Comunicar comunidad. Una experiencia de comunicación comunitaria en la localidad de Tilisarao (San Luis)

Communicate community. A community communication experience in the town of Tilisarao (San Luis)

 

Cómo citar: GARCÍA, R. E. e HIDALGO, A. L. (2023). Comunicar comunidad. Una experiencia de comunicación comunitaria en la localidad de Tilisarao (San Luis). Revista Argentina de Comunicación 11(14), pp 64-97.

 

Rodrigo Ezequiel García

Licenciado en Comunicación Social por la UNSL. Jefe de Área de Comunicación y Jefe de Área de Educación de la Municipalidad de Tilisarao, San Luis. Se desempeña como docente del Nivel Medio en la Educación Pública. ezesietesoles@gmail.com

Ana Laura Hidalgo

Profesora Regular de la UNSL e Investigadora de CONICET. Doctora en Ciencias Sociales por la UBA. Magister en Política y Planificación Social y Especialista en Gestión Social por la UNCUYO. Especialista en Comunicación Digital por la UNLP. Licenciada en Comunicación Social por la UNSL. alhidalgo@email.unsl.edu.ar

 

Fecha de Recepción: 24/07/2023 - Fecha de aprobación: 15/09/2023

 

Resumen

El artículo presenta el desarrollo de una comunicación comunitaria gráfica y las decisiones tomadas para la construcción de los procesos participativos que llevaron a su producción, conjuntamente con las organizaciones sociales de la comunidad de Tilisarao, durante el contexto de pandemia por COVID-19.

Esta labor involucra el desafío que nos compete como comunicadores sociales: el de repensar políticamente la comunicación como práctica articuladora de derechos humanos, reconocidos y legitimados por diferentes instrumentos legales. Trabajamos en ese sentido, estrategias de comunicación que posibilitaron la participación de las personas y el abordaje de problemas prácticos y necesidades identificadas y definidas por ellos, a través del diálogo colectivo. Involucramos a actores sociales reconocidos a través de la exploración de archivos institucionales, el relevamiento de experiencias similares en la comunidad, la aplicación metodológica de instrumentos de recolección de datos y un mapeo participativo de actores sociales, entre otros. Desarrollamos la información relevada en el trabajo de campo que da cuenta del contexto comunitario y el mapa de actores/referentes y la participación de los mismos en estos instrumentos.

El resultado decantó en la experiencia de participación colectiva de diversas instituciones, donde las personas pudieron expresar opiniones y puntos de vista, comunicar inquietudes y proponer acciones a la hora de construir el consenso para el producto gráfico final: “Comunicando andamos”. Esta publicación involucró la intervención de diversas organizaciones y sirvió como herramienta de socialización de nuestras prácticas.

Palabras claves: comunicación-comunidad-derechos humanos-participación

 

Abstract

The article presents the development of a graphic community communication and the decisions taken for the construction of the participatory processes that led to its production, together with the social organizations of the Tilisarao community, during the context of the COVID-19 pandemic.

This work involves the challenge that concerns us as social communicators: that of politically rethinking communication as an articulating practice of human rights, recognized and legitimized by different legal instruments. In this sense, we work on communication strategies that make it possible for people to participate and address practical problems and needs identified and defined by them, through collective dialogue. We involve recognized social actors through the exploration of institutional archives, the survey of similar experiences in the community, the methodological application of data collection instruments and a participatory mapping of social actors, among others. We develop the information collected in the field work that accounts for the community context and the map of actors/references and their participation in these instruments.

The result decanted in the experience of collective participation of various institutions, where people were able to express opinions and points of view, communicate concerns and propose actions when building consensus for the final graphic product: "Comunicando andamos". This publication involved the intervention of various organizations and served as a tool for socializing our practices.

Keywords: communication-community-human rights-participation

 

 

 

Introducción

El presente trabajo[1] se sitúa desde la reflexión sobre el ejercicio del derecho a la comunicación como práctica articuladora de derechos humanos. Realizamos la tarea junto a miembros de la comunidad de Tilisarao, ubicada en el norte de la provincia de San Luis, República Argentina.

El derecho a la comunicación no es patrimonio de periodistas, especialistas o propietarios de medios, sino que es un derecho de todos, todas y todes[2] y que debe involucrarlos en “procesos individuales y colectivos de construcción del conocimiento” (Gumucio Dagron, 2012, p. 2). Para asegurar que todos pudieran ser incluidos en esta propuesta, diseñamos estrategias de comunicación que permitieran lograr la participación y el abordaje de problemas prácticos y necesidades identificadas y definidas en una serie de encuentros con diferentes actores sociales y miembros de la comunidad. Así se cimentó el proyecto de producción comunicacional de COMUNicar COMUNidad[3].

Junto a ellos, a través de encuentros presenciales y virtuales -atendiendo a los cuidados sanitarios que el contexto de pandemia posibilitó-, coordinamos la creación de una revista comunitaria impresa. Es importante aclarar, que este trabajo puso especial énfasis principalmente en generar una experiencia de participación colectiva en la cual las personas pudieran expresar diversas opiniones, puntos de vista, inquietudes y proponer acciones para construir el consenso sobre el producto gráfico final.

La falta de visibilidad de la ciudadanía local en los medios masivos provinciales y nacionales, en los cuales los discursos propuestos tienden a la homogenización, silenciando muchas veces las voces de los actores de la comunidad, nos invitó a reflexionar en la búsqueda de comunicaciones alternativas que permitieran recuperar la palabra, el diálogo (algunas veces, consenso y tantas otras disidencias). Entonces, implicó recuperar el derecho a la comunicación, a poner en común inquietudes, necesidades y objetivos que permitan el ejercicio pleno y democrático de la ciudadanía.

Entendemos que la comunicación es un derecho que permite visibilizar y potenciar la dimensión política de las prácticas con la comunidad. Para concretar ese derecho buscamos estrategias de comunicación que posibilitan la participación de las personas y el abordaje de problemas prácticos y necesidades identificadas y definidas por ellos, a través del diálogo colectivo; esta es una responsabilidad que involucra a otros actores, como las organizaciones sociales y el propio Estado, entre otros.

Consideramos que el desafío que nos compete a los comunicadores sociales en el presente, es el de repensar políticamente la comunicación para contribuir a la reflexión de la importancia del ejercicio democrático en nuestras comunidades, el goce pleno de sus derechos individuales y colectivos y los procesos de la construcción de un nosotros. Ese nosotros que intentamos construir al COMUNicar COMUNidad, es el esfuerzo de voluntades por lograr una “comunión comunicativa”, una suerte de encuentros que permiten reencontrarnos en la alteridad; pensar propuestas de acciones colectivas tras la necesidad de visibilizar las voces de los actores sociales de Tilisarao. Propusimos una vuelta a un espacio común, a comunicar comunidad, en comunidad y para la visibilización de la comunidad. Desde la participación activa se puede reconocer como comunidad de derecho; sólo así la discusión está en las manos, voces y acciones pertinentes.

Este artículo se organiza en diversos momentos; en primer orden, esbozamos las referencias conceptuales[4] y el marco referencial del trabajo. Posteriormente, presentamos las decisiones metodológicas del estudio; finalmente, el producto comunicacional y las consideraciones finales de este recorrido.

Comunicación: ¿un concepto apropiado por los medios?

Si la práctica comunicativa es parte de esa experiencia sustancial humana y constitutiva de la actividad social, ¿quiénes son/somos sujetos de la comunicación?

Mata enuncia que, con la aparición y desarrollo de tecnologías en el campo comunicativo, “la sociedad asumió las modalidades de comunicación masiva, se buscaron modelos explicativos para comprender y orientar esas prácticas” (1985, p. 39). Sin embargo, para ella estos modelos se transformaron en “modelizantes(p. 39.), adquiriendo carácter totalizador en nuestra manera de pensar y hacer comunicación. En consonancia, Gumucio Dagron afirma algo similar cuando dice que la comunicación no es patrimonio de especialistas sino un derecho humano fundamental (2012). Lo que está en juego en estos procesos es la legitimación de quiénes están habilitados a comunicar. La palabra de algunos pocos actores en detrimento del silencio de otros, y como si fuera poco, el incuestionable estatus de la verdad que sus discursos cobran en nuestra sociedad.

La discusión sobre la homologación entre la acción de informar y el derecho a comunicar sigue vigente en distintas esferas de nuestra sociedad. Nuestra intención -en parte-, es la de contribuir a la discusión sobre dichas construcciones.

A fines de la década del ‘70 se publica el informe Un solo mundo, voces múltiples, realizado por la Comisión presidida por el premio Nobel, Mac Bride, para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Dicho trabajo introdujo en la agenda internacional el debate sobre la universalidad del derecho a la comunicación y del acceso a la información, entre otros temas.

Si comunicar es nuestro derecho (garantizado por leyes, acuerdos y tratados, nacionales e internacionales) que debe ser ejercido, también conlleva obligaciones y responsabilidades. Gumucio Dagron afirma que los Estados nacionales se han puesto de acuerdo en sistemas legales de promoción y protección de los derechos humanos en general y del derecho a la comunicación en particular” (2012, p. 2), pero para garantizar que este derecho humano fundamental se respete, si bien es necesario un marco jurídico que sirva para salvaguardar las garantías, todos los actores involucrados (invitados y no) debemos participar a tal fin.

Nuestro derecho a comunicar derechos

Cuando nos referimos a la expresión “comunicar derechos humanos” consideramos relevante señalar que no nos referimos al acto de informar sobre los mismos. Como se expresó anteriormente, nos distanciamos de los posicionamientos teóricos que sostienen la homologación que históricamente se ha realizado en el campo periodístico entre los conceptos de informar y comunicar.

Retomar la raíz etimológica de la palabra comunicación (que la sitúa en la puesta en común y el compartir), propone entender que en ella está presente un intercambio de conocimiento que no se limita sólo a informar, sino que es más complejo que eso. Gumucio Dagron reconoce que esa complejidad no tiene que ver con un argumento de tipo intelectual, sino con “el conocimiento de la propia realidad y la necesidad de comunicar los derechos individuales y colectivos desde una posición de ciudadanía” (2012, p. 8). Esto implica hacer partícipe a los otros de los derechos que se ponen en común en el espacio público; de este modo, generar espacios de participación es necesario y condición de posibilidad comunicarlos. Coincidimos con este autor cuando enuncia que “la comunicación de los derechos pasa por la acción, porque la comunicación es acción relacional y acción comunicativa” (2012, p. 8); por tanto, no se limita únicamente a la transmisión de información. Es una experiencia que posibilita a la comunidad transformar relaciones asimétricas de poder: potenciar las voces minoritarias; discutir políticamente el orden hegemónico de las cosas; accionar, en fin, para la consecución de derechos y en pos de la justicia social.

Memorias de la (otra) comunicación

La comunicación popular, alternativa, comunitaria,[5] o la “otra comunicación”,  surge en América Latina en el marco cultural de proyectos políticos populares durante la década del 60 y 70. Según Gatti y Bermúdez (en Cicalese, 2010), bajo este Estado se “propició el desarrollo de políticas de participación social orientadas a acortar brechas y garantizar derechos postergados” (p. 18).

Estos autores destacan que a la “otra comunicación” fue vinculada en el pasado a “prácticas comunicativas que buscan opciones transformadoras de la realidad social, con un proyecto alternativo de sociedad” (p. 20). Agregan que la misma tiene la particularidad de ser una construcción colectiva y participativa que asume un punto de vista situado y ligado a proyectos populares concretos sin pretensión de objetividad, discurso que se reprodujo en los medios masivos y hegemónicos de la época.

En este sentido, la finalidad de los medios comunitarios, a diferencia de otros medios, está orientada “hacia una función educativa y de concientización, de los propios derechos y necesidades, con la consecuente valoración de las identidades territoriales (...)” (p. 18-19).

Kejval (2010), realiza aportes similares cuando se refiere al propósito de las radios comunitarias como el de construir comunidad, agregando que “esto implica fortalecer lazos, compromisos, proyectos a largo plazo, identidades, participación política, resistencia, espacio público” (p. 17).

Cardoso (2007) es otro autor que permite comprender la importancia de esta perspectiva cuando enuncia que “las experiencias de comunicación comunitaria son espacios de encuentro” (p. 4), y afirma que los medios comunitarios hacen posible la multiplicación y propagación de voces de aquellos y aquellas que sostienen prácticas de transformación social (organizaciones sociales, colectivos, individuos).

En este sentido, Mata (2009) define la existencia de dos tipos de horizontes: la primera respecto a “una cantidad de experiencias y de prácticas de comunicación que se caracterizan a sí mismas como orientadas a fortalecer ciertos lazos comunitarios” (p. 23) y otra que tiene un horizonte planteado como meta o desafío, más allá de lo sucede estrictamente en la comunidad, sino más bien con algo que los excede, pero les otorga sentido y proyección.

Medios ¿populares, comunitarios o alternativos?

Se han suscitado muchas discusiones académicas en torno a estas acepciones. Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino (2018) se encargaron de comparar y diferenciar estos conceptos, “para aportarlos en futuros debates”, remitiéndose para ello a estudios en Comunicación y Cultura en América Latina. Intentaron dar un anclaje a los conceptos de popular, alternativa y comunitaria, “para indagar sobre la relación entre la comunicación comunitaria y lo territorial, la comunicación alternativa y el campo ideológico y la comunicación popular y la construcción identidades” (p. 4); y además se propusieron dar cuenta de la polisemia y variabilidad de sus usos.

Los autores sostienen que “existe una variedad de concepciones y significaciones respecto a las tres nociones que, en algunos autores, conllevan la indistinción o la superposición” (2018, p. 5), indicando que existen fronteras difusas entre los términos. De este modo, lo que nosotros enunciamos como la “otra comunicación” remite a los conceptos de lo comunitario, lo popular y lo alternativo. Estas integran las tres categorías de mayor utilización pero que según Uranga, “al fin de la transformación y dinamización social, es menester verlas en conjunto” (2018, p. 5). 

Esto supone reconocer la interrelación de los entramados sociales de la realidad: lo territorial, lo ideológico y lo identitario de los procesos comunicacionales que no pueden aislarse. Por el contrario, deben ser comprendidos en una complejidad multidimensional.

Si bien reconocemos estos debates, en este trabajo a efectos de abordar desde un lugar el tema de trabajo, lo haremos desde lo comunitario. Esto, según Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino, supone reconocer que:

Los debates de la comunicación desde la perspectiva comunitaria se realzan, más que nada en el plano nacional Argentino, en épocas de crisis institucional donde surgen modos de efectuar la comunicación desde territorios más tangibles, locales. Justamente es la clave territorial la que atraviesa y condiciona la perspectiva comunitaria. (p. 22)

Medios comunitarios y la tarea de participar en derechos

Plantear la comunicación como proceso es discutir el carácter instrumental que se le ha otorgado muchas veces a este concepto y re-situarla nuevamente en los sujetos.

Es importante reconocer el aporte que Ávila Huidobro y Kejval realizan a la hora de caracterizar las búsquedas y objetivos de las radios comunitarias a lo largo de su historia, que nos permiten vislumbrar la importancia que tienen estos medios para sus comunidades. Estos medios juegan un papel antagónico al sistema de medios hegemónicos; por tanto, su papel está centrado en disputar el sentido de la palabra en el terreno de lo simbólico (Ávila Huidobro y Kejval, 2017, p. 41).

La comunicación comunitaria recupera las relaciones de la comunidad, el lugar de poner en común que plantea etimológicamente en su origen la palabra comunicación, cuestiona las decisiones políticas y amplifica la discusión por los derechos humanos en una sociedad democrática.

Comunidad, un encuentro que se construye

Destacamos la importancia del “encuentro” y la puesta en común a través del diálogo y la palabra; para construir significados comunes, pensar y concretar acciones. Freire lo describe como “Cuando los dos polos del diálogo se ligan así, con amor, con esperanza, con fe el uno en el otro, se hacen críticos en la búsqueda común de algo” (Freire en Kaplún, 1985, p.  63).

El diálogo de diversos actores aporta perspectiva y experiencia, dos conceptos que tomamos de Aragno (2010), y que para la autora son “fundamentales a la hora de comprender cómo en cada proceso de construcción común aparecen las pinceladas coloridas de las inscripciones personales en el gran cuadro que llamamos comunidad” (p. 119). El concepto de perspectiva se define como “mirar con el volumen que genere la distancia que ustedes se tomen entre la comunicación, el sí mismo (…) y el hecho comunitario” (p. 120). Para Aragno es importante que sepamos en qué lugar estamos situados y saber que podemos pararnos en otra parte y hacerlo en lugar “del otro” (p. 120). Por otra parte, la autora cita a Larrosa quién propone pensar la experiencia como un acontecimiento, “el pasar de algo que no soy yo […] que no depende de mí, que no es una proyección de mí mismo, que no es el resultado de mis palabras y mis ideas […] Que no soy yo” (p. 122) y que implica “saber que hay otros en juego” aportando su ser en forma completa y comunicable, con el lenguaje que cada uno se habilite, y que podremos o no comprender, lo dicho y no dicho (p. 123).

Comunidad y territorio

Balán, Alegría y Borri remarcan la categoría espacial de la comunicación comunitaria, más específicamente desde lo barrial como: “El intento de darle sentido a los elementos de la comunicación barrial y familiar desde la perspectiva de la posibilidad de la unión, la solidaridad y la organización en el barrio” (Balán, Alegría, Borri, 2013, citados en Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino, 2018, p. 23).

Para los autores el énfasis está puesto en entender la comunicación comunitaria trabajada desde los intereses, problemas, necesidades e inquietudes de los sectores populares en un terreno de disputa política. Los medios masivos de comunicación y la comunicación comunitaria se separan en cuanto a sus objetivos, remarcando que, para esta última, el consumo no es clave, sino más bien “interlocutores críticos, solidarios y activos” (p. 24).

Mata (2009) menciona que, desde el campo político-cultural, siempre se habló sobre la necesidad de reconstruir los viejos lazos comunitarios, y con esto se refiere a la capacidad de convocatoria y participación social en los espacios e instituciones que lo constituyen como actores de la vida en común (2009, p. 25). La autora afirma que la noción de “comunicación comunitaria” implica elagrupamiento de personas con valores, significados y expectativas compartidas, donde ese compartir o lo comunitario no puede ser visto como un paraíso sin conflictos. Interpretando que la comunidad es parte de un contexto mayor, sostiene: “La comunicación comunitaria debe ser un espacio de integración de diferentes grupos. No sólo de grupos de la misma comunidad sino de personas e instituciones que, situadas en distintos lugares, pueden compartir un mismo horizonte político” (p. 29).

Huergo (2009) remarca al respecto la idea de poner en el eje de la discusión al territorio, como “producto del diálogo que establecemos con una comunidad de la cual formamos parte, aunque a veces solemos abstraernos de ella” (p. 38).

En continuidad con lo expuesto, Uranga (2009) pone en relieve “la necesidad de contextualizar la comunicación comunitaria desde el territorio […] como lugar de derechos y reconocimiento tangible de los mismos, donde la comunicación comunitaria pueda funcionar efectivamente como facilitador y constructor de ese espacio público” (p. 183). Para él la comunicación comunitaria no podrá prosperar si no somos capaces de diseñar estrategias comunicacionales que vayan aportando a la construcción de políticas de comunicación elaboradas desde el Estado con la participación de actores sociales diversos” (p.183). Más adelante enmarcamos nuestra posición sobre el Estado como garantizador de derechos y, sobre todo, del derecho a la comunicación.

Actores de la alteridad

La alteridad, según Aragno, implica pensar en el descubrimiento que el “yo” hace del “otro” y del “nosotros”, lo que hace surgir, “una amplia gama de imágenes del otro, del ‘nosotros’, así como visiones múltiples del ‘yo’ […] comprendernos y sabernos alterados por los otros y a reconocer que alteramos todo aquello con lo que nos ponemos en contacto” (2010, p. 123).

Todorov (1987) aporta al respecto la relatividad que implica hablar y pensar a ese otro: “Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenta de que no somos una sustancia homogénea, y radicalmente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo es otro” (p. 13).

El concepto de “alteridad” nos permite pensar esta “comunidad orquestal” que busca establecerse a través de procesos de consenso (con sus disensos incluidos). En este trabajo cuando pensamos en la participación colectiva, nos referimos a actores sociales como el Estado, organizaciones civiles, comunicadores sociales y diversos actores ciudadanos, entre otros, que necesariamente necesitan encontrarse y poner en común ideas y acciones para lograr una comunidad que los incluya y posibilite la consecución de sus derechos.

Robirosa (2006) define que un actor social es ese otro con que nos topamos en una relación de interacción que se da en un escenario concreto. Para este sociólogo, un actor social puede ser un individuo, un grupo, una organización o institución de cualquier tipo, ya sea una empresa, un organismo de gobierno, una organización de la comunidad.

En estado de gracia: la importancia del Estado como garantizador de derechos

La última dictadura cívico-militar y décadas de gobiernos neoliberales en Argentina, generaron por parte del Estado un modelo político-económico desigual y excluyentes respecto de las relaciones sociales que habían sido impulsadas por el Estado Benefactor. La Ley de Radiodifusión 22.285 sancionada en 1980, es una prueba de acciones postergadas por el Estado a la hora de garantizar el derecho a la comunicación de la ciudadanía argentina.

La analogía orquestal propone que el sujeto participa en la comunicación; desde nuestra posición intentamos visibilizar esa participación como un derecho fundamental para la consecución de otros derechos. En este punto cabe preguntarnos quién o quiénes y qué actores deben intervenir y garantizar que eso así suceda. Interrogante que nos remite al hacer del Estado, quien, en el escenario democrático actual, debe garantizar los derechos individuales y colectivos, y la justicia social.

Por tanto, entendemos que el Estado tiene la obligación y el deber de garantizar los derechos humanos y, en este marco, generar las condiciones para el ejercicio del derecho a la comunicación de todos los sujetos es indispensable para lograrlo.  

En visibles

Como expresamos anteriormente, el rol del Estado es fundamental para que los individuos puedan participar del derecho a la comunicación. Sin embargo, no es el único actor involucrado para que esto así suceda.

Los comunicadores sociales son actores fundamentales para que la comunidad pueda acceder al goce de derechos; promover la creación de espacios para lograr mayor participación en las decisiones políticas y planificación de proyectos sostenibles y duraderos en la comunidad; permitir que diversas voces puedan dialogar políticamente para lograr mayor inclusión social; contribuir a una cultura de intercambio de experiencias y cooperación de conocimientos, entre otros.

Uranga, junto a otros investigadores, destacan el papel que cumplen las organizaciones y los movimientos sociales en los micro procesos a nivel local, barrial o comunitario diciendo que: “las organizaciones sociales son las que mantienen contacto más estrecho con los vecinos y conocen en profundidad la historia, la cultura, la identidad, las necesidades y los recursos de cada comunidad” (2009, p. 8). La organización social es clave para construir solidaridades, proyectos colectivos y participación para construir una sociedad más justa.  

Alterar alteridades

En este trabajo rescatamos la importancia de pensar y vivenciar procesos de cómo construir un producto comunicacional. Y que esta construcción nos permita dialogar, debatir, disentir, encontrarnos y construirnos como comunidad desde la puesta en común de un proyecto comunicacional participativo y político; que apareje la toma de conciencia de nuestros derechos desde la práctica comunicativa, más que el producto comunicacional en sí mismo. Por tanto, la centralidad de este trabajo no estuvo puesta en el producto comunicacional, sino en el cómo lo construimos; sobre esto nos detendremos en el siguiente momento de este artículo.

Creemos necesario valorar el encuentro de los actores sociales antes mencionados. Nos proponemos COMUNicar COMUNidad, para ello abogamos a una propuesta de cómo podemos comulgar objetivos comunes en la que se garantice la consecución democrática de los derechos humanos, aunque para eso sea necesario alterar alteridades.

Marco referencial

Tilisarao posee actualmente una población de 7.000 habitantes aproximadamente. La distribución de la población por géneros es de 48% de hombres y 52% de mujeres, estimativamente. Más del 98% de la población está alfabetizada (INDEC, 2022). Además, integran la comunidad múltiples organizaciones sociales deportivas, culturales, cooperativas de servicios, organizaciones de defensa de intereses focalizados y derechos vulnerados, instituciones educativas, entre otras.

La fecha de fundación de Tilisarao genera controversias y discusiones que sobreviven hasta la actualidad.[6] Sin embargo, existe un consenso en que el pueblo nació por el ferrocarril: “La revolución económica que vino de la construcción de ferrocarriles, hizo que cientos de pueblos se formaran alrededor de cada estación” (Muñoz, 2018, p.  23).

Tobares (1996) afirma que “según Ricardo L. J. Nardi que sigue en este punto al Padre Lozano, la terminación “ao” en lengua Kakán significa pueblo. Sería, pues, una voz asimilada al quichua”. Agrega posteriormente que, de acuerdo con “la señora Berta Elena Vidal de Batini el vocablo es quichua “compuesto de t’la”, “silvestre” sara “maíz”, y la terminación “ao” que significa “lugar”: “lugar del maíz silvestre” (Tobares, 1995, p. 29).

Decisiones metodológicas: acerca de la construcción de una comunicación comunitaria

El trabajo de campo inició durante el contexto de emergencia socio sanitaria de pandemia producido por el COVID-19. Bajo estas circunstancias, la modalidad prevista sufrió diversas adaptaciones acordes a las medidas sanitarias del momento. El uso del tiempo y el espacio también se vieron modificados por la aparición de la enfermedad. La mayoría de las instituciones cerraron sus oficinas; este hecho retrasó considerablemente la búsqueda de material documental y la posibilidad de entrevistarnos.

Una de las grandes transformaciones de la pandemia fue la manera de vincularnos. La despersonalización en el trato con los actores, generó contradicciones permanentes en el proceso a la hora de relacionarnos. Paulatinamente, pudimos recuperar maneras de estar en comunidad.  La “nueva normalidad”, resultó una conjugación de aislamiento y distancia obligada, miedos e incertidumbres, y nuevas responsabilidades que repercutieron también en el desarrollo de esta investigación.  

Este trabajo se enfoca metodológicamente en realizar un abordaje participativo que contempla con la comunidad, en los cuales propusimos estrategias de comunicación para lograr la participación y el tratamiento de problemas prácticos. Lo hicimos a partir de las necesidades identificadas y definidas por los actores del territorio, a través del diálogo colectivo, el intercambio simbólico de conocimientos y saberes de carácter científicos y populares.

En el párrafo anterior destacamos la preposición de la conjunción “con”, porque tácitamente queremos resaltar que es el diálogo de los unos con los otros, la arena donde se disputa el sentido de lo visible y lo invisibilizado; lo perdido con lo recuperado; lo simbólicamente hegemónico con la praxis de lo comunitario; la intersección donde la comunión de saberes (entre el disentir y el acordar) permiten la conciliación con la consolidación de la comunidad. De este modo, este abordaje supone la presencia yuxtapuesta de sentidos diversos en el territorio, de miradas estratégicamente situadas para interpelar el mismo.

Nos permitimos estudiarnos y atravesarnos, interpelarnos y conocernos, reconocernos y entendernos, para encontrarnos y comunicarnos. Buscamos el lugar donde ponernos en común, comunicar derechos y acciones (necesarias) para garantizar la consecución de los mismos. ¿Qué comunidad estaríamos comunicando de no ser así, y si en ese comunicar la misma no sale fortalecida?

Así, asumimos un enfoque metodológico de tipo cualitativo necesario para garantizar y consolidar la participación de los actores sociales, la puesta en común de saberes, el diálogo de las alteridades, el encuentro con la comunidad. Dichas herramientas permiten potenciar el hallazgo del otro, la posibilidad de compartir, el dialogar y, por ende, las transformaciones sociales necesarias para garantizar la comunicación de derechos.

Este proceso fue materializado en la planificación y coordinación de las etapas de la creación de la revista comunitaria “Comunicando andamos”. El proyecto de la revista surgió en conjunto con la participación de los actores de la comunidad.

Es necesario aclarar que para el trabajo de campo se realizó una planificación que contempló principalmente la modalidad virtual en los encuentros desarrollados, debido al contexto de pandemia generado por el COVID-19. En este marco, fue posible sin embargo generar encuentros presenciales esporádicos de acuerdo con las disposiciones vigentes por la autoridad sanitaria, junto con las aclaraciones metodológicas señaladas más arriba.

Propuesta de trabajo desde la Comunicación Comunitaria

El modelo se inspira en el texto de Mori Sánchez (2008); sin embargo, se han adaptado los métodos y técnicas en función de los objetivos propuestos en esta producción.

1. Evaluación Preliminar

Revisión de Archivos y Antecedentes

Indagamos en los antecedentes previos de experiencias comunitarias disponibles en la región. Focalizamos la búsqueda en la base de archivos de la Biblioteca Municipal, la Municipalidad de Tilisarao, la Cooperativa de Agua, la Cooperativa Telefónica y el Honorable Concejo Deliberante.

El propósito de esta etapa fue relevar las diversas experiencias comunitarias de la localidad. Realizamos esta tarea a efectos de comprender las iniciativas anteriores y que estos elementos acompañaran a pensar un proyecto comunicativo para el presente. Posteriormente, procedimos a establecer contactos con las organizaciones relevadas en los archivos consultados para realizar las visitas presenciales, dado que no hay archivos digitalizados en la localidad.

Realizamos un relevamiento de instituciones y organizaciones de diverso tipo; para posteriormente, indagar por quiénes estaban constituidas, a efectos de contactar a un referente que nos posibilitara el acceso a información, registro o la narración de la experiencia personal en torno a sus prácticas comunitarias. Con toda esta información, confeccionamos una línea de tiempo que permitió reunir los antecedentes en la localidad. El siguiente gráfico fue confeccionado sobre la base de los archivos sistematizados.

Figura 1. Línea de tiempo de las instituciones de Tilisarao

Fuente: Realización propia sobre la base de los registros obtenidos.

La experiencia de contactar las organizaciones para indagar antecedentes previos de experiencias comunitarias en la región, fue un camino de encuentros y desencuentros a la medida de las circunstancias vividas por el contexto sanitario. Las organizaciones fueron tipificadas en diversas categorías: organizaciones deportivas, religiosas, con objetivos temporales, vinculadas a una actividad económica, de defensa de intereses focalizados/vulnerados, de defensa de la población, educativas, artístico-culturales y cooperativas de servicios públicos.[7] Estas categorizaciones nos permitieron sistematizar los datos y reconocer a los actores más representativos de cada grupo.

Asimismo, con el fin de identificar publicaciones que dieran cuenta de experiencias comunitarias, se buscaron antecedentes de revistas regionales impresas y difundidas en el Valle del Conlara; sólo encontramos piezas gráficas dedicadas a la publicación de avisos clasificados, con escaso contenido periodístico, periodicidad mensual y bajo costo de impresión y producción. Cabe destacar que las mismas se distribuyen de forma gratuita o con aranceles mínimos. Ellas son: Revista Pilar, Revista Space, Clasificados del Valle.

Mapeo participativo (no sólo actores, también guionistas)

Contactamos a los actores sociales que participan activamente en las organizaciones, con la necesidad de encontrar guionistas contemporáneos que nos permitieran avanzar en la confección de un boceto con el cual poder trabajar en el proceso de encontrar referentes y/o referencias dentro de la comunidad. Como resultado de esa búsqueda y primeras charlas pudimos confeccionar un mapa que contiene la ubicación georreferenciada de estos primeros actores.

Figura 2. Ubicación geográfica de las diferentes organizaciones de Tilisarao

Fuente: Realización propia sobre la base de los registros obtenidos.

Este insumo fue complejizado de modo participativo al entablar los primeros contactos con actores de la comunidad y, -para que el relato no quedase incompleto-, propiciamos incluir en la cartografía las narraciones de dichas personas e instituciones, su autopercepción y su manera de vincularse con los otros. Por ello, nos resultó indispensable pensar en un trabajo participativo y un mapeo conjunto, donde no sólo pudiéramos geolocalizar a los participantes, sino además visibilizar tanto sus acciones y experiencias, como sus vínculos y relaciones, sus problemáticas y necesidades.

El mapeo de actores lo confeccionamos tomando como punto de partida el territorio geográfico y dialéctico. A través de un taller participativo, se construyó un telar/relato hilvanado por múltiples voces de manera simultánea.[8] Esto nos permitió visibilizarnos y reconocernos por medio de las diferentes instancias de acción que posibilitó el encuentro.

Fotografía 1. Mapeo participativo

Fuente: Realización propia

El resultado fue la elaboración de una cartografía social participativa que nos permitió avanzar en el telar de la comunidad. La elección de este tipo de mapeo posibilitó indagar conjuntamente los escenarios territoriales y sus detrás de escenas, conocer las diferentes narrativas que circulan en las tramas del territorio y acercarnos a descubrir cómo se han configurado históricamente las mismas. En otras palabras, nos posibilitó también “desnaturalizar esas representaciones, problematizar los sentidos cristalizados en el espacio” (Algranati, Bruno y Lotti, 2012, p. 9). Además de “construir un relato sobre el territorio que permita identificar ‘qué pasa’, qué problemáticas (urgentes, invisibilizadas, comunes, etc.) aparecen allí, y cuáles son los actores y las relaciones involucradas” (p. 9-10), a través de múltiples voces intervinientes en “el proceso de rememorar y señalizar experiencias y espacios de organización y transformación, a fin de tejer la red de solidaridades y afinidades” (Riser y Ares, 2013, p. 12), necesarias para (y valga redundar) comenzar la narración de nuestra manera de COMUNicar COMUNidad.

Estrategias conversacionales: las entrevistas

Confeccionamos una guía de entrevista semi-estructurada, orientada a conocer demandas socioculturales y comunicacionales de los actores; como también una radiografía actual de las maneras de vincularse con otras instituciones en el territorio; quehaceres cotidianos y la manera de comunicarse con la comunidad, entre tantas otras. Se trabajó a partir de las siguientes categorías: ubicación geográfica (¿dónde?); composición (¿quiénes?); funcionamiento (¿cómo?); objetivos e intereses (¿para qué?); problemáticas y necesidades (¿por qué?); relación con otras instituciones (¿con quiénes?); relación con el Estado (¿cómo es ese vínculo?); financiamiento (¿con qué recursos cuenta?); comunicación con la comunidad (¿cómo se dan a conocer?); problemáticas y necesidades comunicacionales (¿por qué comunicar?).

Realizamos las entrevistas requeridas sobre la base del mapeo y localización de actores previos. Por tanto, no respondimos a un criterio cuantitativo, sino a uno que atendió a la diversidad de los actores hasta obtener una saturación de datos. Para este trabajo, realizamos un total de ocho entrevistas de este tipo, en función de las categorías de las organizaciones reconocidas anteriormente.[9]

Asimismo, durante todo el proceso, confeccionamos un cuaderno de campo. Esta herramienta nos permitió registrar, describir y reflexionar sobre la totalidad de actividades que realizamos con la comunidad de modo trasversal a todo el proceso. 

2. Diagnóstico participativo con la comunidad

Taller participativo

Luego de la sistematización de archivos, planificamos instancias de taller que permitieran dar cuenta de las particularidades de los hallazgos. Trabajamos a partir del método árbol de problemas como disparador para dinamizar el encuentro.

Un árbol de problema consiste en desarrollar ideas creativas para identificar las posibles causas del conflicto, generando de forma organizada un modelo que explique las razones y consecuencias del problema. En similitud a un árbol, el problema principal representa el tronco, las raíces son las causas y las ramas los efectos, reflejando una interrelación entre todo el elemento. (Martínez, y Fernández en Hernández Hernández y Garnica González, 2015, p. 40)

El instrumento nos permitió lograr el reconocimiento de los problemas comunicacionales y establecer una priorización/jerarquización de los mismos en función de las inquietudes de los participantes. Para ello tomamos como base las entrevistas realizadas inicialmente, donde recuperamos problemáticas comunes y las pudimos poner en común en los talleres. A partir de los diálogos que se suscitaron, logramos ampliar las diferentes percepciones de los actores sobre las dificultades percibidas y en muchos casos compartidas. Al respecto cabe señalar que esta técnica se aplicó como puntapié inicial en el cual las circunstancias de los encuentros permitieron que se desestructurara por iniciativa de las personas que participaron en el taller.

3. Evaluación de las Necesidades de los Grupos

Técnicas Participativas de Análisis. Método árbol de problemas

Cabe aclarar que el instrumento que mencionamos anteriormente se utilizó en diferentes momentos del desarrollo de las actividades realizadas con la comunidad, lo que permitió inicialmente, "reconocerse" en las dificultades y necesidades comunes; posteriormente, indagar en sus propósitos y objetivos como institución; y para finalizar encontrar horizontes compartidos para la proyección de una comunicación comunitaria. Se trabajó con el esquema realizado por los propios participantes de acuerdo con su propia jerarquización de las necesidades comunicacionales de los grupos.

4. Diseño y Planificación del Producto

Construir la propuesta del producto Comunicacional: trabajo en comisión

En los talleres decidimos que se redactarían colectivamente las siguientes instancias: nombre de la revista, justificación, objetivos, metas, secciones, periodicidad, método de financiamiento y población objetivo.

Estas definiciones implicaron nuevas elecciones para la confección de la publicación: ¿Qué marca y colores nos representan? ¿Quién decidirá el contenido del número “0”? ¿Cómo se trabajarán las secciones, alrededor de los tópicos planteados por los referentes de las organizaciones que integran la revista? ¿Cómo involucrar a la mayor cantidad de actores en la toma de estas decisiones, sin que el trabajo sufra contratiempos, en cuanto a lo planificado?

Colectivamente, se decidió conformar una comisión integrada por 5 miembros (tres titulares y dos suplentes, de diferentes tipos de organizaciones) que serían participantes responsables en la confección del número “0”. Establecimos que en cada reunión deberían estar presente al menos tres personas, quienes estarían autorizadas a tomar decisiones o avalar las propuestas que les presentáramos durante la producción de la revista.

Al mismo tiempo, la comisión mencionada se encargó de comunicar las decisiones tomadas y recabar información sobre la base de las sugerencias propuestas por los miembros de las organizaciones restantes, que luego fueron socializadas en las siguientes jornadas de trabajo.

Taller para presentar la propuesta al resto de los actores

El taller propició compartir la propuesta del número “0” de la revista comunitaria Comunicando andamos. En esta instancia, nos propusimos que la producción gráfica pudiera ser conocida y evaluada por la comunidad. Esta socialización contó con la presencia de miembros de las organizaciones sociales mapeadas, personas entrevistadas en la instancia de sistematización de archivos, y miembros de la comunidad en general.

5. Evaluación

Valoración Comunitaria

Se consensuaron los indicadores a ser evaluados, como así también, los métodos y las técnicas a utilizarse. Este proceso fue compartido y socializado con la comunidad, quienes valorizaron positivamente el proceso.[10]

Comunicando Andamos: la construcción de una revista comunitaria

Esta revista está hecha para andar, no quedarse quieta, caminar, patear la calle en busca de interpelar al otro, moverlo de su zona de comodidad y echarlo a marchar también, a participar, dialogar, cuestionar y accionar. Dar el primer paso ante las miradas atónitas de los inmutables para decir desde una perspectiva de género: ando y anda comunicando comunidad y comunicando derechos, entonces… ¡Ahora sí, andamos![11]

Ser, no parecer: las secciones y el contenido

La tarea de definir las secciones y contenidos fue consensuada previamente en los talleres, en los cuales se planteaban la necesidad de contar con secciones que les permitieran visibilizar sus acciones y agendas de trabajo, recogidos en los árboles de problemas colectivos.

Indagamos en profundidad recorriendo con los miembros de la comisión diferentes publicaciones de revistas comunitarias -regionales y nacionales- en sus versiones gráficas y digitales. Luego tomamos notas sobre posibles maneras de organizar nuestra comunicación, de manera tal que preservase siempre su propósito participativo. De estas indagaciones surgió el siguiente material con el nombre de las secciones y el contenido a abordar:

Figura 3. Elementos gráficos de las secciones

Fuente: Elaboración propia.

A continuación, se explican los contenidos referentes a cada una de las secciones mencionadas.

Asuntos entrados (Sumario)

La propuesta de sumario se identifica con la manera de trabajar de la mayoría de las organizaciones -que presentan una estructura de comisión o consejo- en las cuales se labran actas sobre cada reunión que realizan. Generalmente el temario de esas reuniones es anticipado con el título de “asuntos entrados”.

Comunicando andamos

Editorial que plantea la participación de derechos y la posición de la revista. En el primer editorial realizamos una presentación de la publicación haciendo hincapié en la necesidad de plantear procesos participativos, donde la comunicación vehiculiza el diálogo en el encuentro de la comunidad y pueda generar acciones colectivas para la transformación democrática de la misma. El Editorial de cada número podrá ser escrita conjuntamente con las organizaciones, cuando las circunstancias ameriten una posición comunitaria respecto a algún tópico relacionado con los derechos vulnerados, la participación comunitaria y las demandas y necesidades de las organizaciones; entre otros.  

En Visibles

Reportaje interpretativo que toma como base una entrevista que busca dar a conocer y profundizar el trabajo de las organizaciones sociales de la comunidad, las dificultades que atraviesan y movilizar acciones comunitarias concretas para la consecución de los derechos vulnerados a las mismas.

Ven/dicen

Columna de opinión y/o relato escrito por vecinos y referentes sociales, que piden la palabra para comunicar miradas, identidades y la historia territorial. Ellos nos bendicen con su sabiduría y experiencia, rescatando algún hecho o referente de la comunidad que ayude a cimentar espacios desde donde reconocernos y movilizar inquietudes a través de sus miradas y sus voces.

Fogones

Resumen y agenda de actividades de las organizaciones que forman parte de Comunicando andamos. La periodicidad bimestral permite que las organizaciones anticipen sus acontecimientos a la comunidad y a la vez, puedan programar una agenda donde unas no interfieran con otras.

Mateando

Espacio cedido a instituciones y personas que requieran participar de nuestra comunicación (sin pertenecer a la revista). Pasamos el mate, para que más instituciones se unan al fogón.

¡Gracias sarao!

Espacio de mención del Staff de cada número de la revista y los colaboradores que posibilitan la publicación de la misma. Titulamos este espacio como “sarao”, retomando la toponimia descrita por Tobarez (1995) en el marco referencial. Empleamos el “sarao” para afectuosamente decir “gracias lugar del maíz”.

Contenido para el Número “0”

En diálogo con la comisión, acordamos el contenido para el Número “0”. Les comunicamos que el Editorial de este número estaba reservado para hablar sobre los procesos realizados durante la elaboración de nuestro trabajo, acuerdo que aceptaron acompañar. Luego planteamos la posibilidad de realizar contenidos ligados a inquietudes comunes y, de manera estratégica, vinculados a las instituciones que los referentes de la comisión representan.

En Visibles sería uno de los artículos a desarrollar en el Número “0”, porque representa una de las secciones que comulga más estrechamente con los propósitos de la comunicación planteada. Acordamos invitar a una organización a vivenciar durante una semana su agenda de actividades y, entrevista mediante, poder realizar un reportaje de la tarea realizada por la organización, sus inquietudes y necesidades. Atendiendo a una petición de uno de los miembros de la comisión -interesado por la historia, la identidad patrimonial y cultural de Tilisarao e inquietado personalmente en hablar de referentes históricos de la comunidad-, acordamos que sería el encargado de redactar una columna de opinión/relato sobre Raúl B. Díaz. Este artículo sería integrado en la sección Ven/dicen. Por elección de su autor, abordaría la biografía del mencionado referente histórico, una persona ilustre en la historia de Tilisarao pero anónimo para las generaciones presentes de la comunidad.    

Para finalizar, consideramos oportuno aclarar los siguientes puntos. Respecto del número de páginas de la revista, decidimos trabajar con múltiplos de cuatro puesto que la impresión se realizaría en hoja A3, la cual permite cuatro páginas de tamaño A4. Por otro lado, las secciones no desarrolladas en el Número 0, son aquellas que se corresponden con contenidos de actualidad y, consecuentemente, no son abordadas en la versión de prueba. Estos aspectos fueron trabajados con la comisión en los momentos antes mencionados tratando de preservar el equilibrio entre la creatividad y practicidad de la revista.

Periodicidad, modo de financiamiento y distribución

Esta cuestión se acordó durante los talleres. Sobre diferentes propuestas se evaluó la posibilidad vertida por el representante de una cooperativa de servicios públicos, quién manifestó: “Esta revista es de interés comunal, creo que, haciendo un esfuerzo entre varias de las instituciones presentes y la ayuda de otras empresas y comercios de la localidad, podemos solventar periódicamente el gasto de la revista”. El modo de financiamiento determinó que la periodicidad sea bimestral, para no “congestionar el bolsillo y la voluntad de nadie” (conversación personal, 9 de abril de 2022). Luego, la comisión aceptando la propuesta estableció que la revista no realizaría publicidad tradicional, ya que no estaba en sus objetivos buscar una fuente de ingreso con la misma; en cambio, se priorizó costear los gastos de elaboración e impresión. Se citaría a los colaboradores en un apartado especial, como también el Staff de la revista.

La distribución estaría a cargo de las organizaciones participantes; en sus oficinas, lugares de funcionamiento y en puntos estratégicos consensuados y seleccionados por las mismas.[12]

Presentación del Número “0”

La presentación del Número “0” de Comunicando andamos a los demás actores de la comunidad se realizó el 23 de mayo de 2022, y contó con la participación de múltiples organizaciones que integraron la propuesta comunicativa. Además, estuvieron presentes referentes de la comunidad.

Para acceder al N°0 de la Revista, acceder a: https://www.flipsnack.com/9E77FEFF8D6/revista-maqueta-lista.html

Consideraciones finales

Este trabajo concreta una vuelta a un espacio común, a comunicar comunidad. A pensar propuestas de acciones colectivas tras la necesidad de visibilizar las voces de las organizaciones de Tilisarao, para interpelar a otros actores sociales, políticos y económicos; a “caminar” conjuntamente la construcción democrática de nuestra comunidad.

El futuro tal vez nos depare iniciar nuevos talleres de periodismo y comunicación, que permitan a las instituciones participar con autonomía y continuidad sus proyectos comunitarios. Pensamos también la posibilidad de una publicación que pueda ser democratizada a más personas a través de la tecnología digital, sin abandonar las posibilidades de “encuentro” que hace siglos nos permite el papel impreso.

Queremos reconocer a las muchas personas que estuvieron involucradas en los diferentes procesos y momentos que conforman este todo, que mencionamos como COMUNicar COMUNidad. Algunas de manera temporal, otras llegando de sorpresa, para que el viento sople donde el horizonte parece escampar. Todas ellas con la voluntad de sumar experiencia y tomarla también, en el afán de comulgar este maravilloso propósito de comunicar.

En la bitácora trazada en nuestro trabajo, se propuso la creación de una revista comunitaria en la localidad de Tilisarao, que permitiera visibilizar y potenciar la dimensión política de las prácticas de comunicación; “que recupere las voces de la comunidad y sobre todo que se preocupe por democratizar la información, generar nuevos canales de participación, construir democráticamente opiniones, tomar colectivamente decisiones […]” como lo enunciase Uranga (2009, p. 4).

Nos propusimos también reflexionar acerca de la comunicación como articuladora de los demás derechos humanos. La comunicación como un derecho humano fundamental de todos; reconocido y legitimado por diferentes instrumentos legales, tal como el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 13 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, o la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, entre otras. Ante este panorama tan claro, “¿Por qué habría de sernos tan difícil?”[13].

Fue difícil, pero también enriquecedor y placentero, gracias a los procesos conjugados en las prácticas encarnadas junto a la participación de los actores sociales y sus aportes, y desde nuestro rol de comunicadores sociales (formados en la Universidad Pública y bajo sus principios) lo que posibilitó, en cierta manera, devolver la comunicación a los actores, muchas veces postergados, de la comunidad.

Para ello tuvimos que escuchar, comprender y vivenciar el accionar democrático de las organizaciones a la hora de elegir sus batallas a librar en la sociedad, donde el Estado parecía eludir responsabilidades y la ciudadanía pecar de pereza. Plantamos cara[14] con el compromiso conjunto de comulgar una comunicación comunitaria.

Nuestro Número “0” de Comunicando andamos es una de las consecuencias de lo descripto anteriormente. Un espacio desde donde dar pelea (en el buen sentido); un anhelo de ser caballito de batalla que invita a pelear conjuntamente y, si es necesario, mostrar los dientes del lenguaje y morder con palabras la tierra que se pise al andar; muchas veces batida, donde es fácil patinar; y otras tantas tupida de espinas, donde hay que abrir senderos nuevos para avanzar sobre terreno de derechos.

Muchos autores nos “ayudaron a mirar”.[15] Experiencias diversas de talleres comunitarios nos enseñaron metodologías para participar y comulgar la comunicación comunitaria; de las organizaciones de la comunidad (especialmente las que integraron la producción de la revista) aprehendimos la mirada, que sólo se obtiene cuando los zapatos se prestan, donde la frontera del yo y el otro parece diluirse en un nosotros; que permite prestar oído y lamer heridas que ayudan a curar los tejidos rotos de la sociedad y tender nuevos también.

Aprender a disentir y acordar, reaprender los abrazos, mates compartidos y caminar nuevamente juntos la calle, como intentó que olvidásemos la pandemia. Volver a Freire para que nos recuerde que la comunicación es “ese instrumento de transformación social: horizontal, participativo, popular” (Freire en Jenatsch y Bauer, 2016, p. 28); y COMUNicar COMUNidad con la convicción de que solo así se avanza para que “los derechos y la democracia vayan por la misma senda”[16], esa cuyas huellas intactas conservamos si Comunicando andamos. “Caminante hay comunidad, si se hace comunicación al andar”.

 

Referencias bibliográficas

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[1] Este artículo forma parte del Trabajo Final correspondiente a la carrera de grado Licenciatura en Comunicación Social dictada por la Universidad Nacional de San Luis, titulado de igual manera que esta presentación, realizada por el autor de este trabajo y dirigida por la coautora del mismo. Proyecto aprobado en septiembre de 2019 y defensa concretada en octubre de 2022. La tesis obtuvo la calificación “Aprobado con mención especial y recomendada para su publicación” (Res. 1083/2022, UNSL).

[2] A partir de este momento para facilitar la escritura y lectura del trabajo, nos referiremos (por la convención) al género masculino cuando se haga referencia a diferentes géneros, no desconociéndose la vigencia de esa discusión y entendiendo que el lenguaje es un espacio político a partir del cual se pelea por la visibilización de esas otras diversidades.

[3] Si bien el título se inspira en el texto de White (2007) “Comunicar Comunidad: Aportes para una ética de la comunicación pública”, el trabajo propone un diálogo entre los conceptos propuestos y no un debate ético en cuanto a la tarea de los comunicadores. La contribución procura interpelar a la acción a los actores de la comunicación entendida como una vuelta a un espació "común" de diálogo y construcción democrática.

[4] A razón del espacio disponible, no será posible en esta presentación agotar las nociones conceptuales que fundamentan este trabajo.

[5] Navarro Nicoletti y Rodríguez Marino (2018) reconocen que “estos conceptos han tenido un largo recorrido desde finales de los años 70’ hasta la actualidad, develando continuidades y rupturas", tomando a dichos autores retomaremos más adelante la discusión.

[6] La estación del ferrocarril se emplazó en los terrenos donados por Cleofe Domínguez. En 1925, los vecinos que habitaban el Nuevo Renca ( “Estación Renca”), pidieron que se cambiara el nombre de la estación y, el entonces Ministerio de Obras Públicas de la Nación la denominó “Tilisarao”; nombre que varios historiadores afirman fue tomado de la sierra homónima y se extendió a la población (Muñoz, 2018, p. 57).

[7] A razón del espacio disponible, no será posible mencionar las organizaciones que son parte de las categorías construidas.

[8] Entregamos un pequeño ovillo de lana a cada representante y le solicitamos que localice su organización en el mapa de la localidad. Paso seguido, les pedimos que nos dijesen con qué actores se vinculan y qué grado de involucramiento establecen con ellos. Para esta actividad montamos el mapa de Tilisarao sobre una plantilla de telgopor. Utilizando pinchos, fuimos uniendo con el ovillo las diferentes organizaciones vinculadas. Simultáneamente, tomamos nota de lo que expresaba cada persona sobre el tipo de relación que mantenía con la organización “x”. Atribuimos un color para cada tipo de organización sistematizada. Así sucesivamente invitamos a pasar a cada persona presente para construir el mapeo participativo con toda la red de vínculos de la comunidad, que se constituyó con las organizaciones presentes y se sumaron a otros referentes de instituciones, teniendo en cuenta sus relatos vertidos en las entrevistas previas.

[9] En razón del espacio disponible, no será posible presentar en este trabajo los resultados obtenidos de las entrevistas.

[10] A razón del espacio disponible, no será posible presentar detalles de la valorización comunitaria.

[11] Fragmento del editorial del Número “0”.

[12] Como puntos estratégicos consideramos los lugares y los espacios públicos de mayor circulación, como así también otros medios que pudieran poner en común el contenido de la publicación.

[13] Frase inspirada en un pasaje del texto Demian de Herman Hesse: “Quería tan sólo intentar vivir aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?” (Hesse, 2010, p. 6).

[14] Frase inspirada en los dichos populares, según los cuales se trata de enfrentarse a algo o alguien, generalmente, resistiéndose a su fuerza o autoridad. Implica encarar situaciones adversas con determinación.

[15] Frase inspirada en un pasaje del texto Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano (2010).

[16] Frase inspirada en la canción de Atahualpa Yupanqui “El arriero va”.