Comunicar comunidad. Una experiencia de comunicación comunitaria en la localidad de
Tilisarao (San Luis)
Communicate
community. A community communication experience in the town of Tilisarao (San Luis)
Cómo citar: GARCÍA, R. E. e HIDALGO, A. L.
(2023). Comunicar
comunidad. Una experiencia de comunicación comunitaria en la localidad de
Tilisarao (San Luis). Revista Argentina de
Comunicación 11(14), pp 64-97.
Rodrigo
Ezequiel García
Licenciado en
Comunicación Social por la UNSL. Jefe de Área de Comunicación y Jefe de Área de
Educación de la Municipalidad de Tilisarao, San Luis. Se desempeña como docente
del Nivel Medio en la Educación Pública. ezesietesoles@gmail.com
Ana
Laura Hidalgo
Profesora Regular de
la UNSL e Investigadora de CONICET. Doctora en Ciencias Sociales por la UBA.
Magister en Política y Planificación Social y Especialista en Gestión Social
por la UNCUYO. Especialista en Comunicación Digital por la UNLP. Licenciada en Comunicación
Social por la UNSL. alhidalgo@email.unsl.edu.ar
Fecha de Recepción:
24/07/2023 - Fecha de aprobación: 15/09/2023
Resumen
El artículo presenta el desarrollo
de una comunicación comunitaria gráfica y las decisiones tomadas para la
construcción de los procesos participativos que llevaron a su producción,
conjuntamente con las organizaciones sociales de la comunidad de Tilisarao,
durante el contexto de pandemia por COVID-19.
Esta labor involucra el desafío que
nos compete como comunicadores sociales: el de repensar políticamente la
comunicación como práctica
articuladora de derechos humanos, reconocidos y legitimados por
diferentes instrumentos legales. Trabajamos en ese sentido, estrategias de comunicación que
posibilitaron la participación de las personas y el abordaje de problemas
prácticos y necesidades identificadas y definidas por ellos, a través del
diálogo colectivo. Involucramos a actores sociales reconocidos a través de la
exploración de archivos institucionales, el relevamiento de experiencias
similares en la comunidad, la aplicación metodológica de instrumentos de
recolección de datos y un mapeo participativo de actores sociales, entre otros.
Desarrollamos la información relevada en el trabajo de campo que da cuenta del
contexto comunitario y el mapa de actores/referentes y la participación de los
mismos en estos instrumentos.
El resultado decantó en la
experiencia de participación colectiva de diversas instituciones, donde las personas
pudieron expresar opiniones y puntos de vista, comunicar inquietudes y proponer
acciones a la hora de construir el consenso para el producto gráfico final:
“Comunicando andamos”. Esta publicación involucró la intervención
de diversas organizaciones y sirvió como herramienta de socialización de
nuestras prácticas.
Palabras claves:
comunicación-comunidad-derechos humanos-participación
Abstract
The
article presents the development of a graphic community communication and the
decisions taken for the construction of the participatory processes that led to
its production, together with the social organizations of the Tilisarao community, during the context of the COVID-19
pandemic.
This
work involves the challenge that concerns us as social communicators: that of
politically rethinking communication as an articulating practice of human
rights, recognized and legitimized by different legal instruments. In this
sense, we work on communication strategies that make it possible for people to
participate and address practical problems and needs identified and defined by
them, through collective dialogue. We involve recognized social actors through
the exploration of institutional archives, the survey of similar experiences in
the community, the methodological application of data collection instruments
and a participatory mapping of social actors, among others. We develop the
information collected in the field work that accounts for the community context
and the map of actors/references and their participation in these instruments.
The
result decanted in the experience of collective participation of various
institutions, where people were able to express opinions and points of view,
communicate concerns and propose actions when building consensus for the final
graphic product: "Comunicando andamos". This publication involved the intervention
of various organizations and served as a tool for socializing our practices.
Keywords:
communication-community-human rights-participation
Introducción
El presente trabajo[1] se sitúa desde la reflexión
sobre el ejercicio del derecho a la comunicación como práctica articuladora de
derechos humanos. Realizamos la tarea junto a miembros de la comunidad de
Tilisarao, ubicada en el norte de la provincia de San Luis, República Argentina.
El derecho a la comunicación no es patrimonio de
periodistas, especialistas o propietarios de medios, sino que es un derecho de
todos, todas y todes[2] y
que debe involucrarlos en “procesos individuales y colectivos de construcción
del conocimiento” (Gumucio Dagron, 2012, p. 2). Para
asegurar que todos pudieran ser incluidos en esta propuesta, diseñamos
estrategias de comunicación que permitieran lograr la participación y el
abordaje de problemas prácticos y necesidades identificadas y definidas en una
serie de encuentros con diferentes actores sociales y miembros de la comunidad.
Junto a ellos, a través de encuentros
presenciales y virtuales -atendiendo a los cuidados sanitarios que el contexto
de pandemia posibilitó-, coordinamos la creación de una revista comunitaria impresa.
Es importante aclarar, que este trabajo puso especial énfasis principalmente en
generar una experiencia de participación colectiva en la cual las personas
pudieran expresar diversas opiniones, puntos de vista, inquietudes y proponer
acciones para construir el consenso sobre el producto gráfico final.
La falta de visibilidad de la ciudadanía local
en los medios masivos provinciales y nacionales, en los cuales los discursos
propuestos tienden a la homogenización, silenciando muchas veces las voces de
los actores de la comunidad, nos invitó a reflexionar en la búsqueda de
comunicaciones alternativas que permitieran recuperar la palabra, el diálogo
(algunas veces, consenso y tantas otras disidencias). Entonces, implicó
recuperar el derecho a la comunicación, a poner en común inquietudes,
necesidades y objetivos que permitan el ejercicio pleno y democrático de la
ciudadanía.
Entendemos que la comunicación es un derecho que
permite visibilizar y potenciar la dimensión política de las prácticas con la
comunidad. Para concretar ese derecho buscamos estrategias de comunicación que
posibilitan la participación de las personas y el abordaje de problemas
prácticos y necesidades identificadas y definidas por ellos, a través del
diálogo colectivo; esta es una responsabilidad que involucra a otros actores,
como las organizaciones sociales y el propio Estado, entre otros.
Consideramos que el desafío que nos compete a
los comunicadores sociales en el presente, es el de repensar políticamente la
comunicación para contribuir a la reflexión de la importancia del ejercicio
democrático en nuestras comunidades, el goce pleno de sus derechos individuales
y colectivos y los procesos de la construcción de un nosotros. Ese nosotros que
intentamos construir al COMUNicar COMUNidad, es
el esfuerzo de voluntades por lograr una “comunión comunicativa”, una suerte de
encuentros que permiten reencontrarnos en la alteridad; pensar propuestas de
acciones colectivas tras la necesidad de visibilizar las voces de los actores
sociales de Tilisarao. Propusimos una vuelta a un espacio común, a comunicar
comunidad, en comunidad y para la visibilización de
la comunidad. Desde la participación activa se puede reconocer como comunidad
de derecho; sólo así la discusión está en las manos, voces y acciones
pertinentes.
Este artículo se organiza en diversos momentos;
en primer orden, esbozamos las referencias conceptuales[4] y el marco referencial del
trabajo. Posteriormente, presentamos las decisiones metodológicas del estudio;
finalmente, el producto comunicacional y las consideraciones finales de este
recorrido.
Comunicación: ¿un concepto apropiado por los
medios?
Si la práctica comunicativa es parte de esa
experiencia sustancial humana y constitutiva de la actividad social, ¿quiénes
son/somos sujetos de la comunicación?
Mata enuncia que, con la aparición y
desarrollo de tecnologías en el campo comunicativo, “la sociedad asumió las
modalidades de comunicación masiva, se buscaron modelos explicativos para
comprender y orientar esas prácticas” (1985, p. 39). Sin embargo, para ella
estos modelos se transformaron en “modelizantes” (p. 39.), adquiriendo
carácter totalizador en nuestra manera de pensar y hacer comunicación. En
consonancia, Gumucio Dagron afirma algo similar
cuando dice que la comunicación no es patrimonio de especialistas sino un
derecho humano fundamental (2012). Lo que está en juego en estos procesos es la
legitimación de quiénes están habilitados a comunicar. La palabra de algunos
pocos actores en detrimento del silencio de otros, y como si fuera poco, el
incuestionable estatus de la verdad que sus discursos cobran en nuestra
sociedad.
La discusión sobre la homologación
entre la acción de informar y el derecho a comunicar sigue vigente en distintas
esferas de nuestra sociedad. Nuestra intención -en parte-, es la de contribuir a la discusión
sobre dichas construcciones.
A fines de la década del ‘70 se publica el
informe Un solo mundo, voces
múltiples, realizado por la Comisión presidida por el premio Nobel, Mac
Bride, para la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Dicho trabajo introdujo en la agenda internacional
el debate sobre la universalidad del derecho a la comunicación y del acceso a
la información, entre otros temas.
Si comunicar es nuestro derecho
(garantizado por leyes, acuerdos y tratados, nacionales e internacionales) que
debe ser ejercido, también conlleva obligaciones y responsabilidades. Gumucio Dagron afirma que
los Estados nacionales “se han puesto de
acuerdo en sistemas legales de promoción y protección de los derechos humanos
en general y del derecho a la comunicación en particular” (2012, p. 2), pero
para garantizar que este derecho humano fundamental se respete, si bien es
necesario un marco jurídico que sirva para salvaguardar las garantías, todos
los actores involucrados (invitados y no) debemos participar a tal fin.
Nuestro derecho a comunicar derechos
Cuando nos referimos a la expresión
“comunicar derechos humanos” consideramos relevante señalar que no nos
referimos al acto de informar sobre los mismos. Como se expresó anteriormente,
nos distanciamos de los posicionamientos teóricos que sostienen la homologación
que históricamente se ha realizado en el campo periodístico entre los conceptos
de informar y comunicar.
Retomar la raíz etimológica de la
palabra comunicación (que la sitúa en la puesta
en común y el compartir), propone
entender que en ella está presente un intercambio de conocimiento que no se
limita sólo a informar, sino
que es más complejo que eso. Gumucio Dagron reconoce
que esa complejidad no tiene que ver con un argumento de tipo intelectual, sino
con “el conocimiento de la propia realidad y la necesidad de comunicar los
derechos individuales y colectivos desde una posición de ciudadanía” (2012, p.
8). Esto implica hacer partícipe a los otros
de los derechos que se ponen en común en el espacio público; de este
modo, generar espacios de participación es necesario y condición de posibilidad
comunicarlos. Coincidimos con este autor cuando
enuncia que “la comunicación de los derechos pasa por la acción, porque la
comunicación es acción relacional y acción comunicativa” (2012, p. 8); por
tanto, no se limita únicamente a la transmisión de información. Es una
experiencia que posibilita a la comunidad transformar relaciones asimétricas de
poder: potenciar las voces minoritarias; discutir políticamente el orden
hegemónico de las cosas; accionar, en fin, para la consecución de derechos y en
pos de la justicia social.
Memorias de la (otra) comunicación
La comunicación popular,
alternativa, comunitaria,[5] o la
“otra comunicación”, surge en América
Latina en el marco cultural de proyectos políticos populares durante la década
del
Estos autores destacan que a la
“otra comunicación” fue vinculada en el pasado a “prácticas comunicativas que
buscan opciones transformadoras de la realidad social, con un proyecto
alternativo de sociedad” (
En este sentido, la finalidad de los
medios comunitarios, a diferencia de otros medios, está orientada “hacia una
función educativa y de concientización, de los propios derechos y necesidades,
con la consecuente valoración de las identidades territoriales (...)” (
Kejval (2010), realiza aportes
similares cuando se refiere al propósito de las radios comunitarias como el de
construir comunidad, agregando que “esto implica fortalecer lazos, compromisos,
proyectos a largo plazo, identidades, participación política, resistencia,
espacio público” (
Cardoso (20
En este sentido, Mata
(2009) define la existencia de dos tipos de horizontes: la primera respecto a
“una cantidad de experiencias y de prácticas de comunicación que se
caracterizan a sí mismas como orientadas a fortalecer ciertos lazos
comunitarios” (
Medios ¿populares, comunitarios o alternativos?
Se han suscitado muchas discusiones
académicas en torno a estas acepciones. Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino
(2018) se encargaron de comparar y diferenciar estos conceptos, “para
aportarlos en futuros debates”, remitiéndose para ello a estudios en Comunicación
y Cultura en América Latina. Intentaron dar un anclaje a los conceptos de popular, alternativa y comunitaria,
“para indagar sobre la relación entre la comunicación comunitaria y lo
territorial, la comunicación alternativa y el campo ideológico y la
comunicación popular y la construcción identidades” (p. 4); y además se
propusieron dar cuenta de la polisemia y variabilidad de sus usos.
Los autores sostienen que “existe
una variedad de concepciones y significaciones respecto a las tres nociones
que, en algunos autores, conllevan la indistinción o la superposición” (2018,
p. 5), indicando que existen fronteras difusas entre los términos. De este
modo, lo que nosotros enunciamos como la “otra comunicación” remite a los
conceptos de lo comunitario, lo popular y lo alternativo. Estas integran las
tres categorías de mayor utilización pero que según Uranga, “al fin de la
transformación y dinamización social, es menester verlas en conjunto” (2018, p.
5).
Esto supone reconocer la
interrelación de los entramados sociales de la realidad: lo territorial, lo
ideológico y lo identitario de los procesos comunicacionales que no pueden
aislarse. Por el contrario, deben ser comprendidos en una complejidad multidimensional.
Si bien reconocemos estos debates,
en este trabajo a efectos de abordar desde un lugar el tema de trabajo, lo
haremos desde lo comunitario. Esto, según Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino,
supone reconocer que:
Los
debates de la comunicación desde la perspectiva comunitaria se realzan, más que
nada en el plano nacional Argentino, en épocas de crisis institucional donde
surgen modos de efectuar la comunicación desde territorios más tangibles,
locales. Justamente es la clave territorial la que atraviesa y condiciona la
perspectiva comunitaria. (p. 22)
Medios comunitarios y la tarea de participar en
derechos
Plantear la comunicación como
proceso es discutir el carácter instrumental que se le ha otorgado muchas veces
a este concepto y re-situarla nuevamente en los sujetos.
Es importante reconocer el aporte que Ávila Huidobro y Kejval realizan a la hora de caracterizar las búsquedas y
objetivos de las radios comunitarias a lo largo de su historia, que nos
permiten vislumbrar la importancia que tienen estos medios para sus
comunidades. Estos medios juegan un papel antagónico al sistema de medios
hegemónicos; por tanto, su papel está centrado
en disputar el sentido de la palabra en el terreno de lo simbólico (Ávila
Huidobro y Kejval, 2017, p. 41).
La comunicación comunitaria recupera
las relaciones de la comunidad, el lugar de poner
en común que plantea etimológicamente en su origen la palabra comunicación,
cuestiona las decisiones políticas y amplifica la discusión por los derechos
humanos en una sociedad democrática.
Comunidad, un encuentro que se construye
Destacamos la importancia del
“encuentro” y la puesta en común a través del diálogo y la palabra; para
construir significados comunes, pensar y concretar acciones. Freire lo describe
como “Cuando los dos polos del diálogo se ligan así, con amor, con esperanza,
con fe el uno en el otro, se hacen críticos en la búsqueda común de algo”
(Freire en Kaplún, 1985, p. 63).
El diálogo de diversos actores
aporta perspectiva y experiencia, dos conceptos que tomamos
de Aragno (2010), y que para la autora son
“fundamentales a la hora de comprender cómo en cada proceso de construcción
común aparecen las pinceladas coloridas de las inscripciones personales en el
gran cuadro que llamamos comunidad” (p. 119). El concepto de perspectiva se define como “mirar con el
volumen que genere la distancia que ustedes se tomen entre la comunicación, el sí mismo (…) y el hecho
comunitario” (p. 120). Para Aragno es importante
que sepamos en qué lugar estamos situados y saber que podemos pararnos en otra
parte y hacerlo en lugar “del otro” (p. 120). Por otra parte, la autora cita a Larrosa quién
propone pensar la experiencia como un
acontecimiento, “el pasar de algo que no soy yo […] que no depende de mí, que
no es una proyección de mí mismo, que no es el resultado de mis palabras y mis
ideas […] Que no soy yo” (p. 122) y que implica “saber que hay otros en juego”
aportando su ser en forma completa y comunicable, con el lenguaje que cada uno
se habilite, y que podremos o no comprender, lo dicho y no dicho (p. 123).
Balán, Alegría y Borri
remarcan la categoría espacial de la comunicación comunitaria, más
específicamente desde lo barrial como: “El intento de darle sentido a los
elementos de la comunicación barrial y familiar desde la perspectiva de la
posibilidad de la unión, la solidaridad y la organización en el barrio” (Balán, Alegría, Borri, 2013, citados en Navarro Nicoletti
y Rodríguez Marino, 2018, p. 23).
Para los autores el
énfasis está puesto en entender la comunicación comunitaria “trabajada desde los intereses, problemas, necesidades e
inquietudes de los sectores populares en un terreno de disputa política”. Los medios masivos de
comunicación y la comunicación comunitaria se
separan en cuanto a sus objetivos, remarcando que, para esta última, el consumo
no es clave, sino más bien “interlocutores críticos, solidarios y activos” (p.
24).
Mata (2009) menciona que, desde el campo
político-cultural, siempre se habló sobre la necesidad de reconstruir los
viejos lazos comunitarios, y con esto se refiere a la capacidad de convocatoria
y participación social en los espacios e instituciones que lo constituyen como
actores de la vida en común (2009, p. 25). La autora afirma que la noción de “comunicación comunitaria” implica el
“agrupamiento de personas con valores, significados y
expectativas compartidas”, donde ese compartir o lo
comunitario “no puede ser visto como un
paraíso sin conflictos”. Interpretando
que la comunidad es parte de un contexto mayor,
sostiene: “La comunicación comunitaria debe ser un
espacio de integración de diferentes grupos. No sólo de grupos de la misma
comunidad sino de personas e instituciones que, situadas en distintos lugares,
pueden compartir un mismo horizonte político” (p. 29).
Huergo (2009) remarca al respecto la idea de poner en el
eje de la discusión al territorio, como “producto del diálogo que establecemos
con una comunidad de la cual formamos parte, aunque a veces solemos abstraernos
de ella” (p. 38).
En continuidad con lo expuesto, Uranga (2009) pone en relieve “la necesidad de contextualizar la comunicación comunitaria
desde el territorio […] como lugar de derechos y reconocimiento tangible de los
mismos, donde la comunicación comunitaria pueda funcionar efectivamente como
facilitador y constructor de ese espacio público” (p. 183). Para él la comunicación
comunitaria “no podrá prosperar si no somos
capaces de diseñar estrategias comunicacionales que vayan aportando a la
construcción de políticas de comunicación elaboradas desde el Estado con la
participación de actores sociales diversos” (p.183). Más adelante
enmarcamos nuestra posición sobre el Estado como garantizador de derechos y,
sobre todo, del derecho a la comunicación.
Actores de la alteridad
La alteridad, según Aragno, implica pensar en el descubrimiento que el “yo”
hace del “otro” y del “nosotros”, lo que hace surgir, “una amplia gama de
imágenes del otro, del ‘nosotros’, así como visiones múltiples del ‘yo’ […]
comprendernos y sabernos alterados por los otros y a reconocer que alteramos
todo aquello con lo que nos ponemos en contacto” (2010, p. 123).
Todorov (1987) aporta al respecto la
relatividad que implica hablar y pensar a ese otro: “Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse
cuenta de que no somos una sustancia homogénea, y radicalmente extraña a todo
lo que no es uno mismo: yo es otro” (p. 13).
El concepto de “alteridad” nos permite
pensar esta “comunidad orquestal” que busca establecerse a través de procesos
de consenso (con sus disensos incluidos). En este trabajo cuando pensamos en la
participación colectiva, nos referimos a actores sociales como el Estado, organizaciones civiles, comunicadores sociales y
diversos actores ciudadanos, entre otros, que necesariamente necesitan
encontrarse y poner en común ideas y
acciones para lograr una comunidad que los incluya y posibilite la consecución
de sus derechos.
Robirosa (2006) define
que un actor social es ese otro con
que nos topamos en una relación de interacción que se da en un escenario
concreto. Para este sociólogo, un actor social puede ser un individuo, un
grupo, una organización o institución de cualquier tipo, ya sea una empresa, un
organismo de gobierno, una organización de la comunidad.
En estado de gracia: la importancia del Estado
como garantizador de derechos
La última dictadura cívico-militar y
décadas de gobiernos neoliberales en Argentina, generaron por parte del Estado
un modelo político-económico desigual y excluyentes respecto de las relaciones
sociales que habían sido impulsadas por el Estado Benefactor. La Ley de Radiodifusión N° 22.285 sancionada en 1980, es una prueba de acciones postergadas por el
Estado a la hora de garantizar el derecho a la comunicación de la ciudadanía
argentina.
La analogía orquestal propone que el
sujeto participa en la comunicación; desde nuestra posición intentamos
visibilizar esa participación como un derecho fundamental para la consecución
de otros derechos. En este punto cabe preguntarnos quién o quiénes y qué
actores deben intervenir y garantizar que eso así suceda. Interrogante que nos
remite al hacer del Estado, quien, en el escenario democrático actual, debe
garantizar los derechos individuales y colectivos, y la justicia social.
Por tanto, entendemos que el Estado
tiene la obligación y el deber de garantizar los derechos humanos y, en este
marco, generar las condiciones para el ejercicio del derecho a la comunicación
de todos los sujetos es indispensable para lograrlo.
Como expresamos anteriormente, el rol del Estado es
fundamental para que los individuos puedan participar del derecho a la comunicación.
Sin embargo, no es el único actor involucrado para que esto así suceda.
Los comunicadores sociales son
actores fundamentales para que la comunidad pueda acceder al goce de derechos;
promover la creación de espacios para lograr mayor participación en las
decisiones políticas y planificación de proyectos sostenibles y duraderos en la
comunidad; permitir que diversas voces puedan dialogar políticamente para
lograr mayor inclusión social; contribuir a una cultura de intercambio de
experiencias y cooperación de conocimientos, entre otros.
Uranga, junto a otros investigadores, destacan el papel que
cumplen las organizaciones y los movimientos sociales en los micro procesos a
nivel local, barrial o comunitario diciendo que: “las organizaciones sociales son las que mantienen
contacto más estrecho con los vecinos y conocen en profundidad la historia, la
cultura, la identidad, las necesidades y los recursos de cada comunidad” (2009,
p. 8). La organización social es clave para construir solidaridades, proyectos
colectivos y participación para construir una sociedad más justa.
En este trabajo rescatamos la
importancia de pensar y vivenciar procesos de cómo construir un
producto comunicacional. Y que esta construcción nos permita dialogar, debatir,
disentir, encontrarnos y construirnos como comunidad desde la puesta en común de un proyecto
comunicacional participativo y político; que apareje la toma de conciencia de
nuestros derechos desde la práctica comunicativa, más que el producto
comunicacional en sí mismo. Por tanto, la centralidad de este trabajo no estuvo puesta en el
producto comunicacional, sino en el cómo
lo construimos; sobre esto nos detendremos en el siguiente momento de este
artículo.
Creemos necesario valorar el
encuentro de los actores sociales antes mencionados. Nos proponemos COMUNicar COMUNidad, para ello
abogamos a una propuesta de cómo podemos comulgar objetivos comunes en la que
se garantice la consecución democrática de los derechos humanos, aunque para
eso sea necesario alterar alteridades.
Marco referencial
Tilisarao posee actualmente una población de
7.000 habitantes aproximadamente. La distribución de la población por géneros
es de 48% de hombres y 52% de mujeres, estimativamente. Más del 98% de la
población está alfabetizada (INDEC, 2022). Además, integran la comunidad
múltiples organizaciones sociales deportivas, culturales, cooperativas de
servicios, organizaciones de defensa de intereses focalizados y derechos
vulnerados, instituciones educativas, entre otras.
La fecha de fundación de Tilisarao
genera controversias y discusiones que sobreviven hasta la actualidad.[6] Sin
embargo, existe un consenso en que el pueblo nació por el ferrocarril: “La
revolución económica que vino de la construcción de ferrocarriles, hizo que
cientos de pueblos se formaran alrededor de cada estación” (Muñoz, 2018, p. 23).
Tobares (1996) afirma que “según Ricardo L. J. Nardi que sigue en este punto al Padre Lozano, la
terminación “ao” en lengua Kakán
significa pueblo. Sería, pues, una voz asimilada al quichua”. Agrega
posteriormente que, de acuerdo con “la señora Berta Elena Vidal de Batini el vocablo es quichua “compuesto de t’la”, “silvestre” sara “maíz”, y la terminación “ao” que significa “lugar”: “lugar del maíz silvestre”
(Tobares, 1995, p. 29).
Decisiones metodológicas: acerca de la construcción de una comunicación
comunitaria
Una de las grandes transformaciones de la
pandemia fue la manera de vincularnos. La despersonalización en el trato con los
actores, generó contradicciones permanentes en el proceso a la hora de
relacionarnos. Paulatinamente, pudimos recuperar maneras de estar en
comunidad. La “nueva normalidad”,
resultó una conjugación de aislamiento y distancia obligada, miedos e
incertidumbres, y nuevas responsabilidades que repercutieron también en el
desarrollo de esta investigación.
Este trabajo se enfoca metodológicamente en
realizar un abordaje participativo que contempla con la comunidad, en los cuales propusimos estrategias de comunicación para lograr la participación y
el tratamiento de problemas prácticos. Lo hicimos a partir de las necesidades identificadas y definidas por los
actores del territorio, a través del diálogo
colectivo, el intercambio simbólico de conocimientos y saberes de
carácter científicos y populares.
En el párrafo anterior destacamos la preposición
de la conjunción “con”, porque tácitamente queremos resaltar que es el diálogo
de los unos con los otros, la arena
donde se disputa el sentido de lo visible y lo invisibilizado; lo perdido con lo recuperado; lo simbólicamente
hegemónico con la praxis de lo
comunitario; la intersección donde la comunión de saberes (entre el disentir y
el acordar) permiten la conciliación con
la consolidación de la comunidad. De este modo, este abordaje supone la
presencia yuxtapuesta de sentidos diversos en el territorio, de miradas
estratégicamente situadas para interpelar el mismo.
Nos permitimos estudiarnos y atravesarnos,
interpelarnos y conocernos, reconocernos y entendernos, para encontrarnos y
comunicarnos. Buscamos el lugar donde ponernos en común, comunicar derechos y
acciones (necesarias) para garantizar la consecución de los mismos. ¿Qué
comunidad estaríamos comunicando de no ser así, y si en ese comunicar la misma
no sale fortalecida?
Así, asumimos un enfoque metodológico de tipo
cualitativo necesario para garantizar y consolidar la participación de los
actores sociales, la puesta en común de saberes, el diálogo de las alteridades,
el encuentro con la comunidad. Dichas
herramientas permiten potenciar el hallazgo del otro, la posibilidad de
compartir, el dialogar y, por ende, las transformaciones sociales necesarias
para garantizar la comunicación de derechos.
Este proceso fue materializado en la
planificación y coordinación de las etapas de la
creación de la revista comunitaria “Comunicando andamos”.
Es necesario aclarar que para el
trabajo de campo se realizó una
planificación que contempló principalmente la
modalidad virtual en los encuentros desarrollados, debido al contexto de
pandemia generado por el COVID-19. En este marco, fue posible sin embargo
generar encuentros presenciales esporádicos de acuerdo con las disposiciones
vigentes por la autoridad sanitaria,
Propuesta de trabajo desde la Comunicación
Comunitaria
El modelo se inspira en el texto de Mori Sánchez
(2008); sin embargo, se han adaptado los métodos y técnicas en función de los
objetivos propuestos en esta producción.
Revisión de Archivos y Antecedentes
Indagamos en los
antecedentes previos de experiencias comunitarias disponibles en la región. Focalizamos
la búsqueda en la base de archivos de la Biblioteca
Municipal, la Municipalidad de Tilisarao, la Cooperativa de Agua, la
Cooperativa Telefónica y el Honorable Concejo
Deliberante.
El propósito de esta etapa fue relevar las
diversas experiencias comunitarias de la localidad. Realizamos esta tarea a
efectos de comprender las iniciativas anteriores y que estos elementos
acompañaran a pensar un proyecto comunicativo para el presente. Posteriormente,
procedimos a establecer contactos con las organizaciones
Realizamos un relevamiento de instituciones y
organizaciones de diverso tipo; para posteriormente, indagar por quiénes
estaban constituidas, a efectos de contactar a un referente que nos posibilitara
el acceso a información, registro o la narración de la experiencia personal en
torno a sus prácticas comunitarias. Con toda esta información, confeccionamos
una línea de tiempo que permitió reunir los antecedentes en la localidad. El siguiente gráfico fue confeccionado sobre la base de los
archivos sistematizados.
Figura 1.
Línea de tiempo de las instituciones de Tilisarao
Fuente: Realización propia sobre la base de los
registros obtenidos.
La experiencia de contactar las organizaciones
para indagar antecedentes previos de experiencias comunitarias en la región,
fue un camino de encuentros y desencuentros a la medida de las circunstancias vividas por el contexto sanitario.
Asimismo,
con el fin de identificar publicaciones que
dieran cuenta de experiencias comunitarias, se buscaron antecedentes de
revistas regionales impresas y difundidas en el Valle
del Conlara; sólo encontramos piezas gráficas dedicadas a la publicación de
avisos clasificados, con escaso contenido periodístico, periodicidad mensual y
bajo costo de impresión y producción. Cabe destacar que las mismas se
distribuyen de forma gratuita o con aranceles mínimos. Ellas son: Revista
Pilar, Revista Space, Clasificados del Valle.
Mapeo participativo
(no sólo actores, también guionistas)
Contactamos a los actores sociales que
participan activamente en las organizaciones, con la necesidad de encontrar guionistas contemporáneos que nos
permitieran avanzar en la confección de un boceto con el cual poder trabajar en el proceso de encontrar referentes
y/o referencias dentro de la comunidad. Como resultado de esa búsqueda y
primeras charlas pudimos confeccionar un mapa que contiene la ubicación
georreferenciada de estos primeros actores.
Figura 2. Ubicación geográfica de las diferentes
organizaciones de Tilisarao
Fuente: Realización propia sobre la base de los
registros obtenidos.
Este insumo fue complejizado de modo participativo al entablar los primeros contactos con actores de la comunidad
y, -para que el relato no
quedase incompleto-, propiciamos incluir en la cartografía las narraciones de
dichas personas e instituciones, su autopercepción y su manera de vincularse
con los otros. Por ello, nos resultó indispensable pensar en un trabajo
participativo y un mapeo conjunto, donde no sólo pudiéramos geolocalizar a los
participantes, sino además visibilizar tanto sus acciones y experiencias, como
sus vínculos y relaciones, sus problemáticas y necesidades.
El mapeo de actores lo confeccionamos tomando como punto de partida el
territorio geográfico y dialéctico. A través de un taller participativo, se
construyó un telar/relato hilvanado
por múltiples voces de manera simultánea.[8] Esto nos permitió
visibilizarnos y reconocernos por medio de las diferentes instancias de acción
que posibilitó el encuentro.
Fotografía 1. Mapeo participativo
Fuente: Realización propia
El resultado fue la elaboración de una
cartografía social participativa que nos permitió avanzar en el telar de la comunidad. La elección de
este tipo de mapeo posibilitó indagar conjuntamente los escenarios territoriales y sus detrás
de escenas, conocer las diferentes narrativas que circulan en las tramas
del territorio y acercarnos a descubrir cómo se han configurado históricamente
las mismas. En otras palabras, nos posibilitó también “desnaturalizar esas
representaciones, problematizar los sentidos cristalizados en el espacio” (Algranati, Bruno y Lotti, 2012, p. 9). Además de “construir
un relato sobre el territorio que permita identificar ‘qué pasa’, qué
problemáticas (urgentes, invisibilizadas, comunes, etc.) aparecen allí, y
cuáles son los actores y las relaciones involucradas” (p. 9-10), a través de
múltiples voces intervinientes en “el proceso de rememorar y señalizar
experiencias y espacios de organización y transformación, a fin de tejer la red
de solidaridades y afinidades” (Riser y Ares, 2013,
p. 12), necesarias para (y valga redundar) comenzar la narración de nuestra
manera de COMUNicar COMUNidad.
Estrategias conversacionales: las entrevistas
Confeccionamos una
guía de entrevista semi-estructurada, orientada a conocer demandas
socioculturales y comunicacionales de los actores; como también una radiografía actual de las maneras de
vincularse con otras instituciones en el territorio; quehaceres cotidianos y la
manera de comunicarse con la comunidad, entre tantas otras. Se trabajó a partir
de las siguientes categorías: ubicación geográfica (¿dónde?); composición
(¿quiénes?); funcionamiento (¿cómo?); objetivos e intereses (¿para qué?);
problemáticas y necesidades (¿por qué?); relación con otras instituciones (¿con
quiénes?); relación con el Estado (¿cómo es ese
vínculo?); financiamiento (¿con qué recursos cuenta?); comunicación con la
comunidad (¿cómo se dan a conocer?); problemáticas y necesidades
comunicacionales (¿por qué comunicar?).
Realizamos las entrevistas
requeridas sobre la base del mapeo y localización de
actores previos. Por tanto, no respondimos a
un criterio cuantitativo, sino a uno que atendió a la diversidad de los actores
hasta obtener una saturación de datos. Para
este trabajo, realizamos un total de ocho entrevistas de este tipo, en función
de las categorías de las organizaciones reconocidas anteriormente.[9]
Asimismo,
durante todo el proceso, confeccionamos un cuaderno de campo. Esta herramienta nos permitió registrar, describir y reflexionar sobre la totalidad de
actividades que realizamos con la comunidad de
modo trasversal a todo el proceso.
2. Diagnóstico participativo con la comunidad
Taller participativo
Luego de la sistematización de archivos, planificamos instancias de
taller que permitieran dar cuenta de las particularidades de los hallazgos.
Trabajamos a partir del método árbol de problemas
como disparador para dinamizar el encuentro.
Un árbol de
problema consiste en desarrollar ideas creativas para identificar las posibles
causas del conflicto, generando de forma organizada un modelo que explique las
razones y consecuencias del problema. En similitud a un árbol, el problema
principal representa el tronco, las raíces son las causas y las ramas los
efectos, reflejando una interrelación entre todo el elemento. (Martínez, y
Fernández en Hernández Hernández y Garnica González,
2015, p. 40)
El instrumento nos permitió lograr
el reconocimiento de los problemas comunicacionales y establecer una
priorización/jerarquización de los mismos en función de las inquietudes de los participantes.
Para ello tomamos como base las entrevistas realizadas inicialmente, donde recuperamos problemáticas comunes y
las pudimos poner en común en los talleres. A partir de los diálogos que se
suscitaron, logramos ampliar las diferentes percepciones de los actores sobre
las dificultades percibidas y en muchos casos compartidas. Al respecto cabe
señalar que esta técnica se aplicó como puntapié inicial en el cual las
circunstancias de los encuentros permitieron que se desestructurara por
iniciativa de las personas que participaron en el taller.
3.
Evaluación de las Necesidades de los Grupos
Cabe aclarar que el instrumento que
mencionamos anteriormente se utilizó
en diferentes momentos del desarrollo de las
actividades realizadas con la comunidad, lo que permitió inicialmente, "reconocerse" en
las dificultades y necesidades comunes; posteriormente, indagar en sus
propósitos y objetivos como institución; y para finalizar encontrar horizontes
compartidos para la proyección de una comunicación comunitaria. Se trabajó con
el esquema realizado por los propios participantes de acuerdo con su propia jerarquización
de las necesidades comunicacionales de los grupos.
4. Diseño y Planificación del Producto
Construir la propuesta del producto
Comunicacional: trabajo en comisión
En los talleres
decidimos que se redactarían colectivamente las siguientes instancias: nombre
de la revista, justificación, objetivos, metas, secciones, periodicidad, método
de financiamiento y población objetivo.
Estas definiciones implicaron nuevas elecciones
para la confección de la publicación: ¿Qué marca y
colores nos representan? ¿Quién decidirá el contenido del número “0”? ¿Cómo se
trabajarán las secciones, alrededor de los tópicos planteados por los
referentes de las organizaciones que integran la revista? ¿Cómo involucrar a la
mayor cantidad de actores en la toma de estas decisiones, sin que el trabajo
sufra contratiempos, en cuanto a lo planificado?
Colectivamente, se decidió conformar
una comisión integrada por 5 miembros (tres titulares y dos suplentes, de
diferentes tipos de organizaciones) que serían participantes responsables en la
confección del número “0”. Establecimos que en cada reunión deberían estar
presente al menos tres personas, quienes estarían autorizadas a tomar
decisiones o avalar las propuestas que les presentáramos durante la producción
de la revista.
Al mismo tiempo, la comisión
mencionada se encargó de comunicar las decisiones tomadas y recabar información
sobre la base de las sugerencias propuestas por los miembros de las
organizaciones restantes, que luego fueron socializadas en las siguientes jornadas
de trabajo.
Taller para presentar la propuesta al resto de los actores
El taller propició compartir la propuesta del
número “0” de la revista comunitaria Comunicando
andamos. En esta instancia, nos propusimos que la producción gráfica
pudiera ser conocida y evaluada por la comunidad. Esta socialización contó con
la presencia de miembros de las organizaciones sociales mapeadas, personas
entrevistadas en la instancia de sistematización de archivos, y miembros de la
comunidad en general.
Valoración Comunitaria
Se consensuaron los indicadores a
ser evaluados, como así también, los métodos y las técnicas a utilizarse. Este
proceso fue compartido y socializado con la
C
Esta revista está hecha para andar,
no quedarse quieta, caminar, patear la
calle en busca de interpelar al otro, moverlo de su zona de comodidad y
echarlo a marchar también, a participar, dialogar, cuestionar y accionar. Dar
el primer paso ante las miradas atónitas de los inmutables para decir desde una perspectiva de género: ando y anda
comunicando comunidad y comunicando derechos, entonces… ¡Ahora sí, andamos![11]
Ser, no parecer: las secciones y el contenido
La tarea de definir las secciones y contenidos
fue consensuada previamente en los talleres, en los cuales se planteaban la
necesidad de contar con secciones que les permitieran visibilizar sus acciones
y agendas de trabajo, recogidos en los árboles de problemas colectivos.
Indagamos en profundidad recorriendo con los
miembros de la comisión diferentes publicaciones de revistas comunitarias
-regionales y nacionales- en sus versiones gráficas y digitales. Luego tomamos
notas sobre posibles maneras de organizar nuestra comunicación, de manera tal
que preservase siempre su propósito participativo. De estas indagaciones surgió
el siguiente material con el nombre de las secciones y el contenido a abordar:
Figura 3. Elementos
gráficos de las secciones
Fuente: Elaboración propia.
A continuación, se explican los contenidos referentes
a cada una de las secciones mencionadas.
Asuntos entrados (Sumario)
La propuesta de sumario se identifica con la manera
de trabajar de la mayoría de las organizaciones -que presentan una estructura
de comisión o consejo- en las cuales se labran actas sobre cada reunión que
realizan. Generalmente el temario de esas reuniones es anticipado con el título
de “asuntos entrados”.
Comunicando andamos
Editorial que plantea la participación de derechos y
la posición de la revista. En el primer editorial realizamos una presentación
de la publicación haciendo hincapié en la necesidad de plantear procesos
participativos, donde la comunicación vehiculiza el diálogo en el encuentro de
la comunidad y pueda generar acciones colectivas para la transformación
democrática de la misma. El Editorial de cada número podrá ser escrita
conjuntamente con las organizaciones, cuando las circunstancias ameriten una
posición comunitaria respecto a algún tópico relacionado con los derechos
vulnerados, la participación comunitaria y las demandas y necesidades de las
organizaciones; entre otros.
En Visibles
Reportaje interpretativo que toma como base una
entrevista que busca dar a conocer y profundizar el trabajo de las
organizaciones sociales de la comunidad, las dificultades que atraviesan y
movilizar acciones comunitarias concretas para la consecución de los derechos
vulnerados a las mismas.
Ven/dicen
Columna de opinión y/o relato escrito por vecinos y
referentes sociales, que piden la palabra para comunicar miradas, identidades y
la historia territorial. Ellos nos bendicen
con su sabiduría y experiencia, rescatando algún hecho o referente de la
comunidad que ayude a cimentar espacios desde donde reconocernos y movilizar
inquietudes a través de sus miradas y sus voces.
Fogones
Resumen y agenda de actividades de las organizaciones
que forman parte de Comunicando andamos.
La periodicidad bimestral permite que las organizaciones anticipen sus
acontecimientos a la comunidad y a la vez, puedan programar una agenda donde
unas no interfieran con otras.
Mateando
Espacio cedido a instituciones y personas que
requieran participar de nuestra comunicación (sin pertenecer a la revista).
Pasamos el mate, para que más instituciones se unan al fogón.
¡Gracias sarao!
Espacio de mención del Staff de cada número de la revista y los colaboradores que
posibilitan la publicación de la misma. Titulamos este espacio como “sarao”, retomando la toponimia descrita
por Tobarez (1995) en el marco referencial. Empleamos
el “sarao” para afectuosamente decir
“gracias lugar del maíz”.
En diálogo con la comisión, acordamos el
contenido para el Número “0”. Les comunicamos que el Editorial de este número
estaba reservado para hablar sobre los procesos realizados durante la
elaboración de nuestro trabajo, acuerdo que aceptaron acompañar. Luego
planteamos la posibilidad de realizar contenidos ligados a inquietudes comunes
y, de manera estratégica, vinculados a las instituciones que los referentes de
la comisión representan.
En Visibles sería uno de los artículos a desarrollar en el Número “0”, porque
representa una de las secciones que comulga más estrechamente con los
propósitos de la comunicación planteada. Acordamos invitar a una organización a
vivenciar durante una semana su agenda de actividades y, entrevista mediante,
poder realizar un reportaje de la tarea realizada por la organización, sus
inquietudes y necesidades. Atendiendo a una petición de uno de los miembros de
la comisión -interesado por la historia, la identidad patrimonial y cultural de
Tilisarao e inquietado personalmente en hablar de referentes históricos de la
comunidad-, acordamos que sería el encargado de redactar una columna de
opinión/relato sobre Raúl B. Díaz. Este artículo sería integrado en la sección Ven/dicen. Por elección de su autor,
abordaría la biografía del mencionado referente histórico, una persona ilustre
en la historia de Tilisarao pero anónimo para las generaciones presentes de la
comunidad.
Para finalizar, consideramos oportuno aclarar
los siguientes puntos. Respecto del número de páginas de la revista, decidimos
trabajar con múltiplos de cuatro puesto que la impresión se realizaría en hoja
A3, la cual permite cuatro páginas de tamaño A4. Por otro lado, las secciones
no desarrolladas en el Número 0, son aquellas que se corresponden con
contenidos de actualidad y, consecuentemente, no son abordadas en la versión de
prueba. Estos aspectos fueron trabajados con la comisión en los momentos antes
mencionados tratando de preservar el equilibrio entre la creatividad y
practicidad de la revista.
Periodicidad, modo de financiamiento y
distribución
Esta cuestión se acordó durante los talleres.
Sobre diferentes propuestas se evaluó la posibilidad vertida por el
representante de una cooperativa de servicios públicos, quién manifestó: “Esta
revista es de interés comunal, creo que, haciendo un esfuerzo entre varias de
las instituciones presentes y la ayuda de otras empresas y comercios de la
localidad, podemos solventar periódicamente el gasto de la revista”. El modo de
financiamiento determinó que la periodicidad sea bimestral, para no
“congestionar el bolsillo y la voluntad de nadie” (conversación personal, 9 de
abril de 2022). Luego, la comisión aceptando la propuesta estableció que la
revista no realizaría publicidad tradicional, ya que no estaba en sus objetivos
buscar una fuente de ingreso con la misma; en cambio, se priorizó costear los
gastos de elaboración e impresión. Se citaría a los colaboradores en un
apartado especial, como también el Staff
de la revista.
La distribución estaría a cargo de las
organizaciones participantes; en sus oficinas, lugares de funcionamiento y en
puntos estratégicos consensuados y seleccionados por las mismas.[12]
La presentación del Número “0” de Comunicando andamos a los demás actores
de la comunidad se realizó el 23 de mayo de 2022, y contó con la participación
de múltiples organizaciones que integraron la propuesta comunicativa. Además,
estuvieron presentes referentes de la comunidad.
Para acceder al N°0 de
la Revista, acceder a: https://www.flipsnack.com/9E77FEFF8D6/revista-maqueta-lista.html
Consideraciones finales
Este trabajo concreta una vuelta a
un espacio común, a comunicar comunidad. A pensar propuestas
de acciones colectivas tras la necesidad de visibilizar las voces de las
organizaciones de Tilisarao, para interpelar a otros actores sociales,
políticos y económicos; a “caminar” conjuntamente la construcción democrática
de nuestra comunidad.
El futuro tal vez nos depare iniciar
nuevos talleres de periodismo y comunicación, que permitan a las instituciones
participar con autonomía y continuidad sus proyectos comunitarios. Pensamos
también la posibilidad de una publicación que pueda ser democratizada a más
personas a través de la tecnología digital, sin abandonar las posibilidades de
“encuentro” que hace siglos nos permite el papel impreso.
Queremos reconocer a las muchas
personas que estuvieron involucradas en los diferentes procesos y momentos que
conforman este todo, que mencionamos como COMUNicar COMUNidad. Algunas de
manera temporal, otras llegando de sorpresa, para que el viento sople donde el
horizonte parece escampar. Todas ellas con la voluntad de sumar experiencia y
tomarla también, en el afán de comulgar este maravilloso propósito de
comunicar.
En la bitácora trazada en nuestro
trabajo, se propuso la creación de una revista comunitaria en la localidad de
Tilisarao, que permitiera visibilizar y potenciar la dimensión política de las
prácticas de comunicación; “que recupere las voces de la comunidad y sobre todo
que se preocupe por democratizar la información, generar nuevos canales de
participación, construir democráticamente opiniones, tomar colectivamente
decisiones […]” como lo enunciase Uranga (2009, p. 4).
Nos propusimos también reflexionar
acerca de la comunicación como articuladora de los demás derechos humanos. La
comunicación como un derecho humano fundamental de todos; reconocido y
legitimado por diferentes instrumentos legales, tal como el artículo 19 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 13 de la Convención
Interamericana de Derechos Humanos, o la Declaración de Principios sobre la
Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
OEA, entre otras. Ante este panorama tan claro, “¿Por qué habría de sernos tan
difícil?”[13].
Fue difícil, pero también
enriquecedor y placentero, gracias a los procesos conjugados en las prácticas
encarnadas junto a la participación de los actores sociales y sus aportes, y
desde nuestro rol de comunicadores sociales (formados en la Universidad Pública
y bajo sus principios) lo que posibilitó, en cierta manera, devolver la
comunicación a los actores, muchas veces postergados,
de la comunidad.
Para ello tuvimos que escuchar,
comprender y vivenciar el accionar democrático de las organizaciones a la hora
de elegir sus batallas a librar en la
sociedad, donde el Estado parecía eludir
responsabilidades y la ciudadanía pecar
de pereza. Plantamos cara[14]
con el compromiso conjunto de comulgar una comunicación comunitaria.
Nuestro Número “0” de Comunicando andamos es una de las
consecuencias de lo descripto anteriormente. Un espacio desde donde dar pelea (en el buen sentido); un anhelo de
ser caballito de batalla que invita a
pelear conjuntamente y, si es necesario, mostrar los dientes del lenguaje y
morder con palabras la tierra que se pise al andar; muchas veces batida, donde es fácil patinar; y otras
tantas tupida de espinas, donde hay
que abrir senderos nuevos para avanzar sobre terreno de derechos.
Muchos autores nos “ayudaron a
mirar”.[15]
Experiencias diversas de talleres comunitarios nos enseñaron metodologías para
participar y comulgar la comunicación comunitaria; de las organizaciones de la
comunidad (especialmente las que integraron la producción de la revista)
aprehendimos la mirada, que sólo se obtiene cuando los zapatos se prestan,
donde la frontera del yo y el otro parece diluirse en un nosotros; que permite prestar oído y lamer heridas que ayudan a curar los tejidos rotos de la sociedad y
tender nuevos también.
Aprender a disentir y acordar,
reaprender los abrazos, mates compartidos y caminar nuevamente juntos la calle,
como intentó que olvidásemos la pandemia. Volver a Freire para que nos recuerde
que la comunicación es “ese instrumento de transformación social: horizontal,
participativo, popular” (Freire en Jenatsch y Bauer,
2016, p. 28); y COMUNicar COMUNidad
con la convicción de que solo así se avanza para que “los derechos y la
democracia vayan por la misma senda”[16], esa
cuyas huellas intactas conservamos si Comunicando
andamos. “Caminante hay comunidad, si se hace comunicación al andar”.
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[1] Este artículo forma parte del Trabajo Final correspondiente a la
carrera de grado Licenciatura en Comunicación Social dictada por la Universidad
Nacional de San Luis, titulado de igual manera que esta presentación, realizada
por el autor de este trabajo y dirigida por la coautora del mismo. Proyecto
aprobado en septiembre de 2019 y defensa concretada en octubre de 2022. La
tesis obtuvo la calificación “Aprobado con mención especial y recomendada para
su publicación” (Res. 1083/2022, UNSL).
[2] A partir de este momento para facilitar la escritura y
lectura del trabajo, nos referiremos (por la convención) al género masculino
cuando se haga referencia a diferentes géneros, no desconociéndose la vigencia
de esa discusión y entendiendo que el lenguaje es un espacio político a partir
del cual se pelea por la visibilización de esas otras diversidades.
[4] A razón del espacio disponible, no será posible en esta presentación agotar las
nociones conceptuales que fundamentan este trabajo.
[6] La estación del ferrocarril se emplazó en los terrenos
donados por Cleofe Domínguez. En 1925, los vecinos que habitaban el Nuevo Renca
( “Estación Renca”), pidieron que se cambiara el nombre de la estación y, el
entonces Ministerio de Obras Públicas de la Nación la denominó “Tilisarao”;
nombre que varios historiadores afirman fue tomado de la sierra homónima y se
extendió a la población (Muñoz, 2018, p. 57).
[7] A razón del espacio disponible, no será posible mencionar
las organizaciones que son parte de las categorías construidas.
[8] Entregamos un pequeño ovillo de lana a cada representante y le
solicitamos que localice su organización en el mapa de la localidad. Paso
seguido, les pedimos que nos dijesen con qué actores se vinculan y qué grado de
involucramiento establecen con ellos. Para esta actividad montamos el mapa de
Tilisarao sobre una plantilla de telgopor. Utilizando pinchos, fuimos uniendo
con el ovillo las diferentes organizaciones vinculadas. Simultáneamente,
tomamos nota de lo que expresaba cada persona sobre el tipo de relación que
mantenía con la organización “x”. Atribuimos un color para cada tipo de
organización sistematizada. Así sucesivamente invitamos a pasar a cada persona
presente para construir el mapeo participativo con toda la red de vínculos de
la comunidad, que se constituyó con las organizaciones presentes y
[9] En razón del espacio disponible, no será
posible presentar en este trabajo los resultados obtenidos de las entrevistas.
[10] A razón del
espacio disponible, no será posible presentar detalles de la valorización
comunitaria.
[11] Fragmento del
editorial del Número “0”.
[12] Como puntos estratégicos consideramos los lugares y los
espacios públicos de mayor circulación, como así también otros medios que
pudieran poner en común el contenido de la publicación.
[13] Frase inspirada en un pasaje del texto Demian de Herman Hesse: “Quería tan sólo intentar vivir aquello que
tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?”
(Hesse, 2010, p. 6).
[14] Frase
inspirada en los dichos populares, según los cuales se trata de enfrentarse a
algo o alguien, generalmente, resistiéndose a su fuerza o autoridad. Implica
encarar situaciones adversas con determinación.
[15] Frase
inspirada en un pasaje del texto Libro de
los Abrazos de Eduardo Galeano (2010).
[16] Frase
inspirada en la canción de Atahualpa Yupanqui “El arriero va”.