Entrevista a Ana Müller (Argentina) y Carlos Baca Feldman
(México): “Algo que funciona es cuando las comunidades hacen primero las
cosas”.
Una
conversación sobre redes comunitarias, marcos regulatorios y aprendizajes entre
experiencias de Argentina y México.
Interview with Ana Müller
(Argentina) and Carlos Baca Feldman (Mexico): “Something that works is when
communities do things first.”
A conversation about
community networks, regulatory frameworks and learning between experiences from
Argentina and Mexico.
Cómo citar:
COLLIVADINO, V. y BURGOS, R. (2023). Entrevista a Ana Müller (Argentina) y Carlos Baca Feldman
(México): “Algo que funciona es cuando las comunidades hacen primero las
cosas”. Una conversación sobre redes comunitarias, marcos regulatorios y
aprendizajes entre experiencias de Argentina y México. Revista
Argentina de Comunicación 11(14),
pp 213-228.
María Virginia Collivadino
Licenciada
en Ciencias de la Comunicación (UNSa). Becaria
Doctoral del CONICET con lugar de trabajo en el Centro Interdisciplinario de
Investigaciones en Tecnologías y Desarrollo Social para el NOA (CIITED-CONICET-UNJu). Se encuentra realizando el Doctorado en Comunicación
Social de la Universidad Nacional de Córdoba. Integrante de la Mesa de
Comunicación Popular de Salta y Jujuy. virginiacollivadino@gmail.com
Ramón Burgos
Licenciado en Comunicación Social (UNJu)
y Doctor en Comunicación (UNLP).
Coordinador
de la Licenciatura en Comunicación Social y Director
Alterno de la Unidad de Investigación en Comunicación Cultura y Sociedad
(UNICCS-FHyCS-UNJu).
Docente e Investigador en la FHyCS-UNJu y FH-UNSa. Integrante de la Mesa de Comunicación Popular de
Salta y Jujuy. monchoburgos@fhycs.unju.edu.ar
Carlos Baca
Feldman
Licenciado en Ciencias de la
Comunicación y Doctor y Magíster en Sociología. Coordinador General del Centro
de Investigación de Tecnologías y Saberes Comunitarios. Coordinador de
Investigación en REDES A.C. y Rhizomatica.
Coordinador del programa de formación de técnicos comunitarios "Techio Comunitario" en su versión internacional.
Ana Müller
Licenciada en Comunicación Social y
Tesista de la Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea. Técnica del
Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI).
Investigadora y docente de la Universidad Nacional de Salta. Integrante de la
Mesa de Comunicación Popular de Salta y Jujuy y la Red Interuniversitaria de
Comunicación Comunitaria, Alternativa y Popular) de Argentina.
¿Cuáles fueron los marcos legales que caracterizaron e
impulsaron los procesos en los que participan?
AM: Nosotros llegamos a conocer y a profundizar el tema de la
legislación sobre telecomunicaciones con muchas dificultades. Nos conectamos
con otras organizaciones como Redes y Rhizomática (de
México) y Altermundi (de Argentina), constituyendo en
su momento la Cumbre Latinoamericana de Redes Comunitarias. Esto fue un paso
importante para empezar a entender un escenario que es muy complejo (con
actores, instituciones, hasta palabras que eran totalmente ajenas a nuestra
cotidianeidad comunicativa), una estructura, tanto técnica como legislativa,
que estaba muy por fuera de lo que nosotros habitualmente veníamos
reconociendo. Siempre nos
pareció interesante que, en distintos países de América Latina, hay una conexión
muy grande entre radios comunitarias y redes comunitarias
que son dos modos distintos, pero que están hablando de lo mismo: el derecho a
la comunicación con las diversidades, con las posibilidades y con las improntas
que no están directamente vinculados a lo comercial, sino a otros intereses
sociales políticos sustentables. Teniendo siempre relación con la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), por su naturaleza multisectorial, pensándola en distintos
actores, en distintos territorios y habilitando otro tipo de legislación,
saliendo del esquema estatal y del comercial.
CBF:
Tenemos que seguir indagando en la relación que tiene la historia de estos
proyectos de conectividad de las comunidades, o las soluciones locales, con la
historia de las radios y, si nos vamos más atrás, de la gestión de otro tipo de
bienes y de recursos de las comunidades. El acercamiento que tuvimos
inicialmente con el tema del marco regulatorio, tiene
que ver mucho con que Erick Huerta, el coordinador general de Redes AC, quien
desde bastante joven trabajó en la Asociación de Televisión por Cable en México
y después trabajó en lo que en ese entonces era la Comisión para el Desarrollo
de los Pueblos Indígenas. Esa combinación de visiones o de lugares en donde él
estaba le permitió entender justamente eso: era importante generar un entorno
que permitiera que las radios dejaran de ser acosadas. En México, lo que
ocurrió, a diferencia de otros países, es que se empezaron a generar muchísimas
radios y también muchísimas radios que estaban alegales. Es decir, radios que
no eran ni ilegales ni legales, porque no había ninguna mención de ellas en
ningún lado. Todas estas radios, se llegaban a contar más de 200 o 300 radios
en México, aparecían, desaparecían, eran comunitarias, eran cristianas, de
narcos, de políticos, una variedad inmensa de radios. Y hubo un grupo de gente
que empezó a unirse más allá de AMARC -la Asociación Mundial de Radios
Comunitarias- y generaron lo que fue el Congreso Nacional de Comunicación
Indígena. Este Congreso estaba en la Cámara de Diputados, estaba en el Congreso
de México instalado y tenía una incidencia muy fuerte para que se lograra que a
las radios se les dieran concesiones en los términos en los que se querían.
Alrededor del año 2010, cuando se empezó a discutir realmente la reforma, la
Ley de Telecomunicaciones, tuvimos la Ley TELEVISA que fue una incidencia de
las grandes empresas de telecomunicaciones, de los grandes medios para darle su
propia ley y eso en realidad fue el parteaguas para que la gente se enojara y
exigiera otro tipo de Ley de Telecomunicaciones. Lo que ocasionó, pues, fue que
termináramos con una ley bastante buena que permite que haya medios de uso
social comunitario y medios de uso social Indígena. Y estas concesiones,
además, tienen la característica de que una vez que uno recibe la concesión
para radio, por ejemplo, la está recibiendo también para cualquier tipo de
servicios de telecomunicaciones. Este modelo, en realidad, no existe en otro
país como está aquí en México y permitió muchas cosas, entre ellas que
tuviéramos las primeras redes de telefonía celular comunitaria. Bueno las
primeras y las únicas, yo creo que ya no va a haber otras con esas mismas
características. Al permitir que hubiera esas condiciones para que las radios
pudieran hacerlo, para que hubiera otro tipo de medios, lo que ocurrió en la
realidad es que fueron pocas radios las que aplicaron para tener la licencia.
¿Por qué? Porque les implica cosas que las radios en realidad no quieren, desde
tener que comprar infraestructura muy costosa, homologada, de marca, tener que
pasar los spots del gobierno y de los partidos políticos, etcétera, entrar en
un juego que no les corresponde. Y aquí en México hay una visión muy clara de
las comunidades indígenas, de que quieren mantener sus territorios
comprendiendo que el espectro es parte de ese territorio, lo que cruza por sus
aires.
El
entorno necesita cambiar muchas mentes más allá de la regulación específica del
espectro que, en su momento, se creía que era lo fundamental. Hay muchas cosas
que transformar. Una de ellas -y yo creo que es la principal- es la idea de que
el gobierno va a poder solucionar las cosas de dos maneras: una, contratando
una empresa, pidiendo una licitación y, por ejemplo, pagando internet satelital
para todas las escuelas y cada seis años volviendo a hacer exactamente lo
mismo, sin realmente funcionar como debería funcionar; la otra es querer llegar
a todas las comunidades el propio gobierno con sus propias herramientas, como
lo está queriendo hacer en México actualmente. Y ninguna de las dos soluciones
van a funcionar, porque al final lo que se requiere es que haya mucha gente que
esté capacitada para poder solucionar fallas comunes, para poder entender qué
es lo que se requiere a nivel técnico para solucionar esas fallas, para poder
realmente tener servicios que sean pertinentes y adecuados a sus comunidades. Este
cambiar de perspectiva del gobierno no solamente tiene que ver con la
regulación directamente de telecomunicaciones, sino también de otras áreas como
la Secretaría de Hacienda o quienes recolectan los impuestos, como todas las
áreas que están encargadas de conectividad en la Secretarías de Educación o en
los Ministerios de Educación o de Salud, con la gente que define qué hacer con
el dinero dirigido a la conectividad, por ejemplo, para los telecentros. Es
decir, requiere cambiar muchas mentes y lo que nos hemos topado nosotros es que
es un reto constante estar peleándose con distintas entidades de los gobiernos
para poder transformar esas mentes y generar condiciones adecuadas. Ahora, como
decía Ana, otra ventaja es que a nivel de incidencia política ha existido buena relación y buena aceptación de instancias como la
Unión Internacional de Telecomunicaciones hacia iniciativas que las propias
comunidades generen para sus medios y sus redes comunitarias. Eso ha facilitado
justo que los países abran los oídos y vean qué es lo que se puede hacer.
Finalmente, yo creo que una cosa que funciona y que lo hemos mostrado en varias
ocasiones en diferentes contextos, no solo de América Latina sino inclusive en
África y en Asia, es cuando las comunidades hacen las cosas primero. La
experiencia que tenemos es que las redes comunitarias que ahorita están fuertes
y que han logrado incidencias políticas importantes en sus países, por nombrar
solamente casos como el de Argentina y el de Kenia -que los dos tienen Fondos
de Servicio Universal-, tienen dinero para las redes comunitarias, con modelos
muy diferentes (en Kenia son apoyos más pequeños, están más dirigidos; en
Argentina son demasiado grandes y eso puede ser un problema) pero al final es
porque ya existían las redes, tanto en Kenia, como en Argentina, como en
México, como en Colombia, como en Sudáfrica, como en Indonesia. Las redes han existido antes de que
existan las legislaciones adecuadas y más bien han provocado ellas la
legislación. Pensar al revés normalmente no tiene muchos éxitos.
Y en ese marco, ¿cuál es la
capacidad de incidencia política de las redes comunitarias?
AM:
Si pensamos en los 21 Puntos de la Coalición para una Radiodifusión Democrática
y la cantidad de años que se tuvo que gestar una propuesta para el cambio de
legislación sobre la LSCA en Argentina como respuesta final, la incidencia en
redes comunitarias fue bastante rápida. Quizás la asociación Altermundi, por ejemplo, puede decir otra cosa porque
vienen con otra historia, con algunos años antes de intento de incidencia, pero
tampoco han sido tantos en comparación. Los poderes de las telecomunicaciones son
gigantescos. Me parece que para poder pensar qué incidencia tenemos, también
tenemos que saber en función a quién la tenemos, lo cual no me parece menor.
Creo que, por ejemplo, que aparezcan como una posibilidad, una opción, que
organizaciones sociales sin fines de lucro o cooperativas puedan ser
prestadoras de Internet ha sido un paso muy importante para Argentina. Entonces
hay un escenario que viene de muchísimos años de postergación en donde los
sistemas de comunicación y telecomunicaciones no llegan a algunas zonas y hay
una historia muy larga de abandono, en muchos lugares a esas personas no se las
vio ni como usuarios ni como ciudadanos, tampoco se las vio como posibles consumidores y consumidoras. Frente a ese escenario, las
comunidades se organizan, se articulan para decir que hay otras soluciones, que
podemos gestar otras soluciones. Me parece que eso también tiene mucho que ver
con las posibilidades de incidencia. Hay una grieta por la cual podemos meter
un poco de luz, rascar con el dedo y hacer que eso se vaya haciendo más grande
para poder pasar todos y todas las que queramos pasar por ahí. Pero, entonces,
todavía creo que queda muchísimo por hacer, porque no está siendo tan sencilla la
implementación del programa Roberto Arias, en tanto no se ha salido de la
lógica encorsetada de quiénes pueden y deben prestar y sostener estos
servicios. Por otro lado, a nivel de otras naciones y otros modos de gestionar
el Internet, hay un dinamismo ahí -particular del propio universo de Internet-
que implica que todo el tiempo hay que estar generando ciertas discusiones.
CBF:
Yo creo que por muchos años se tuvo la claridad de que las radios para el poder
instituido podían ser peligrosas porque podían tener un discurso. La gente se
organiza y tiene un discurso, pero con la conectividad lo ven de una manera
bastante diferente. De verdad, no hay interés en los grandes operadores de
llegar a las comunidades, no les es redituable. Y al mismo tiempo, el gobierno
ha visto ya con mucho trabajo o después de mucho tiempo que es muy complicado
que logren llegar a todos lados y que lleguen de una manera adecuada. Entonces,
si la gente alza la mano y dice “yo te voy a ayudar a solucionar tus problemas
de conectividad”, lo van a aceptar, ¿no? Eso, casi, es general. De eso a que
den dinero, es un poco más difícil. Bueno, primero decir que muchos de estos
cambios dependen también de la gente que está en el gobierno, de quiénes son
tus interlocutores e interlocutoras. En México, durante el gobierno más malo
que hemos tenido en nuestros más recientes años -el de Enrique Peña Nieto- fue
justo cuando salió la ley que les comenté. Fue cuando se creó la Red de
Telefonía Celular Comunitaria. La gente siempre nos pregunta por qué en un
gobierno tan neoliberal fue cuando se creó ese tipo de política. En realidad,
más bien era un gobierno que no le interesaban muchas cosas ni que le prestaba
atención. Cuando creamos la red de telefonía, la Presidencia inclusive se colgó
de nosotros. Recuerdo, en algún momento, ir a la Cumbre Mundial de la Sociedad
de la Información a una mesa en la que estuvimos la directora de México
Conectado -que era la oficina de la estrategia de conectividad del gobierno
Peña Nieto- y yo presentando la telefonía. Ellos dicen “miren, estamos apoyando
las comunidades indígenas para que hagan su telefonía” y yo por otro lado
diciendo “bueno, pues sí, las comunidades se organizaron y ya dieron solución
algo que no se había solucionado ni del gobierno ni de las empresas”. Entonces
no es que no haya realmente una oposición tan fuerte y tan
dura, porque al final a unos no les interesa y a otros les beneficia
para poder cumplir con sus objetivos. Igual, este no es el mismo caso en todos
los países.
Otra
cosa que yo creo que es importante es esta historia de las radios comunitarias
y de los medios comunitarios. Esa historia, que ya se caminó, ha hecho que
suceda más rápido esta otra historia que se está tejiendo. Porque ya se vieron
los errores del pasado, ya se comprendieron muchas cosas. En muchos lugares,
donde están muy relacionadas las radios comunitarias con las redes
comunitarias, ya hay un aprendizaje de que eso es posible. Y hay experiencias
que muy rápido han ido logrando transformaciones.
Una
última cosa tiene que ver con la definición misma de las redes comunitarias.
Muchas veces el problema, cuando uno se mete en estos esquemas de demasiada
incidencia política y demasiado querer incidir ahí, hay que generar
definiciones y esas definiciones pueden jugar en contra. En muchas partes de
América Latina eso es lo que está pasando: son empresas que tienen una
perspectiva comunitaria, que están dentro de la propia comunidad, que se
entienden distinto, pero no necesariamente es que toda la comunidad está
involucrada en ellas. Hay casos y casos emblemáticos, pero lo que hemos visto
es que es muy distinto el trabajo en una red comunitaria -como un servicio de
conectividad- que en una radio -en donde hay un proceso de comunicación-.
Entonces, la gente se involucra más, la siente más suya. Y del otro lado puede
ser más complicado.
AM:
Yo haría una salvedad. “Sin fines de lucro” quiere decir que su fin no es ser
una empresa lucrativa capitalista dentro de los esquemas del mercado que
propone. Entonces, las cooperativas son empresas sociales que su origen no
tiene que ver estructuradamente con “hacemos esto por un negocio”, sino que hay
otros valores que están puestos en las priorizaciones y en los objetivos de esa
entidad. Es un problema que también se planteó muchas veces con la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual, en donde está el segmento para medios
sin fines de lucro, que ahí tiene que haber dinero de por medio para las
pautas, para -en el mejor de los casos- pagar salarios. Lo que sí cambia es la
intencionalidad. Acá siempre se usó la frase “sin ánimo de lucro no quiere
decir con ánimos de pérdida”. No es que va a pérdida, tiene
que tener una sostenibilidad y una sustentabilidad económica, aunque ese
no sea el sentido, no es hacerse ricos y ganar lo más posible con eso, sino
garantizar un derecho.
CBF:
Sí, ese es el entendimiento en Argentina. Aquí en México las radios
comunitarias -que también se dice que son sin ánimo de lucro- no pueden tener
anuncios comerciales, aunque sean locales. Hay maneras de jugar con eso, pero
les está prohibido. Parte de lo de cambiar
cabezas tuvo que ver con este entendimiento: que las radios comunitarias
son radios que la comunidad las mantiene, que lean como quieran, pero la
comunidad es la que las mantiene y entonces no puedes recibir otro apoyo. Ya
después se hizo un proceso para que parte del dinero que gasta el gobierno en
la publicidad gubernamental -el 1%- fuera a las radios comunitarias que tienen
concesión. Pero, insisto, eso es parte del juego de la incidencia política. A
veces, en un lugar tú colocas una palabra que puede tener mucho sentido, porque
tiene sentido con la historia y con los conceptos que ya están trabajados, que
en otro lugar no. En el tema de redes comunitarias, en específico, América
Latina tiene una fuerza muy importante en la incidencia a nivel de otros
continentes. Eso es súper importante y, entonces, lo que decimos nosotros aquí
se utiliza muchas veces como el parámetro al que hay que llegar. Parecería que hay que llegar a lo que están logrando
hacer en América Latina. Y esa idea ya no la quitamos, mucha de la gente ya nos
la quitamos, porque son contextos completamente distintos. No es un “llegar a…”, pero cuando tú tomas la
definición, puede en un contexto ser una cosa que no va a funcionar y que tenga
doble uso. Eso es, más bien, a lo que me refería, pero sí entiendo lo otro.
Por lo tanto, ¿qué necesitamos saber
para seguir actuando?
AM:
Lo que necesitamos saber y aprender es, primero, dejar de tener miedo a “no
saber”. En el campo de las telecomunicaciones nos atraviesa un montón.
Pareciera ser que no podemos meternos a conversar sobre eso porque hay un mundo
tecnológico tan, tan lejano que, como no sabemos, no podemos opinar, conversar,
intercambiar y aprender. Es romper esas barreras que, creo, están puestas por
distintas estructuras de legitimación del saber, del conocimiento y de las
construcciones colectivas que, para mí entender, están bastante en crisis. No
sé si es porque en algunas de ellas no ingresé nunca, pero las veo en crisis
también porque siento que nos están volviendo microcápsulas igual de aisladas
que las comunidades que no pueden avisar quién nació o quien murió porque no
tienen cómo. La escucha me parece que es clave: generar los espacios de
intercambio, de formación. A su vez, también creo que es fundamental para los
circuitos donde las telecomunicaciones es más un lenguaje común, volver a
pensarlo como que la tecnología sin personas, sin un componente social, no
tiene ningún sentido tampoco. O tiene un sentido que es extractivista,
monetario, que es por donde se desarrolla. A la hora de crearlos, hay que dar
esas conversaciones, hay que exigir que esos aprendizajes no sean sólo para el
campo de la comunicación. En ese contexto, Marita Mata nos preguntaba a nosotrxs, comunicadores y comunicadoras,
qué tenemos que aprender de esto. Bueno, tenemos que aprender que el internet
no es una nube que está y solo puede ser una empresa supranacional y de lo cual
nosotros y nosotras no vamos a poder tener nunca ninguna incidencia. También es
volver a recuperar la confianza y la mirada de que solos y solas no se puede,
tiene que ser un entramado de actores, saberes y recorridos para la incidencia,
para la transformación, pero también para salir de la palabra escrita a la
conexión real. Es primordial darle un lugar, porque conceptualmente podemos
decir un montón de cosas preciosísimas, después estamos tres años para ver cómo
hacemos para convencer al proveedor privado que nos venda 10 megas para
repartir entre 50 familias. Y estamos dándole nociones de todo y remando y
remando. Eso también es parte. Creo que también hay que aprender a trabajar con
la dificultad y la frustración que, me parece, van a ser dos conceptos claves
para las nuevas generaciones.
CBF:
Yo creo que hay muchas cosas que se tienen que aprender. Un poco lo decía Ana,
las propias comunidades y la gente ya se ha hecho cargo de otros asuntos de la
vida, lo han podido manejar y han descubierto que por x razón que es posible
hacerlo. Entonces, un primer aprendizaje es ese: que ya existen formas de
gestión, por ejemplo, del agua que son bastante similares en el fondo para la
gestión de una red comunitaria. Otra, que no es imposible, que dentro de todo esa inmensa cantidad de fierros e infraestructura si se
puede hacer algo propio, si se puede hacer algo pensado para la comunidad.
Otra, tiene que ver con las tecnologías: no necesariamente lo más nuevo es lo
mejor siempre. Eso es también una tendencia que está muy encarnada en las
propias comunidades, el pensar que la solución siempre es lo más nuevo o tener
el mejor ancho de banda, tener la mejor televisión con la mejor definición,
etcétera. Y, en realidad, muchas veces la elección de tecnologías pertinentes
puede llevarnos a una solución que tal vez no estamos pensando, y que no
necesariamente tienen que ver con la conectividad como la entendemos. Por
ejemplo, estos proyectos que hemos desarrollado de radios de onda corta, para
la comunicación en donde, en condiciones como la Amazonía de Brasil o la Sierra
Tarahumara en México, es casi imposible tener conectividad en todos lados y es
necesario tener otras estrategias en las que se solucionen temas de
comunicación de emergencias o para avisar inventarios entre los centros de
trueque, etcétera.
Otra
dimensión tiene que ver con entender que -y esto es algo que va a sonar
contradictorio todo lo que hemos estado diciendo- la conectividad como
conectividad probablemente no sea un problema dentro de pocos años. Ahorita
existe una fiebre de Starlink (nosotros instalamos el
fin de semana una red de Starlink en Chihuahua, en
una comunidad donde no había otra manera de hacerlo) que tiene implicaciones
horribles y que nos lleva a pensar realmente en una distopía convirtiéndose en
realidad. Una distopía en la que un señor, que de por sí está muy loco, es
quien puede conectar y desconectar a la gente cuando le dé la gana a través de
estos satélites. Pero lo cierto es que todos los días yo me entero de redes
nuevas en todas partes del mundo que están siendo conectadas por Starlink. Y que al final tampoco es que las otras redes,
por donde nos conectamos antes (aquí en México por Telmex o Claro), las
compañías grandes sean como tortitas en dulce -como diríamos en México-, que sean pues organizaciones comprometidas
con lo comunitario, que no haga ningún daño, sino que también lo hacen, pero
cambia un poco el juego de poder, ¿no? Entonces pensar que la conectividad como
tal probablemente no sea un problema en los próximos años. Seguramente habrá
comunidades, como hay comunidades todavía sin electricidad a pesar de tantos
años de estar llevando electricidad a todas partes, pero serán las menos. El
problema real de las redes comunitarias es lo que se está conociendo como el valor agregado. El problema con las
redes comunitarias es que ese valor agregado ha sido muy costoso de ponerlo. Es
un poco lo que decía Ana también con respecto a que necesitamos volvernos más
interdisciplinarios. Dejar los hilos, esas cosas separadas en donde uno pone
las semillas para que no se junten para poder trabajar más bien en conjunto. El
camino tiene que ver con cómo montamos cosas que sean interesantes en esas
redes para las propias comunidades. Ya sea productos que ellas mismas hagan o
productos que les sean atractivos. Cómo montamos intranets o estos espacios más
cerrados de contenidos propios. Como en el caso de Wiki Katat,
el operador móvil virtual comunitario.
Finalmente,
¿cuáles son, entonces, las debilidades y fortalezas del campo?
AM: Algunas son debilidades y fortalezas al
mismo tiempo. Por un lado, esta interrelación de actores entre empresa,
estados, comunidad y organizaciones sociales, me parece que es una debilidad,
pero también puede ser una fortaleza. Reconocer ese tejido de actores, de
instituciones y comunidades me parece que hoy por hoy es una debilidad porque
son muchos componentes, en niveles distintos, incluso con la complejidad de lo
supranacional. Por un lado, venimos proponiendo en distintas instancias del
Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI) o conjuntamente con la Mesa de Comunicación Popular de Salta y
Jujuy en mesas intersectoriales para poder discutir el derecho a la
conectividad y a la comunicación. En eso hay que seguir insistiendo. No hemos
tenido ningún tipo de capacidad de incidencia. Salvo una reunión con un
municipio, una empresa privada, la comunidad, la cooperativa y organismos
nacionales que se hizo el año pasado, en las localidades de Molinos y Seclantás, que tuvo interesantes acuerdos desde acceso a la
información sobre planes, esto del programa Roberto Arias que con la
cooperativa podría funcionar, y también acuerdos entre cuántos megas podemos
acceder o cuánto hay disponible para que podamos renegociar conjuntamente. Porque aunque la empresa quiere solo prestar el servicio en
los centros urbanos y la cooperativa comunitaria, quiere hacerlo sobre los
cerros, se necesita uno u otro para conseguir esos megas. Otra de las
debilidades que hay en el proceso tiene que ver con los mitos y tabúes o los
prejuicios que hay sobre un sector sobre otro. “No, son atorrantes, no nos van
a querer prestar, o nos van a robar o nos van a sacar los potenciales
clientes”. Digo, esa serie de prejuicios que, también, sólo con reuniones y construcción
de vínculos se pueden ir rompiendo en algunos casos y en otros casos no. Hay
que saber perder y agarrar la puerta por otro lado. Que también nos ha pasado
entre proveedores privados y algunas experiencias de conectividad acá en Salta.
Por otro lado, otra de las debilidades
más fuertes que tenemos en Argentina es que el internet es un bien o un
servicio que está dolarizado y que se maneja a precio dólar. Nuestra economía
está permanentemente en estado de crisis, tensión, angustia y desolación con el
tema del dólar. Eso es algo que, por ejemplo, en México me parece que se vive
de manera diferente. Entonces acá hay proveedores privados que te cobran mes a
mes y vos nunca vas a saber cuánto pagar, porque el precio está dolarizado. Esa
es otra dificultad que tiene: es algo que se compra todos los meses. Carlos
hacía la comparación con el tema del agua. Pero hay dos diferencias: una es que
con el agua la gente en las comunidades siempre se ha relacionado, sabe qué
hacer con el agua, sabe dónde está, sabe cómo canalizarlo, por dónde se pierde
y sabe qué consecuencias hay con el cambio climático, la pérdida, la sequía, la
inundación. El agua es un elemento constitutivo de su vida y sus saberes. Es un
saber que, generación tras generación, han administrado, generado. Es parte.
Las telecomunicaciones, no. Entonces ese acercamiento hay que gestionarlo con
la dificultad que, además, es algo que mensualmente se debe comprar y
redistribuir.
Por otro lado, a mí me parece que es una
enorme potencialidad, no sólo para las telecomunicaciones, sino para el campo
de la comunicación volver a recuperar la idea de la comunicación como parte
esencial de la condición humana. Me parece que esa es una potencialidad muy
fuerte. Nos enfocamos a medios, mensajes, resultados mediciones y saberes
técnicos y vamos perdiendo cada vez más el valor de cuál es el sentido humano
de la comunicación para la vinculación cotidiana por el soporte que sea. Así
como decía Carlos, probablemente las telecomunicaciones en unos años -como fue
el teléfono fijo, la radio y en su momento la televisión- va a pasar de moda o
porque esté resuelto o porque ya no importa que no esté resuelto (porque
también nos acostumbramos a la desigualdad). Volver a recuperar, después de la
pandemia, la idea de aislamiento como parte de un dolor profundo, de una
desigualdad fuerte en la condición humana, me parece que es fundamental para
volver a preguntarnos a los comunicadores y comunicadoras
qué estamos pensando con la comunicación.
¿Para qué nos sirve social y humanamente? ¿Qué estamos trabajando? ¿En qué
estamos pensando? ¿Qué estamos construyendo? Y por qué eso no es propiedad
exclusiva ni de colegios ni de doctorados. Tiene que ver con un saber común y un ejercicio común. Entonces, me parece que
esa es una enorme potencialidad que habilita romper algunos esquemas con
límites muy establecidos como el de las telecomunicaciones para volver y
decirles “no, las telecomunicaciones son parte de un derecho fundamental, que
es el derecho a la comunicación de todos y todas en cualquier lugar y por
cualquier soporte”.
CBF: Yo creo que una de las potencialidades y fortalezas de
esos procesos (o, por lo menos, aspiraciones) es que sean más un pretexto para
la organización y para esa búsqueda de la comunicación como algo intrínseco y
que, además, tienen las condiciones adecuadas para suceder en las comunidades.
Porque este tipo de proyectos sí se diferencian, también, en el sentido de que
por lo menos hay una discusión al respecto de todo esto que acaba de decir Ana,
en cuanto a lo práctico que puede resultar seguir dependiendo de un operador
que te va a cobrar y que si no pagas te va a reducir el servicio.
Otra cosa que pienso tiene que ver con la
elección de las tecnologías. Esta posibilidad de entender a las tecnologías y
de entender que es posible incidir en ellas puede resultar en cosas muy
importantes. Ahorita estaba recordando un caso de la Escuela de Redes
Comunitarias de Indonesia en donde, a diferencia de las otras, hubo dos
proyectos que trabajaron con la inteligencia artificial. Uno, un grupo de
pescadores hombres, colocaron unos sensores para detectar dónde estaban los
bancos de peces para poder hacer su pesca más rápida y, al mismo tiempo, medir
cómo estaban los bancos de peces y dejar de pescar en aquellos que estaban
dejando de ser sustentables para dejarlos un rato que crecieran. Volver así a
manejar una pesca más sustentable. El otro, me parece mucho más relevante en el
sentido de que, lo desarrollaron mujeres cuya función era cuidar las granjas de
camarones. A eso se dedicaban todo el día: a medir el oxígeno, la temperatura,
ver que las condiciones estuvieran adecuadas y no podían hacer otra cosa más
que estar en estos lugares. Entonces desarrollaron una tecnología que les
permitió tener toda la información en el celular, tener un sistema de alarmas,
etcétera. Y ahora, al tener el tiempo que les quitaba estar en la granja, se
empezaron a organizar y están desarrollando un montón de proyectos juntas. Se
empezó a fortalecer realmente un tejido y están ocurriendo cosas en la
comunidad que no tienen que ver directamente con la tecnología en sí o la
conectividad, sino con la elección de una tecnología que está permitiendo que
otras cosas ocurran.
Yo quisiera pensar que esas las
principales fortalezas: que la gente se organiza (se organiza así con una
cuestión que es muy útil y que puede beneficiar mucho y que, además, permite
cerrar ciertas barreras que cada vez más visibles, y que estar desconectada o
desconectado implica muchas cosas en la vida de las personas); que sirven para
generar otros proyectos; y que estos conocimientos, estos entendimientos sobre
las tecnologías, sobre su funcionamiento, sobre todas estas cosas generan
tensiones distintas a las que nos hemos acostumbrado a pensar sobre ellas. Eso,
además de todo lo que dijo Ana.
Y como debilidades, yo si insistiría en esa, la debilidad de seguir pensando que las
redes comunitarias son proyectos de conectividad. Más bien es pensar que son
proyectos organizativos para dar solución a problemas de comunicación, que
pueden tener tecnologías bien diversas en su utilización y que pueden tener
modos diferentes de acceder a ellos. Una debilidad que siento importante es que
se sigue pensando como estrategias de conectividad por la misma gente que las
impulsamos.