el plan de estudios original,de principios de los 90.  El  gran desafío es ver cómo implementamos esta carrera en este contexto a partir del año que viene.

Gabriela: Nuestra institución también tiene una mirada integral sobre la comunicación. Desde 1992 pensamos en una formación integral y en un tronco común en donde todos los alumnos cursan los cuatro años de carrera de Licenciatura. Hay modos indirectos para que los alumnos vayan encontrando su especificación: en nuestra carrera existen los Clubes Profesionales. Son cinco clubes que los alumnos hacen de modo voluntario, que les permite sumar créditos, uno de los requisitos para recibirse: Club de Publicidad y Marketing, Club de Periodismo, Club de Comunicación Institucional, Club de Ficción y Club de Emprendedurismo. Los alumnos salen con un diploma en esa “especialización”. Es una forma de encauzarlos a buscar su perfil.

¿Cómo articulan con otras áreas o carreras?

Gabriela: En las dos carreras de la Facultad de Comunicación, Diseño y Comunicación, la mirada es integral. La idea es fomentar el trabajo en equipo y compartir buenas prácticas. En algunos casos, compartir con alumnos de otras carreras. En el LudLab (Laboratorio Lúdico) participan alumnos de Ingeniería Informática y Comunicación, que parecerían estar en las antípodas, pero es interesante encontrar esos espacios transversales que permiten el cruce y eso es enriquecedor.

Moncho: Al ser una Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCsSoc) donde hay muchas carreras, hay una tradición de mucho cruce. La carrera de comunicación tiene seminarios optativos que no alcanzan a ser un espacio de especialización. En esa búsqueda se producen cruces porque casi todas las carreras contemplan en su currícula la posibilidad de seminarios optativos. Yo participo del Centro de Estudios Socioeconómicos para el Desarrollo con Equidad (CESDE) que tiene sede en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE). En ese centro confluimos docentes, investigadores y becarios de la FHyCsSoc, pero también de la FCE. Al mismo tiempo, como parte de ese centro y con otras unidades de investigación, participamos de un centro de doble dependencia de la UNJu y del CONICET, donde también se suma gente de la Facultad de Ingeniería. Es un espacio reciente, pero ahí están empezando a surgir espacios interdisciplinarios. Siempre son proyectos en los que los estudiantes van participando. Con los proyectos de extensión también se producen cruces que involucran a más de una carrera.

¿Cuáles son las áreas de investigación de la carrera?

Gabriela: La investigación generalmente la ubicamos dentro del Posgrado, lo que no quiere decir que haya ciertas instancias del Grado que, al nivel de becarios de investigación o alumnos del último curso, ya pueden estar formando parte de ciertos equipos de investigación. La Facultad de Comunicación tiene 4 maestrías: Maestría en Gestión de Comunicación en las Organizaciones, Maestría en Gestión de Contenidos que apunta a los responsables de los contenidos que circulan en los medios y el media management; la tercera es la Maestría en Comunicación Política y la cuarta es la Comunicación para la Gestión del Cambio, orientada hacían la gestión de recursos humanos. Luego tenemos el Doctorado en Comunicación Social. Otras instituciones en la órbita de la universidad son los observatorios. El Observatorio de la Televisión se dedica al estudio de las narrativas audiovisuales desde las convencionales o tradicionales a las narrativas transmedia y actúa como medidor de calidad; el Observatorio de Vulnerabilidad, que relaciona la comunicación con distintos tipos de públicos y hemos comenzado por el conurbano bonaerense, un gran tema cuyo abordaje desde la comunicación puede ser un enfoque muy interesante. En este momento focalizamos en estas líneas: narrativas audiovisuales, el consumo de medios, la gestión de contenidos y el Observatorio de Vulnerabilidad, que también está focalizado en la trata de personas.

Moncho: Desde 2019 tenemos la primera Maestría específica en comunicación, Problemáticas Contemporáneas de la Comunicación, de la que el año pasado se largó la primera cohorte. Además, el 4 de agosto se inició un Ciclo de Posdoctorado de la FHyCsSoc en conjunto con la FCE. Es la primera vez que la UNJu ofrece una carrera virtual y tiene como temática pensar el escenario de pandemia y post-pandemia desde las ciencias sociales.

Hay tres unidades de investigación vinculadas a la comunicación: Comunicación, cultura y sociedad; Comunicación, Educación y Discursos; y Periodismo, Acción Colectiva y Esfera Pública. Cada una de esas UI alberga una serie de proyectos. Yo trabajo en relación a los proyectos de investigación en el ámbito de los medios populares, comunitarios y alternativos. Estamos haciendo un trabajo de relevamiento y analizando la reconfiguración de esas experiencias comunicacionales, sobre todo a la luz de las políticas que se estuvieron implementando en los últimos años.

En el ámbito de investigación, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Investigación (I+d+i) sacó la convocatoria PISAC-COVID-19, relacionada al escenario post-pandemia. Lo novedoso es que exige un mínimo de 6 nodos, por lo tanto plantea una representatividad federal. Venimos trabajando en un proyecto que integra a 11 universidades de todo el país. En este momento está en discusión el armado de proyectos colaborativos.

¿Cómo afectó el contexto actual al desarrollo de las clases?

Moncho: Formalmente, el primer cuatrimestre lo empezamos el lunes 3 de agosto. Hace muchos años la universidad tiene un campus virtual muy bueno, pero por ejemplo yo no lo usaba y esto le pasaba a otros docentes también. Casualmente, como una cuestión propia, nuestra cátedra había decidido comenzar a trabajar con el aula virtual, que pocas cátedras la usaban como un complemento. La universidad nos dio una capacitación cuando ya estábamos en un escenario de pre-pandemia, por lo que se hizo más masiva. El escenario es complejo: en mi materia hay 108 inscriptos de los que casi un 30% no está matriculado en el aula virtual, o porque nunca se enteraron —que es difícil— o porque que no tiene posibilidad o interés de hacerlo. En la primera clase tuvimos a la mitad de los estudiantes inscriptos, que era mi horizonte más alto. Si la universidad logra que la mitad de los estudiantes cursen y se mantengan, sería “un éxito”, ya que habría una mitad que se podría retener. Tenemos un escenario de muchas dificultades: a principio de año hicimos encuestas y más allá de la voluntad de los estudiantes, hay una serie de condicionamientos más elevados que en el resto del país.

Gabriela: El 2 de marzo comenzamos las clases del primer cuatrimestre de modo presencial y llegamos a dar dos semanas de clases presenciales. Al menos nos vimos las caras y nos conocimos en persona. El 19 de marzo la universidad decide suspender las clases dos semanas para capacitar a los profesores con las herramientas de la virtualidad y que los alumnos pudieran aggiornarse al nuevo escenario. Dos semanas muy duras de acompañar a profesores en relación muy dispar con la tecnología. El balance ha sido positivo por el esfuerzo de los docentes, el reconocimiento de los alumnos y el esfuerzo de estar tantas horas frente a la pantalla. Un esfuerzo mutuo y valorado de los dos lugares. Nosotros teníamos aula virtual usada por el 50% de las cátedras, así que hubo que reflotar ese otro 50% que tuvo que ponerse en carrera para utilizar lo asincrónico. Claramente la fórmula es la articulación entre lo asincrónico y lo sincrónico. No es todo el tiempo la clase expositiva en zoom, sino jugar con el aula invertida, donde los alumnos también tenían que colaborar en el dictado de la materia. Eso fue muy enriquecedor y renovó la inercia de las cátedras. Para los que no teníamos instalado el “chip de la virtualidad”, esto ha sido un curso veloz y muy positivo.

Moncho: Me parece que es un escenario que se va a quedar. Cuando recuperemos la presencialidad, veremos qué herramientas de la virtualidad se quedan. Ya no nos podíamos seguir haciendo los distraídos y lo digo yo, que no tenía aula virtual y venía hace varios años pensando cómo puede ser que tenemos esta herramienta y no sepa usarla.

¿Cuáles son los desafíos que se plantean a futuro?

Gabriela: El desafío es aprender a trabajar en red y en equipo. Pensar en una renovación pedagógica y en un cambio en la mirada didáctica. Tenemos que cambiar tanto las evaluaciones como la forma de evaluar. Por último, el rol y el perfil del profesional de la comunicación va a cambiar. Una graduada de nuestra universidad está trabajando en Estados Unidos y el edificio de su canal tiene 14 pisos, por lo que tiene que tomar el ascensor. Por protocolo, solo puede ir una persona en el ascensor y son 14.000 empleados. Es inviable, hoy, que se vuelva a trabajar en ese edificio en equipo y de manera presencial. Hoy su celular y su computadora es todo de lo que dispone para hacer contenidos, editar, hacer la nota y demás. Eso que se venía dando en periódicos con redacción en papel y redacción online ahora es una realidad.

Moncho: Este escenario para pensar nuevos desafíos nos agarró en un momento en el que estábamos tratando de construir cierta normalidad al interior de la carrera: revincularnos con ciertos actores, tener algunos lineamientos que guiaran el accionar de la coordinación de la carrera entre los que estaba rediscutir el reglamento de tesis y el plan de estudios. A esto se suma la creación de la nueva tecnicatura. Esa discusión sobre el rol de los comunicadores y comunicadoras se reconfigura y vuelve a estar sobre el tapete. Discutir la comunicación, el periodismo y nuestras prácticas aparece como el desafío más urgente. La potenciación del trabajo en red es buenísima, pero para nosotros que nos reivindicamos como una carrera, una facultad y una provincia periférica y de frontera, la territorialidad es central. Las oportunidades que tenemos a mano tienen que ser complementadas con una presencialidad y un trabajo territorial que articule las distintas dimensiones y permita generar proyectos más abarcativos. El principal desafío es cómo en este escenario seguimos pensando qué podemos hacer para una comunicación más democrática e inclusiva. Es el horizonte que la pandemia ha expuesto.

 

¡Gracias, Gabriela y Moncho por contarnos sus carreras desde adentro!

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