Entrevista a Ana Müller (Argentina) y Carlos Baca Feldman (México): “Algo que funciona es cuando las comunidades hacen primero las cosas”.

Una conversación sobre redes comunitarias, marcos regulatorios y aprendizajes entre experiencias de Argentina y México.

 

Interview with Ana Müller (Argentina) and Carlos Baca Feldman (Mexico): “Something that works is when communities do things first.”

A conversation about community networks, regulatory frameworks and learning between experiences from Argentina and Mexico.

 

Cómo citar: COLLIVADINO, V. y BURGOS, R. (2023). Entrevista a Ana Müller (Argentina) y Carlos Baca Feldman (México): “Algo que funciona es cuando las comunidades hacen primero las cosas”. Una conversación sobre redes comunitarias, marcos regulatorios y aprendizajes entre experiencias de Argentina y México. Revista Argentina de Comunicación 11(14), pp 213-228.

 

 

María Virginia Collivadino

Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UNSa). Becaria Doctoral del CONICET con lugar de trabajo en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Tecnologías y Desarrollo Social para el NOA (CIITED-CONICET-UNJu). Se encuentra realizando el Doctorado en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Córdoba. Integrante de la Mesa de Comunicación Popular de Salta y Jujuy. virginiacollivadino@gmail.com

 

 

Ramón Burgos

Licenciado en Comunicación Social (UNJu) y Doctor en Comunicación (UNLP).

Coordinador de la Licenciatura en Comunicación Social y Director Alterno de la Unidad de Investigación en Comunicación Cultura y Sociedad (UNICCS-FHyCS-UNJu). Docente e Investigador en la FHyCS-UNJu y FH-UNSa. Integrante de la Mesa de Comunicación Popular de Salta y Jujuy. monchoburgos@fhycs.unju.edu.ar

 


Carlos Baca Feldman

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Doctor y Magíster en Sociología. Coordinador General del Centro de Investigación de Tecnologías y Saberes Comunitarios. Coordinador de Investigación en REDES A.C. y Rhizomatica. Coordinador del programa de formación de técnicos comunitarios "Techio Comunitario" en su versión internacional.


Ana Müller

Licenciada en Comunicación Social y Tesista de la Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea. Técnica del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI). Investigadora y docente de la Universidad Nacional de Salta. Integrante de la Mesa de Comunicación Popular de Salta y Jujuy y la Red Interuniversitaria de Comunicación Comunitaria, Alternativa y Popular) de Argentina.



 

¿Cuáles fueron los marcos legales que caracterizaron e impulsaron los procesos en los que participan?

AM: Nosotros llegamos a conocer y a profundizar el tema de la legislación sobre telecomunicaciones con muchas dificultades. Nos conectamos con otras organizaciones como Redes y Rhizomática (de México) y Altermundi (de Argentina), constituyendo en su momento la Cumbre Latinoamericana de Redes Comunitarias. Esto fue un paso importante para empezar a entender un escenario que es muy complejo (con actores, instituciones, hasta palabras que eran totalmente ajenas a nuestra cotidianeidad comunicativa), una estructura, tanto técnica como legislativa, que estaba muy por fuera de lo que nosotros habitualmente veníamos reconociendo. Siempre nos pareció interesante que, en distintos países de América Latina, hay una conexión muy grande entre radios comunitarias y redes comunitarias que son dos modos distintos, pero que están hablando de lo mismo: el derecho a la comunicación con las diversidades, con las posibilidades y con las improntas que no están directamente vinculados a lo comercial, sino a otros intereses sociales políticos sustentables. Teniendo siempre relación con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), por su naturaleza multisectorial, pensándola en distintos actores, en distintos territorios y habilitando otro tipo de legislación, saliendo del esquema estatal y del comercial.

CBF: Tenemos que seguir indagando en la relación que tiene la historia de estos proyectos de conectividad de las comunidades, o las soluciones locales, con la historia de las radios y, si nos vamos más atrás, de la gestión de otro tipo de bienes y de recursos de las comunidades. El acercamiento que tuvimos inicialmente con el tema del marco regulatorio, tiene que ver mucho con que Erick Huerta, el coordinador general de Redes AC, quien desde bastante joven trabajó en la Asociación de Televisión por Cable en México y después trabajó en lo que en ese entonces era la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Esa combinación de visiones o de lugares en donde él estaba le permitió entender justamente eso: era importante generar un entorno que permitiera que las radios dejaran de ser acosadas. En México, lo que ocurrió, a diferencia de otros países, es que se empezaron a generar muchísimas radios y también muchísimas radios que estaban alegales. Es decir, radios que no eran ni ilegales ni legales, porque no había ninguna mención de ellas en ningún lado. Todas estas radios, se llegaban a contar más de 200 o 300 radios en México, aparecían, desaparecían, eran comunitarias, eran cristianas, de narcos, de políticos, una variedad inmensa de radios. Y hubo un grupo de gente que empezó a unirse más allá de AMARC -la Asociación Mundial de Radios Comunitarias- y generaron lo que fue el Congreso Nacional de Comunicación Indígena. Este Congreso estaba en la Cámara de Diputados, estaba en el Congreso de México instalado y tenía una incidencia muy fuerte para que se lograra que a las radios se les dieran concesiones en los términos en los que se querían. Alrededor del año 2010, cuando se empezó a discutir realmente la reforma, la Ley de Telecomunicaciones, tuvimos la Ley TELEVISA que fue una incidencia de las grandes empresas de telecomunicaciones, de los grandes medios para darle su propia ley y eso en realidad fue el parteaguas para que la gente se enojara y exigiera otro tipo de Ley de Telecomunicaciones. Lo que ocasionó, pues, fue que termináramos con una ley bastante buena que permite que haya medios de uso social comunitario y medios de uso social Indígena. Y estas concesiones, además, tienen la característica de que una vez que uno recibe la concesión para radio, por ejemplo, la está recibiendo también para cualquier tipo de servicios de telecomunicaciones. Este modelo, en realidad, no existe en otro país como está aquí en México y permitió muchas cosas, entre ellas que tuviéramos las primeras redes de telefonía celular comunitaria. Bueno las primeras y las únicas, yo creo que ya no va a haber otras con esas mismas características. Al permitir que hubiera esas condiciones para que las radios pudieran hacerlo, para que hubiera otro tipo de medios, lo que ocurrió en la realidad es que fueron pocas radios las que aplicaron para tener la licencia. ¿Por qué? Porque les implica cosas que las radios en realidad no quieren, desde tener que comprar infraestructura muy costosa, homologada, de marca, tener que pasar los spots del gobierno y de los partidos políticos, etcétera, entrar en un juego que no les corresponde. Y aquí en México hay una visión muy clara de las comunidades indígenas, de que quieren mantener sus territorios comprendiendo que el espectro es parte de ese territorio, lo que cruza por sus aires.

El entorno necesita cambiar muchas mentes más allá de la regulación específica del espectro que, en su momento, se creía que era lo fundamental. Hay muchas cosas que transformar. Una de ellas -y yo creo que es la principal- es la idea de que el gobierno va a poder solucionar las cosas de dos maneras: una, contratando una empresa, pidiendo una licitación y, por ejemplo, pagando internet satelital para todas las escuelas y cada seis años volviendo a hacer exactamente lo mismo, sin realmente funcionar como debería funcionar; la otra es querer llegar a todas las comunidades el propio gobierno con sus propias herramientas, como lo está queriendo hacer en México actualmente. Y ninguna de las dos soluciones van a funcionar, porque al final lo que se requiere es que haya mucha gente que esté capacitada para poder solucionar fallas comunes, para poder entender qué es lo que se requiere a nivel técnico para solucionar esas fallas, para poder realmente tener servicios que sean pertinentes y adecuados a sus comunidades. Este cambiar de perspectiva del gobierno no solamente tiene que ver con la regulación directamente de telecomunicaciones, sino también de otras áreas como la Secretaría de Hacienda o quienes recolectan los impuestos, como todas las áreas que están encargadas de conectividad en la Secretarías de Educación o en los Ministerios de Educación o de Salud, con la gente que define qué hacer con el dinero dirigido a la conectividad, por ejemplo, para los telecentros. Es decir, requiere cambiar muchas mentes y lo que nos hemos topado nosotros es que es un reto constante estar peleándose con distintas entidades de los gobiernos para poder transformar esas mentes y generar condiciones adecuadas. Ahora, como decía Ana, otra ventaja es que a nivel de incidencia política ha existido buena relación y buena aceptación de instancias como la Unión Internacional de Telecomunicaciones hacia iniciativas que las propias comunidades generen para sus medios y sus redes comunitarias. Eso ha facilitado justo que los países abran los oídos y vean qué es lo que se puede hacer. Finalmente, yo creo que una cosa que funciona y que lo hemos mostrado en varias ocasiones en diferentes contextos, no solo de América Latina sino inclusive en África y en Asia, es cuando las comunidades hacen las cosas primero. La experiencia que tenemos es que las redes comunitarias que ahorita están fuertes y que han logrado incidencias políticas importantes en sus países, por nombrar solamente casos como el de Argentina y el de Kenia -que los dos tienen Fondos de Servicio Universal-, tienen dinero para las redes comunitarias, con modelos muy diferentes (en Kenia son apoyos más pequeños, están más dirigidos; en Argentina son demasiado grandes y eso puede ser un problema) pero al final es porque ya existían las redes, tanto en Kenia, como en Argentina, como en México, como en Colombia, como en Sudáfrica, como en Indonesia. Las redes han existido antes de que existan las legislaciones adecuadas y más bien han provocado ellas la legislación. Pensar al revés normalmente no tiene muchos éxitos.

Y en ese marco, ¿cuál es la capacidad de incidencia política de las redes comunitarias?

AM: Si pensamos en los 21 Puntos de la Coalición para una Radiodifusión Democrática y la cantidad de años que se tuvo que gestar una propuesta para el cambio de legislación sobre la LSCA en Argentina como respuesta final, la incidencia en redes comunitarias fue bastante rápida. Quizás la asociación Altermundi, por ejemplo, puede decir otra cosa porque vienen con otra historia, con algunos años antes de intento de incidencia, pero tampoco han sido tantos en comparación. Los poderes de las telecomunicaciones son gigantescos. Me parece que para poder pensar qué incidencia tenemos, también tenemos que saber en función a quién la tenemos, lo cual no me parece menor. Creo que, por ejemplo, que aparezcan como una posibilidad, una opción, que organizaciones sociales sin fines de lucro o cooperativas puedan ser prestadoras de Internet ha sido un paso muy importante para Argentina. Entonces hay un escenario que viene de muchísimos años de postergación en donde los sistemas de comunicación y telecomunicaciones no llegan a algunas zonas y hay una historia muy larga de abandono, en muchos lugares a esas personas no se las vio ni como usuarios ni como ciudadanos, tampoco se las vio como posibles consumidores y consumidoras. Frente a ese escenario, las comunidades se organizan, se articulan para decir que hay otras soluciones, que podemos gestar otras soluciones. Me parece que eso también tiene mucho que ver con las posibilidades de incidencia. Hay una grieta por la cual podemos meter un poco de luz, rascar con el dedo y hacer que eso se vaya haciendo más grande para poder pasar todos y todas las que queramos pasar por ahí. Pero, entonces, todavía creo que queda muchísimo por hacer,  porque no está siendo tan sencilla la implementación del programa Roberto Arias, en tanto no se ha salido de la lógica encorsetada de quiénes pueden y deben prestar y sostener estos servicios. Por otro lado, a nivel de otras naciones y otros modos de gestionar el Internet, hay un dinamismo ahí -particular del propio universo de Internet- que implica que todo el tiempo hay que estar generando ciertas discusiones.

CBF: Yo creo que por muchos años se tuvo la claridad de que las radios para el poder instituido podían ser peligrosas porque podían tener un discurso. La gente se organiza y tiene un discurso, pero con la conectividad lo ven de una manera bastante diferente. De verdad, no hay interés en los grandes operadores de llegar a las comunidades, no les es redituable. Y al mismo tiempo, el gobierno ha visto ya con mucho trabajo o después de mucho tiempo que es muy complicado que logren llegar a todos lados y que lleguen de una manera adecuada. Entonces, si la gente alza la mano y dice “yo te voy a ayudar a solucionar tus problemas de conectividad”, lo van a aceptar, ¿no? Eso, casi, es general. De eso a que den dinero, es un poco más difícil. Bueno, primero decir que muchos de estos cambios dependen también de la gente que está en el gobierno, de quiénes son tus interlocutores e interlocutoras. En México, durante el gobierno más malo que hemos tenido en nuestros más recientes años -el de Enrique Peña Nieto- fue justo cuando salió la ley que les comenté. Fue cuando se creó la Red de Telefonía Celular Comunitaria. La gente siempre nos pregunta por qué en un gobierno tan neoliberal fue cuando se creó ese tipo de política. En realidad, más bien era un gobierno que no le interesaban muchas cosas ni que le prestaba atención. Cuando creamos la red de telefonía, la Presidencia inclusive se colgó de nosotros. Recuerdo, en algún momento, ir a la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información a una mesa en la que estuvimos la directora de México Conectado -que era la oficina de la estrategia de conectividad del gobierno Peña Nieto- y yo presentando la telefonía. Ellos dicen “miren, estamos apoyando las comunidades indígenas para que hagan su telefonía” y yo por otro lado diciendo “bueno, pues sí, las comunidades se organizaron y ya dieron solución algo que no se había solucionado ni del gobierno ni de las empresas”. Entonces no es que no haya realmente una oposición tan fuerte y tan dura, porque al final a unos no les interesa y a otros les beneficia para poder cumplir con sus objetivos. Igual, este no es el mismo caso en todos los países.

Otra cosa que yo creo que es importante es esta historia de las radios comunitarias y de los medios comunitarios. Esa historia, que ya se caminó, ha hecho que suceda más rápido esta otra historia que se está tejiendo. Porque ya se vieron los errores del pasado, ya se comprendieron muchas cosas. En muchos lugares, donde están muy relacionadas las radios comunitarias con las redes comunitarias, ya hay un aprendizaje de que eso es posible. Y hay experiencias que muy rápido han ido logrando transformaciones.

Una última cosa tiene que ver con la definición misma de las redes comunitarias. Muchas veces el problema, cuando uno se mete en estos esquemas de demasiada incidencia política y demasiado querer incidir ahí, hay que generar definiciones y esas definiciones pueden jugar en contra. En muchas partes de América Latina eso es lo que está pasando: son empresas que tienen una perspectiva comunitaria, que están dentro de la propia comunidad, que se entienden distinto, pero no necesariamente es que toda la comunidad está involucrada en ellas. Hay casos y casos emblemáticos, pero lo que hemos visto es que es muy distinto el trabajo en una red comunitaria -como un servicio de conectividad- que en una radio -en donde hay un proceso de comunicación-. Entonces, la gente se involucra más, la siente más suya. Y del otro lado puede ser más complicado.

AM: Yo haría una salvedad. “Sin fines de lucro” quiere decir que su fin no es ser una empresa lucrativa capitalista dentro de los esquemas del mercado que propone. Entonces, las cooperativas son empresas sociales que su origen no tiene que ver estructuradamente con “hacemos esto por un negocio”, sino que hay otros valores que están puestos en las priorizaciones y en los objetivos de esa entidad. Es un problema que también se planteó muchas veces con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en donde está el segmento para medios sin fines de lucro, que ahí tiene que haber dinero de por medio para las pautas, para -en el mejor de los casos- pagar salarios. Lo que sí cambia es la intencionalidad. Acá siempre se usó la frase “sin ánimo de lucro no quiere decir con ánimos de pérdida”. No es que va a pérdida, tiene que tener una sostenibilidad y una sustentabilidad económica, aunque ese no sea el sentido, no es hacerse ricos y ganar lo más posible con eso, sino garantizar un derecho.

CBF: Sí, ese es el entendimiento en Argentina. Aquí en México las radios comunitarias -que también se dice que son sin ánimo de lucro- no pueden tener anuncios comerciales, aunque sean locales. Hay maneras de jugar con eso, pero les está prohibido. Parte de lo de cambiar cabezas tuvo que ver con este entendimiento: que las radios comunitarias son radios que la comunidad las mantiene, que lean como quieran, pero la comunidad es la que las mantiene y entonces no puedes recibir otro apoyo. Ya después se hizo un proceso para que parte del dinero que gasta el gobierno en la publicidad gubernamental -el 1%- fuera a las radios comunitarias que tienen concesión. Pero, insisto, eso es parte del juego de la incidencia política. A veces, en un lugar tú colocas una palabra que puede tener mucho sentido, porque tiene sentido con la historia y con los conceptos que ya están trabajados, que en otro lugar no. En el tema de redes comunitarias, en específico, América Latina tiene una fuerza muy importante en la incidencia a nivel de otros continentes. Eso es súper importante y, entonces, lo que decimos nosotros aquí se utiliza muchas veces como el parámetro al que hay que llegar. Parecería que hay que llegar a lo que están logrando hacer en América Latina. Y esa idea ya no la quitamos, mucha de la gente ya nos la quitamos, porque son contextos completamente distintos. No es un “llegar a…”, pero cuando tú tomas la definición, puede en un contexto ser una cosa que no va a funcionar y que tenga doble uso. Eso es, más bien, a lo que me refería, pero sí entiendo lo otro.

Por lo tanto, ¿qué necesitamos saber para seguir actuando?

AM: Lo que necesitamos saber y aprender es, primero, dejar de tener miedo a “no saber”. En el campo de las telecomunicaciones nos atraviesa un montón. Pareciera ser que no podemos meternos a conversar sobre eso porque hay un mundo tecnológico tan, tan lejano que, como no sabemos, no podemos opinar, conversar, intercambiar y aprender. Es romper esas barreras que, creo, están puestas por distintas estructuras de legitimación del saber, del conocimiento y de las construcciones colectivas que, para mí entender, están bastante en crisis. No sé si es porque en algunas de ellas no ingresé nunca, pero las veo en crisis también porque siento que nos están volviendo microcápsulas igual de aisladas que las comunidades que no pueden avisar quién nació o quien murió porque no tienen cómo. La escucha me parece que es clave: generar los espacios de intercambio, de formación. A su vez, también creo que es fundamental para los circuitos donde las telecomunicaciones es más un lenguaje común, volver a pensarlo como que la tecnología sin personas, sin un componente social, no tiene ningún sentido tampoco. O tiene un sentido que es extractivista, monetario, que es por donde se desarrolla. A la hora de crearlos, hay que dar esas conversaciones, hay que exigir que esos aprendizajes no sean sólo para el campo de la comunicación. En ese contexto, Marita Mata nos preguntaba a nosotrxs, comunicadores y comunicadoras, qué tenemos que aprender de esto. Bueno, tenemos que aprender que el internet no es una nube que está y solo puede ser una empresa supranacional y de lo cual nosotros y nosotras no vamos a poder tener nunca ninguna incidencia. También es volver a recuperar la confianza y la mirada de que solos y solas no se puede, tiene que ser un entramado de actores, saberes y recorridos para la incidencia, para la transformación, pero también para salir de la palabra escrita a la conexión real. Es primordial darle un lugar, porque conceptualmente podemos decir un montón de cosas preciosísimas, después estamos tres años para ver cómo hacemos para convencer al proveedor privado que nos venda 10 megas para repartir entre 50 familias. Y estamos dándole nociones de todo y remando y remando. Eso también es parte. Creo que también hay que aprender a trabajar con la dificultad y la frustración que, me parece, van a ser dos conceptos claves para las nuevas generaciones.

CBF: Yo creo que hay muchas cosas que se tienen que aprender. Un poco lo decía Ana, las propias comunidades y la gente ya se ha hecho cargo de otros asuntos de la vida, lo han podido manejar y han descubierto que por x razón que es posible hacerlo. Entonces, un primer aprendizaje es ese: que ya existen formas de gestión, por ejemplo, del agua que son bastante similares en el fondo para la gestión de una red comunitaria. Otra, que no es imposible, que dentro de todo esa inmensa cantidad de fierros e infraestructura si se puede hacer algo propio, si se puede hacer algo pensado para la comunidad. Otra, tiene que ver con las tecnologías: no necesariamente lo más nuevo es lo mejor siempre. Eso es también una tendencia que está muy encarnada en las propias comunidades, el pensar que la solución siempre es lo más nuevo o tener el mejor ancho de banda, tener la mejor televisión con la mejor definición, etcétera. Y, en realidad, muchas veces la elección de tecnologías pertinentes puede llevarnos a una solución que tal vez no estamos pensando, y que no necesariamente tienen que ver con la conectividad como la entendemos. Por ejemplo, estos proyectos que hemos desarrollado de radios de onda corta, para la comunicación en donde, en condiciones como la Amazonía de Brasil o la Sierra Tarahumara en México, es casi imposible tener conectividad en todos lados y es necesario tener otras estrategias en las que se solucionen temas de comunicación de emergencias o para avisar inventarios entre los centros de trueque, etcétera.

Otra dimensión tiene que ver con entender que -y esto es algo que va a sonar contradictorio todo lo que hemos estado diciendo- la conectividad como conectividad probablemente no sea un problema dentro de pocos años. Ahorita existe una fiebre de Starlink (nosotros instalamos el fin de semana una red de Starlink en Chihuahua, en una comunidad donde no había otra manera de hacerlo) que tiene implicaciones horribles y que nos lleva a pensar realmente en una distopía convirtiéndose en realidad. Una distopía en la que un señor, que de por sí está muy loco, es quien puede conectar y desconectar a la gente cuando le dé la gana a través de estos satélites. Pero lo cierto es que todos los días yo me entero de redes nuevas en todas partes del mundo que están siendo conectadas por Starlink. Y que al final tampoco es que las otras redes, por donde nos conectamos antes (aquí en México por Telmex o Claro), las compañías grandes sean como tortitas en dulce -como diríamos en México-, que sean pues organizaciones comprometidas con lo comunitario, que no haga ningún daño, sino que también lo hacen, pero cambia un poco el juego de poder, ¿no? Entonces pensar que la conectividad como tal probablemente no sea un problema en los próximos años. Seguramente habrá comunidades, como hay comunidades todavía sin electricidad a pesar de tantos años de estar llevando electricidad a todas partes, pero serán las menos. El problema real de las redes comunitarias es lo que se está conociendo como el valor agregado. El problema con las redes comunitarias es que ese valor agregado ha sido muy costoso de ponerlo. Es un poco lo que decía Ana también con respecto a que necesitamos volvernos más interdisciplinarios. Dejar los hilos, esas cosas separadas en donde uno pone las semillas para que no se junten para poder trabajar más bien en conjunto. El camino tiene que ver con cómo montamos cosas que sean interesantes en esas redes para las propias comunidades. Ya sea productos que ellas mismas hagan o productos que les sean atractivos. Cómo montamos intranets o estos espacios más cerrados de contenidos propios. Como en el caso de Wiki Katat, el operador móvil virtual comunitario.

Finalmente, ¿cuáles son, entonces, las debilidades y fortalezas del campo?

AM: Algunas son debilidades y fortalezas al mismo tiempo. Por un lado, esta interrelación de actores entre empresa, estados, comunidad y organizaciones sociales, me parece que es una debilidad, pero también puede ser una fortaleza. Reconocer ese tejido de actores, de instituciones y comunidades me parece que hoy por hoy es una debilidad porque son muchos componentes, en niveles distintos, incluso con la complejidad de lo supranacional. Por un lado, venimos proponiendo en distintas instancias del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI) o conjuntamente con la Mesa de Comunicación Popular de Salta y Jujuy en mesas intersectoriales para poder discutir el derecho a la conectividad y a la comunicación. En eso hay que seguir insistiendo. No hemos tenido ningún tipo de capacidad de incidencia. Salvo una reunión con un municipio, una empresa privada, la comunidad, la cooperativa y organismos nacionales que se hizo el año pasado, en las localidades de Molinos y Seclantás, que tuvo interesantes acuerdos desde acceso a la información sobre planes, esto del programa Roberto Arias que con la cooperativa podría funcionar, y también acuerdos entre cuántos megas podemos acceder o cuánto hay disponible para que podamos renegociar conjuntamente. Porque aunque la empresa quiere solo prestar el servicio en los centros urbanos y la cooperativa comunitaria, quiere hacerlo sobre los cerros, se necesita uno u otro para conseguir esos megas. Otra de las debilidades que hay en el proceso tiene que ver con los mitos y tabúes o los prejuicios que hay sobre un sector sobre otro. “No, son atorrantes, no nos van a querer prestar, o nos van a robar o nos van a sacar los potenciales clientes”. Digo, esa serie de prejuicios que, también, sólo con reuniones y construcción de vínculos se pueden ir rompiendo en algunos casos y en otros casos no. Hay que saber perder y agarrar la puerta por otro lado. Que también nos ha pasado entre proveedores privados y algunas experiencias de conectividad acá en Salta.

Por otro lado, otra de las debilidades más fuertes que tenemos en Argentina es que el internet es un bien o un servicio que está dolarizado y que se maneja a precio dólar. Nuestra economía está permanentemente en estado de crisis, tensión, angustia y desolación con el tema del dólar. Eso es algo que, por ejemplo, en México me parece que se vive de manera diferente. Entonces acá hay proveedores privados que te cobran mes a mes y vos nunca vas a saber cuánto pagar, porque el precio está dolarizado. Esa es otra dificultad que tiene: es algo que se compra todos los meses. Carlos hacía la comparación con el tema del agua. Pero hay dos diferencias: una es que con el agua la gente en las comunidades siempre se ha relacionado, sabe qué hacer con el agua, sabe dónde está, sabe cómo canalizarlo, por dónde se pierde y sabe qué consecuencias hay con el cambio climático, la pérdida, la sequía, la inundación. El agua es un elemento constitutivo de su vida y sus saberes. Es un saber que, generación tras generación, han administrado, generado. Es parte. Las telecomunicaciones, no. Entonces ese acercamiento hay que gestionarlo con la dificultad que, además, es algo que mensualmente se debe comprar y redistribuir.

Por otro lado, a mí me parece que es una enorme potencialidad, no sólo para las telecomunicaciones, sino para el campo de la comunicación volver a recuperar la idea de la comunicación como parte esencial de la condición humana. Me parece que esa es una potencialidad muy fuerte. Nos enfocamos a medios, mensajes, resultados mediciones y saberes técnicos y vamos perdiendo cada vez más el valor de cuál es el sentido humano de la comunicación para la vinculación cotidiana por el soporte que sea. Así como decía Carlos, probablemente las telecomunicaciones en unos años -como fue el teléfono fijo, la radio y en su momento la televisión- va a pasar de moda o porque esté resuelto o porque ya no importa que no esté resuelto (porque también nos acostumbramos a la desigualdad). Volver a recuperar, después de la pandemia, la idea de aislamiento como parte de un dolor profundo, de una desigualdad fuerte en la condición humana, me parece que es fundamental para volver a preguntarnos a los comunicadores y comunicadoras qué estamos pensando con la comunicación. ¿Para qué nos sirve social y humanamente? ¿Qué estamos trabajando? ¿En qué estamos pensando? ¿Qué estamos construyendo? Y por qué eso no es propiedad exclusiva ni de colegios ni de doctorados. Tiene que ver con un saber común y un ejercicio común. Entonces, me parece que esa es una enorme potencialidad que habilita romper algunos esquemas con límites muy establecidos como el de las telecomunicaciones para volver y decirles “no, las telecomunicaciones son parte de un derecho fundamental, que es el derecho a la comunicación de todos y todas en cualquier lugar y por cualquier soporte”.

CBF: Yo creo que una de las potencialidades y fortalezas de esos procesos (o, por lo menos, aspiraciones) es que sean más un pretexto para la organización y para esa búsqueda de la comunicación como algo intrínseco y que, además, tienen las condiciones adecuadas para suceder en las comunidades. Porque este tipo de proyectos sí se diferencian, también, en el sentido de que por lo menos hay una discusión al respecto de todo esto que acaba de decir Ana, en cuanto a lo práctico que puede resultar seguir dependiendo de un operador que te va a cobrar y que si no pagas te va a reducir el servicio.

Otra cosa que pienso tiene que ver con la elección de las tecnologías. Esta posibilidad de entender a las tecnologías y de entender que es posible incidir en ellas puede resultar en cosas muy importantes. Ahorita estaba recordando un caso de la Escuela de Redes Comunitarias de Indonesia en donde, a diferencia de las otras, hubo dos proyectos que trabajaron con la inteligencia artificial. Uno, un grupo de pescadores hombres, colocaron unos sensores para detectar dónde estaban los bancos de peces para poder hacer su pesca más rápida y, al mismo tiempo, medir cómo estaban los bancos de peces y dejar de pescar en aquellos que estaban dejando de ser sustentables para dejarlos un rato que crecieran. Volver así a manejar una pesca más sustentable. El otro, me parece mucho más relevante en el sentido de que, lo desarrollaron mujeres cuya función era cuidar las granjas de camarones. A eso se dedicaban todo el día: a medir el oxígeno, la temperatura, ver que las condiciones estuvieran adecuadas y no podían hacer otra cosa más que estar en estos lugares. Entonces desarrollaron una tecnología que les permitió tener toda la información en el celular, tener un sistema de alarmas, etcétera. Y ahora, al tener el tiempo que les quitaba estar en la granja, se empezaron a organizar y están desarrollando un montón de proyectos juntas. Se empezó a fortalecer realmente un tejido y están ocurriendo cosas en la comunidad que no tienen que ver directamente con la tecnología en sí o la conectividad, sino con la elección de una tecnología que está permitiendo que otras cosas ocurran.

Yo quisiera pensar que esas las principales fortalezas: que la gente se organiza (se organiza así con una cuestión que es muy útil y que puede beneficiar mucho y que, además, permite cerrar ciertas barreras que cada vez más visibles, y que estar desconectada o desconectado implica muchas cosas en la vida de las personas); que sirven para generar otros proyectos; y que estos conocimientos, estos entendimientos sobre las tecnologías, sobre su funcionamiento, sobre todas estas cosas generan tensiones distintas a las que nos hemos acostumbrado a pensar sobre ellas. Eso, además de todo lo que dijo Ana.

Y como debilidades, yo si insistiría en esa, la debilidad de seguir pensando que las redes comunitarias son proyectos de conectividad. Más bien es pensar que son proyectos organizativos para dar solución a problemas de comunicación, que pueden tener tecnologías bien diversas en su utilización y que pueden tener modos diferentes de acceder a ellos. Una debilidad que siento importante es que se sigue pensando como estrategias de conectividad por la misma gente que las impulsamos.