Acceso al derecho a la comunicación
de mujeres privadas de su libertad en la UCN° 4 Salta capital.
Access to the right to communication of women deprived of their liberty
in the UCN° 4 Salta capital.
María Guadalupe Macedo: Técnica en
gestión de Medios comunitarios (UNQ) Licenciada en Ciencias de la Comunicación
(UNSa). Estudiante de la Maestría en Comunicación Digital Audiovisual. JTP de
la Asignatura Comunicación en Contexto de encierro de la Licenciatura de
Ciencias de la Comunicación (UNSa). macedom.guadalupe@gmail.com
Fecha de Recepción: 21/06/2022 - Fecha de aprobación:
06/09/2022
Resumen:
El siguiente trabajo tiene la
intención de realizar una sistematización de experiencia de intervención de la
producción y gestión de la revista “Volver a Sonreír” realizada en la cárcel de
mujeres de la ciudad de Salta Capital. Desde septiembre de 2017 a diciembre de
2020 realizamos un taller de comunicación con un equipo conformado por una
licenciada en ciencias de la comunicación, una profesora en ciencias de la
educación y una profesora de filosofía, a partir de estos surgió la revista
llamada “Volver a Sonreír” Partimos de la premisa de que en la cárcel
provincial de mujeres encuentra dificultades en el acceso a la educación
secundaria y universitaria y se restringe el acceso al derecho a la
comunicación. En los espacios de privación de libertad existen históricamente
la vulneración de derechos en dispositivos de control y aislamiento que se
profundiza según la división sexo/género.
Desde el año 2017 se produce la
revista “Volver a Sonreír” dentro de la Unidad Carcelaria Provincia N° 4 de
Salta capital, donde mujeres y disidencias son productoras y gestora de su
propio medio de comunicación. Desde esta posición planteamos, que la producción
y gestión de la revista “Volver a Sonreír” es una práctica de resistencia para
la violencia que resisten sus cuerpos a lo largo de su vida. Por esto nos preguntamos ¿Todas las mujeres
pueden de este modo acceder al derecho a la comunicación siendo productoras de
contenidos? ¿El servicio penitenciario a través del control y disposición de
quienes pueden acceder a las TIC, limita el acceso a la comunicación? En este
sentido, el objetivo principal del presente trabajo es reflexionar de manera
sistemática sobre nuestras prácticas, para visualizar y recuperar los aspectos
que creemos centrales y que la experiencia nos ha impulsado a indagar desde un
abordaje transdisciplinar, partiendo de los estudios de la comunicación y desde
la perspectiva de género.
Palabras claves:
COMUNICACIÓN/ PRODUCCIÓN DE
CONTENIDOS/ PRIVACIÓN DE LIBERTAD/ GÉNERO
Summary:
The
following work intends to carry out a systematization of the intervention
experience of the production and management of the magazine "Volver a
Sonreír" carried out in the women's prison of the city of Salta Capital.
From September 2017 to December 2020 we carried out a communication workshop
with a team made up of a graduate in communication sciences, a teacher in
educational sciences and a philosophy teacher, from which the magazine called
"Back to Smile” We start from the premise that in the provincial women's
prison there are difficulties in accessing secondary and university education
and access to the right to communication is restricted. In spaces of deprivation
of liberty there has historically been the violation of rights in control and
isolation devices that deepens according to the sex/gender division.
Since 2017,
the magazine “Volver a Sonreír” has been produced within the Provincial Prison
Unit No. 4 of Salta capital, where women and dissidents are producers and
managers of their own media outlet. From this position we propose that the
production and management of the magazine "Volver a Sonreír" is a
practice of resistance to the violence that their bodies resist throughout
their lives. For this reason, we ask ourselves, can all women access the right
to communication in this way as producers of content? Does the prison service,
through the control and disposition of those who can access ICTs, limit access
to communication? In this sense, the main objective of this work is to
systematically reflect on our practices, to visualize and recover the aspects
that we believe are central and that experience has prompted us to investigate
from a transdisciplinary approach, starting from communication studies and from
the gender perspective.
Keywords:
COMMUNICATION/ CONTENT PRODUCTION/
DEPRIVATION OF FREEDOM/ GENDER
Punto
de partida
Este trabajo pretende realizar la
sistematización de la experiencia de la gestión y producción de la revista
“Volver a Sonreír”. Parte desde la concepción de que la comunicación es un
derecho colectivo que se ejerce desde la gestión y creación colectiva y es un
derecho humano que debe ser ejercido para el desarrollo pleno de la democracia
en el mundo globalizado.
La revista “Volver a Sonreír” se realiza
dentro de la Unidad Carcelaria Provincial N° 4 por mujeres privadas de su
libertad. Esto nos lleva a indagar si es un modo de creación cultural colectiva
que puede responder a lógicas del pensamiento crítico permitiendo repensar la
historia y situarnos en el mundo actual, reflexionando sobre el conjunto de las
limitaciones y cuestiones a las que las personas somos sometidas. Indagando si
se critica el pensamiento burgués, los cambios de hegemonía a nivel mundial.
La
propuesta es realizar la sistematización de la experiencia desde lo definido
por Oscar Jara como la “interpretación crítica de una o varias experiencias
que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica
del proceso vivido” (Jara, 1995). Por lo
que en este trabajo trata entonces de destacar cuales son los factores que han
intervenido en dicho proceso de gestión y producción de la revista. En la
sistematización interesa destacar las cuestiones que se desarrollaron en la
experiencia como fueron los procesos y cuáles son los actores que intervinieron
como los vínculos y redes que se establecieron. La información generada durante
la intervención sirve como base al proceso de reconstrucción de la experiencia
vivida y sus significados, que se constituirán a partir de su sistematización y
lectura crítica, en aprendizajes surgidos de la práctica realizada.
Como
objetivo de la sistematización es aportar conocimientos acerca de las prácticas
sociales con una intencionalidad de transformación ligada a los sectores
populares. Entendemos por práctica a “una actividad intencionada que se
sustenta en un conocimiento previo y que se plantea lograr objetivos de
transformación” (Martinic, 1998. Pp. 6).
Es durante el proceso de interacción social que se configuran los
saberes sobre la realidad, y donde los actores “adecuan sus criterios al
contexto y a la situación”.
Por esto, se indagará acerca del acceso a
los derechos humanos, principalmente el derecho a la comunicación, dentro de
sistemas de control y aislamiento, con el objetivo de demostrar las
desigualdades que existen en torno al género. Partimos de las siguientes
preguntas de investigación: las mujeres privadas de su libertad ¿Conocen sus
derechos? ¿Acceden a ellos en contextos de aislamiento y control? ¿En qué
medida existen vulneración a los derechos humanos dentro de las cárceles por
cuestiones de género?
En el año 2017, por medio del programa de
Políticas Socio Educativas del Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología se
abre un Centro de actividades juveniles (CAJ) dentro de la Unidad Carcelaria
Provincial N° 4 de mujeres, donde se trabaja con talleres de Salud, apoyo
escolar y comunicación, dio como resultado la producción de una revista
quincenal titulada “Volver a Sonreír” que era repartida dentro y fuera de la
cárcel de mujeres. Los talleres se daban de forma simultánea obteniendo al
final de la jornada producciones para la revista sobre lo trabajado o sobre
temas que las mujeres querían escribir. El taller de comunicación se dictaba
para las mujeres que querían concurrir ya que era abierto a todas. Tenía la
metodología de proponer temáticas y pautas de la escritura periodística, para
la edición de la revista. Se produjo entre los meses de agosto a diciembre del
año 2017 dando como resultado 5 revistas de bolsillo (con formato de hojas A4
impresas de ambos lados dobladas a manera de origami).
En el año 2018 la producción de la
revista continúo en el marco del taller colectivo de edición de revista, como parte
de las actividades de la Comisión de Educación en Contexto de Privación de
libertad de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta
dentro de la Unidad Carcelaria provincial N° 4. A cargo de la Prof. Sabrina
Deborah Mendoza, Lic. María Guadalupe Macedo, en los meses de agosto a
diciembre de 2018. Tuvo como publicación una edición de la revista que fue
publicada y repartida en el mes de enero del 2019. El formato de la revista es
más grande consta de 20 páginas A4, donde las mujeres escribieron sobre
diversas temáticas con formatos de poesías, crónicas y cartas.
En el año 2019 continuo la producción en
los talleres de verano como parte de las actividades de la Comisión de
Educación de Contextos de Privación de Libertad de la Facultad de Humanidades
de la Universidad Nacional de Salta a cargo de Prof. Sabrina Deborah Mendoza,
Lic. María Guadalupe Macedo, Prof. Carolina Fernanda Vaca Carrio y “Quipi”
Hilda Graciela Quipildor, humorista. Tuvo como resultado la publicación y
difusión de una revista en el mes de febrero y materiales para la publicación
de la próxima edición. Se creó un Facebook e Instagram de la revista para
difundir fragmentos de la revista en las redes sociales para que pueda llegar a
más personas ya que los costos de producción son asumidos por las talleristas o
personas que colaboran. Cabe aclarar que desde el año 2018 las responsables del
taller no reciben honorarios por su trabajo. El contenido y edición de las
revistas son realizadas por mujeres privadas de libertad y las talleristas solo
se encargan del tipeo y diseño de la misma de manera digital, ya que dentro de
la unidad carcelaria no se pueda trabajar ni ingresar ningún dispositivo
tecnológico. El trabajo se realiza solo utilizando lapiceras y hojas en el
patio del dispositivo del encierro, en medio de toda la población carcelaria.
Los años posteriores por la pandemia los talleres se redujeron y solo fueron
trabajado a través de clases online y restringido para las mujeres privadas de
su libertada que se encuentran cursando la licenciatura de ciencias de la
comunicación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta.
Hasta la actualidad se produjeron 7 ediciones de la revista y se subieron
algunos de los contenidos producidos a las redes sociales que se crearon para
difundir la actividad.
La
organización y gestión de la revista se nuclea como una organización de medio
ya que es una unidad de producción que combina recursos materiales y humanos
para poder operar en el espacio público garantizando el derecho a la
comunicación, lo que para las mujeres implica la posibilidad de intervenir en
las discusiones públicas. A la vez, se trata de un espacio considerado como
marginal, tanto por ubicarse geográficamente en un espacio fronterizo como por
el carácter liminar de las instituciones de encierro.
Los
contextos de producción
La revista se realizó dentro de la unidad penitenciaria femenina
de la provincia de Salta N° 4. El espacio que teníamos para la realización del
taller es en el patio de la unidad, lo que permitía que todas las mujeres que
quieran se acercaran a la actividad y que sea replicada en las celdas. Hay que
tener en cuenta que la
sociedad ha creado cárceles (Foucault, 1976) para varones, eran ellos quienes
tenían la potestad de delinquir (Zaffaroni E., 2011) porque eran considerados
personas; en cambio las mujeres no. La cárcel de mujeres[1] es una
institución que surge como una copia de las cárceles masculinas para controlar
los cuerpos desde el aislamiento, la violencia y la limitación de comportamientos;
pero además desde lógicas moralizantes, y esto puede verse en múltiples
situaciones (Ojeda, 2013). En este contexto se desarrolla la revista teniendo
en cuenta que actúan en el medio mecanismo de control y disciplinamiento por lo
que existían contenidos, materiales y objetos con los que no se podía ingresar
para trabajar dentro del penal.
Otro
condicionante a tener en cuenta es a selectividad penal (Lagarde, 2015) que
recae sobre mujeres que trabajan dentro de la revista. A lo largo de nuestro
pudimos vislumbrar que pertenecen a la clase pobre y son desfavorecidas social
y económicamente, vulnerables penalmente ya que no disponen recursos para
afrontar lo judicial. Son una población que tienen responsabilidades familiares
ya que son madres constituyéndose como el único sostén de la familia, por que
viven en hogares monoparentales (Aguilar, 2011). Otra característica común que
manifestaron las mujeres productoras de “Volver a Sonreír” es haber sufrido
violencia de género por parte de sus parejas y padres, y haber sido
hospitalizadas por los golpes recibidos. Las mujeres remarcaron que desde
pequeñas vivieron situaciones de violencia verbal, física, sexual y psicológica
por parte de los hombres de su familia, novios y la policía. Muchas de ellas no
realizaron denuncias por las violencias que sufrieron, y las que lo hicieron no
fueron tenidas en cuenta por la policía.
La
vulneración de derechos en las cárceles ocurre de manera constante, pero se
profundiza según la división sexo- género (femenino y trans) (Pérez &
Gardinetti, 2011), donde las estructuras penitenciarias se convierten en un
mecanismo social de transformación de identidades, de pautas de comportamientos
que amplían la brecha de desigualdades. Históricamente, las mujeres privadas de
su libertad viven situaciones de violación a sus derechos por su condición
femenina (Carlen, 1998; Lagarde, 2015). Es un espacio de castigo (Laitano &
Nieto, 2017) donde se busca reeducar los cuerpos (Chávez, 2004) según lógicas
del mundo capitalista, patriarcal y heteronormado porque las personas que
transitan el encierro no cumplen con las pautas de comportamiento social y son
recluidas luego de ser expulsadas (Foucault, 1976). Los cuerpos de las personas
privadas de su libertad no solo se encuentran atravesados por el sistema
penitenciario, sino también por el sistema judicial, el sistema mediático, los
prejuicios sociales y la necesidad de condenas más ejemplares (Gutiérrez,
2013).
El patriarcado utiliza la dominación económica y social para
poder restringir las actividades que debe realizar una mujer, otorgándole
pautas de comportamiento que debe cumplir (Barrancos, 2011; Cháneton, 2007).
Las mujeres viven en contextos violentos y de expulsión social, (Chant, 2003) y
donde ajustan sus comportamientos para poder mantener a la familia y el nivel
de consumo impuesto por el capitalismo, rozando los límites de la legalidad e
ilegalidad para la obtención de dinero.
En
las unidades carcelarias las actividades que son permitidas deben responder a
las políticas “re” (re inserción, re educación, rehabilitación) (Carballeda,
2006) son procesos de segregación social, ya que solo pueden acceder a estos
aquellos que tengan un comportamiento adecuado según lo dispuesto por el
sistema penitenciario. Estas actividades están pensadas desde una
estructuración tradicional del género. Un ejemplo claro de esto es que dentro
de la cárcel de mujeres se proponen talleres femeninos como son: tejidos,
cotillón y crochet dentro de la educación primaria y secundaria. Se educa,
forma, prepara para salir al exterior a partir de un estereotipo social,
(Preciado, 2011; Vera Palomar, 2004) donde se espera que las mujeres se queden
en el hogar, se ocupen de las labores domésticas y realicen actividades
manuales acordes a su sexo, dejando de lado lo cognitivo, lo expresivo. Estos
mecanismos limitan el derecho de las personas, ocultando y prohibiendo espacios
de expresión (Chiponi & Manchado, 2018). A diferencia de esta posición el
taller de producción de la revista “Volver a Sonreír” tenía como dimensión
ética del respeto por las identidades y la cultura de cada uno de las
participantes convirtiéndose en las protagonistas de la comunicación muchas
veces quiso ser dado de baja o se pusieron trabas cuando se daba la actividad.
El penal donde se produce la revista
“Volver a Sonreír” se encuentra adicionado a la cárcel de varones, por lo que
ediliciamente es un sector pequeño que puede alojar a 90 personas, pero durante
el transcurso de los talleres estaba sobrepoblado por lo que lo habitaban más
de 120 mujeres y 4 o 6 niños y niñas. Cuenta con 4 pabellones donde uno es de
madres que viven con infancias, hay una capilla (lugar donde se imparte
educación secundaria), un patio de juegos para los niños y espacio para tender
la ropa, dos aulas para educación primaria y talleres de manualidades, un
comedor (donde hay mesas y sillas en mal estado y un televisor anticuado) y una
habitación para visitas íntimas.
Las
protagonistas de “Volver a Sonreír”
Las mujeres que trabajan en la producción
de la revista pertenecen a clases sociales medias y bajas, la mayor parte de
ellas posee estudios secundarios inconclusos y se presentan 4 sos de
analfabetismo. Solo 7 de ellas cursan en la universidad y ninguna se acercó a
este nivel educativo antes de ingresar al dispositivo de reclusión. Previo al
encierro, trabajaron de empleadas domésticas, en la prostitución o como
manteras, y no tuvieron trabajos en blanco. La mayor parte de dichas mujeres
sufrió violencia de género (física, sexual, psicológica, obstétrica, simbólica,
económica y patrimonial) por parte de su pareja, familiar o la fuerza policial.
Estas situaciones dan cuenta a lo largo de los escritos de las revistas donde
describen sus situaciones. Para las mujeres a lo largo de las revistas otra
marginalidad que remarca que impiden su desarrollo como actores de la
comunicación es su falta de acceso al mundo del trabajo. Es narrado como una
posibilidad de acceder a una mejor calidad de vida, ya que aprenden un oficio
para poder vender cosa y mantener a su familia.
“Hago marroquinería, lo
aprendí dentro del servicio penitenciario y con lo que gano ayudo a, mis hijos
afuera y para mantenerme a mí misma. Aprendí a hacer almohadones, tapiz
(alfombras tejidas). Los materiales con los que trabajo lo compro con el
peculio ($250 pesos que se pagan por trabajar en el penal) Vender los productos
no es fácil, para las que no tenemos familia es difícil. Las cosas las sacan a
la venta unas señoras para que las puedan vender. Cuando salga afuera pienso
seguir realizando mi trabajo, quiero demostrar a mi familia lo que aprendí a
hacer”,
“Nosotras realizamos
muñecas soft, flores y cotillón. Lo aprendimos acá adentro, con el fin de
vender para poder mantener a nuestros hijos afuera, es una forma de ayudarlos a
ellos trabajando todo el día. Nos sirve mucho trabaja porque nos hace distraer
mucho, por eso trabajamos todo el día. Para vender nuestras cosas, los saca
afuera familiares y son ellos los que nos traen materiales para que podamos
seguir trabajando. Pensamos seguir haciendo esta actividad afuera para seguir
ayudando a nuestra familia.”,
“yo realizo cotillón,
muñecos, portarretratos y flores todo lo aprendí en el curso de cotillón.
Gracias a que mi familia me trae los materiales yo puedo realizar esto para
tener plata para mis nietos. Cuando salga quiero seguir haciéndolo afuera. Esto
me ayuda a despejarme a no pensar y te saca del encierro.” (Escritos de la
Edición N° 3)
Realizan marroquinería, cotillón, muñecos soft
que dan a sus familiares para que los vendan afuera de la pena, o las que no
cuentan con familia lo ponen a la venta a través del servicio penitenciario.
También remarcan del trabajo que realizan dentro del penal denominado peculio,
que consiste en realizar, limpieza en oficinas del personal penitenciario,
galerías, realizar jardinería, o trabajar en la cocina por un estipendio de
$250 mensuales para las mujeres que están penadas y $280 para quienes no lo
tienen, lo cual utilizan para comprar cosas de higiene personal. Lo narran como
una oportunidad para poder mantenerse sin molestar sus familias, pero lo ven
injusto porque solos las que tienen conducta pueden acceder y es poco el pago.
Algunas mujeres solo tienen este dinero para vivir a diario ya que no cuentan
con familiares que les brinden ayuda. Las mujeres vivieron a lo largo de su
vida proceso de desafiliación, un proceso donde se disocia al individuo de lo
social. Son sujetos vulnerables, viven en condiciones donde las oportunidades
son escasas, nacieron en situaciones donde no hay oportunidades de ejercicio
pleno de derechos humanos. Son sujetos que nacieron en hogares donde la
desafiliación y la escasez de recursos financieros, económicos restringen las
posibilidades de acceso a ciertos lugares y el acceso a los derechos humanos.
Es decir que su condición de pobres, las lleva a habitar instituciones de
castigo y encierro que violentan el ejercicio pleno de derechos humanos, ya que
tienen una doble barrera. Por un lado, la penitenciaría que restringe el acceso
a los derechos, ya que la institución que administra el castigo, lo hace bajo
lógicas que son contraria a la de la garantía de los derechos humanos. Por otro
lado, se encuentra la brecha económica que las mujeres acarreaban antes de
ingresar al penal, ya que pertenecen a sectores bajos de la sociedad salteña
que no tienen las condiciones necesarias para afrontar su situación de pobreza,
no tienen posibilidades de poder acceder a trabajos dignos. Las mujeres
aprenden costura, marroquinería y cantos religiosos mientras los varones
disponen de las maquinarias necesarias y los instructores para aprender
carpintería, herrería, plomería, electricidad y otros oficios, alejando de la
posibilidad de ser trabajadoras, donde se establezcan condiciones dignas para
realizar su labor.
El estado nacional y provincial está
ausente, incluso antes de que la mujer se convierta en infractora, porque no
hubo atención por parte del estado antes que la mujer llegue a infringir la
ley. Se trata de mujeres que vivieron desde su niñez situaciones de vulneración
de derechos humanos, habitaron sitios donde el Estado se encontraba ausente
(barrios, escuelas, centros de salud) alejándose de la posibilidad de adquirir
capacidades educativas, comunicativas y laborales para ejercer la ciudadanía.
Los
inicios de la producción
Desde el año 2017 se produce
contenidos en la revista “Volver a sonreír” dentro del penal de mujeres de la
provincia de Salta. Se convirtió en una herramienta para garantizar el derecho
a la comunicación y expresión. Las mujeres escribían poesías, experiencias de
vida, salud, realizaban juegos para poder expresar y contar su realidad a las
personas que lo desconocen. En el año 2017, por medio del programa de Políticas
Socio Educativas del Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología se abre un
Centro de actividades juveniles (CAJ) dentro de la Unidad Carcelaria Provincial
N° 4 de mujeres, donde se trabaja con talleres de Salud, apoyo escolar y
comunicación, dio como resultado la producción de una revista quincenal
titulada “Volver a Sonreír” que era repartida dentro y fuera de la cárcel de
mujeres. Los talleres se daban de forma simultánea obteniendo al final de la
jornada producciones para la revista sobre lo trabajado o sobre temas que las
mujeres querían escribir. El taller de comunicación se dictaba para las mujeres
que querían concurrir ya que era abierto a todas. La metodología del taller
consiste en proponer temáticas y pautas de la escritura periodística, para la
edición de la revista. La organización y gestión de la revista se nuclea como
una estructura del medio ya que es una unidad de producción que combina
recursos materiales y humanos para poder operar en el espacio público
garantizando el derecho a la comunicación, lo que para las mujeres implica la
posibilidad de intervenir en las discusiones públicas.
La revista “Volver a sonreír” es una
práctica de resistencia y transformación dentro de los procesos sociales
hegemónicos. Es un proceso de producción colectiva de conocimientos para
generar vinculaciones entre diversos actores, partiendo desde una posición
política que permite realizar transformaciones en la arquitectura social. La fuerza de la palabra de hacerse escuchar
desde los espacios necesarios para esa puesta en común, en donde se logren
reglas diferentes a las del poder dominante, lo que constituyen luchas por el
poder, por el poder de conquistar la palabra. Las mujeres como actores
políticos son productoras de cultura y comunicación desde la cárcel, un espacio
de vulnerabilidad y exclusión social, un derecho que le es negado
constantemente.
La revista parte de la premisa que la
comunicación es un intercambio de conocimiento que se genera por múltiples
actores por lo que es una manifestación política. La fuerza de la palabra de
hacerse escuchar desde los espacios necesarios para esa puesta en común, en
donde se logren reglas diferentes a las del poder dominante, lo que constituyen
luchas por el poder, por el poder de conquistar la palabra. Las mujeres como
actores políticos son productoras de cultura y comunicación desde la cárcel, un
espacio de vulnerabilidad y exclusión social.
Ejercer
el derecho a la comunicación
Todos los ciudadanos poseen el derecho a
la libertad de expresión, de poder expresarnos en los medios de comunicación, y
en ambientes públicos, de poder expresar nuestras ideas, cultura, costumbre y
nuestros problemas. Este derecho es la columna vertebral de la democracia, ya
que garantiza a los ciudadanos a expresar su voz, para poder garantizar sus
derechos. Es por esto que las mujeres privadas de su libertad se convierten en
actores sociales que deben ejercer su derecho humano y la revista funciona como
un espacio para escribir y potenciar su voz.
Una revista dentro de la cárcel permite
que las palabras de las mujeres privadas de su libertad salgan al viento para
que todos y todas puedan conocer sus realidades. Permite que las conozcan desde
otra óptica, desde la cotidianeidad de sus días, en sus sueños y sus anhelos.
La escritura dentro de la revista parte desde la escucha, creación y acción
colectiva para la construcción de alternativas que se transformen en aires de
libertad. Uno de los principios desde los que se parte en la revista es la
comunicación como derechos humanos, la cual se convierte dentro de contexto de
encierro en un arma fundamental para el ejercicio de los derechos humanos y el
buen vivir, donde se trabaja desde lo colectivo y el amor. Esto se visualizaba
cada vez que se repartían los ejemplares que se realizaban donde las mujeres se
sentían reconocidas por publicar y difundir sus palabras y otras mujeres que no
trabajaban en las revistas se sentían parte de lo difundido en las producciones
gráficas.
El pronunciamiento de la palabra por
parte de las mujeres privadas de libertad, permite el ejercicio del derecho a
la comunicación que lleva a la democratización ya que pueden plasmar en una
revista lo que piensa, viven teniendo la posibilidad de interactuar con otros
que son diferentes, que no comparten su condición. Permite poner en cuestión
realidades que viven cotidianamente, desnaturalizar lo que se piensa de ellas
en los medios de comunicación, confrontando y disputando el espacio público que
se les fue negado por el hecho de ser mujeres, pobres, judicializadas y
penadas.
Para poder producir así una revista
dentro de contexto de encierro es necesarios procesos integrales de gestión.
Entendiendo a la gestión como la planificación a partir de posicionamientos
políticos, diseñando ideas para concretarlas en lo social. La gestión del medio
de comunicación permitirá la reivindicación de derechos humanos en un contexto
social específico, en una organización social mediada por los actores sociales,
en este caso, las mujeres privadas de su libertad.
Las mujeres que escribían se convertían
en sujetos de producción de conocimiento y cultura, donde transmitían a sus
compañeras sobre temáticas de género y salud sexual que construyeron desde
talleres, vivencias. Era un mecanismo de reflexión entre ellas donde se
cuestionaban lo escrito por el staff de la revista. Se posicionan como actores
sociales políticos que quieren hacerse oír y poder tener acceso a los derechos
humanos.
Ser actores de la
comunicación es impedido por las múltiples marginalidades que viven estas
mujeres, desde las exigencias del patriarcado (ser madre, ocuparse del hogar,
saber cocinar, cocer, educar niños productivos para el sistema, ser bella para
el hombre entre otras exigencias) hasta las limitaciones de la institución
penitenciaria que las colocan como ausentes en lo que dure su condena y su
retorno a la libertad. Todas las marginalidades que atraviesan las convierten
en seres ausentes, en personas detenidas del tránsito en sociedad generando en
ellas otra condena. Es decir, no sólo son presas y acarrean el doble castigo:
por su pena y por no ser las mujeres que el patriarcado espera -malas mujeres
(Vera Palomar, 2004). Quedan “cautivas” (Lagarde, 2015. Pp. 629) de las
desigualdades en las relaciones de poder que definen brechas de género y las
que distinguen ciudadanos libres y ciudadanos privados de su libertad.
En la revista N° 4 una mujer privada de
su libertad dice que la revista “es un espacio para mayor comunicación (eventos,
educación, etc.). Para aprender nuevas cosas. Mayor expresión, ser escuchadas”.
Seguir mirando las diferencias entre mujeres nos lleva a la discriminación, el
racismo y a repetir modelos del patriarcado, ya que esto implica la creencia de
superioridades de uno con el otro. Por esta razón, las mujeres privadas de su
libertad cargan en sus cuerpos estigmas por el hecho de ser pobres,
desempleadas, y ser mujeres presas, por lo que son unos de los últimos
escalones en la categoría del género establecido por el patriarcado. Esto lleva
a que el acceso a los derechos está determinado por su condición de mujer y su
situación penal, estando subordinadas a hombre y otras mujeres que tienen poder
sobre sus vidas sin poder acceder a derechos humanos dentro de la prisión donde
surgió la revista “Volver a Sonreír” como una práctica de resistencia para la
violencia que resisten sus cuerpos a lo largo de su vida.
Desde esta mirada de las mujeres el
des-ordenamiento y des-centramiento de lo cultural por la globalización económica
replantea la identificación de periferia con exterioridad, es un espacio en
donde se resiste desde dentro lo nuestro, en el espacio de lo nacional y lo
local, donde la cultura se mundializa. Es un lugar donde se posicionan como
actoras de la comunicación, en contexto de violencia. Otra mujer dice que es
necesario resistir desde la producción de la revista,
Porque hay gente que
piensa o tiene una impresión que las personas que están en una cárcel somos lo
peor y no es así somos personas y cometimos errores y estamos arrepentidos
tenemos corazón sufrimos por no ver a nuestra familia hijos como hay personas
que no tienen familia. La gente que nos ves de afuera solito en impresión al
ver una persona reposada quiero que sepa que no es así no se puede juzgar a
alguien sin conocer. (Escrito de revista N° 4)
La experiencia busca romper con la fuerte
violencia institucionalizada en la que se encuentran sumergidas, la experiencia
propone el sentirse mejor, el compartir, el abrirse y expresarse, utilizando la
palabra, la creatividad y la imaginación. Es entonces aparecen como un espacio
en donde pueden tomar la palabra, y hacerse escuchar complejizándose en el
relato de su historia, sus anhelos, la existencia de otras formas aprender, de
alimentar una buena convivencia, de preguntar, tener respuestas.
Es un lugar de lucha
por medio del derecho a la comunicación a las estructuras de poder a las que
están sujetas por su condición de mujer detenida. Donde las mujeres se
posicionan como actores de la comunicación, como quienes pronuncian la palabra.
“Las conquistas en derechos humanos producto de las luchas populares son
posibles gracias a la participación de quienes reconocen en sus condiciones de
vida circunstancias indignas y se organizan y movilizan para superarlas, para
transformar su realidad y lograr que sus reivindicaciones inspiren a otras y
otros en sus luchas” (Gándara &. Gonzales p. 73).
La revista empieza a gestarse por una
idea de un grupo de mujeres privadas de su libertad y se concreta gracias al
taller de comunicación. La producción se realiza en tiempos del taller donde
las mujeres escriben sobre sus historias en diversos formatos como son las
poesías, nota de opinión, cartas, entrevistas. Sus palabras son narradas desde
ellas siendo participes del campo público, son actoras de la comunicación donde
se posicionan desde su mirada y sus lógicas, siendo ellas mismas quienes narran
sus historias, dejando de lado lo que los medios hablan.
En los talleres de escritura se generan
rondas de diálogo donde cada mujer propone temáticas, se las debate, se habla
sobre sus propias vivencias y cada una decide qué y cómo escribirlo. Se pone en
común saberes cotidianos, visibilizando de este modo los lugares y
temporalidades de donde cada mujer proviene. La producción gráfica a diferencia
de los medios convencionales, se genera en el patio del penal en medio de toda
la población carcelaria, donde se acercan las mujeres que quieren trabajar en
la revista, también aquellas que se pueden acercar ya que hay actividades
delimitadas por el servicio penitenciario que determinan que mujer puede o no
participar ese día.
No se escribe en un lugar convencional
porque muchas veces no hay una mesa en la que podamos trabajar. Siempre nos
acompaña las múltiples músicas del resto de mujeres del penal, los gritos de
guardias y charla entre compañeras. Es un espacio complejo donde producir
contenidos se hace solo con lápiz y papel, sin posibilidad de acceder a fuentes
de diarios, libros o de internet, debido a las normas existentes dentro de la
cárcel que prohíbe la entrada de estos elementos ya que considera que atentan
contra la seguridad del lugar.
En estas condiciones las mujeres rompen
con la manera de hacer periodismo bastardo, se narran historias, se cuenta a
través de relatos, una nueva manera y estética de contar la realidad utilizada
por el nuevo periodismo. Podemos decir que las mujeres producen en base del
Stotytelling, cuentan lo que sucede en su cotidianeidad marcando buenas y malas
noticias que responden al propio interés del grupo. Un claro ejemplo de esto es
la nota titulada “mi primer día en el penal”
Mi primer día en este
penal fue horrible, yo tenía 18 años, no tenía conocimiento de este mundo
“tumbero" lo admito tuve mucho miedo hasta temible hoy es gracioso ya
pasaron 7 años y no tengo miedo a pesar de que pasé muchas cosas, conocí
cualquier tipo de gente de todo carácter y forma de ser gente de todo carácter
y forma de ser, gente que se atraviesa en el camino para ser cruel o dulce. Las
personas olvidan su esencia, lo que son o lo que fueron. Este sistema enloquece
o cambia lo que estoy muy segura es que no soy la misma que antes. Flor
(revista N° 4)
Relatan un suceso de su vida donde lo
político, la violencia institucional esta imbricada. Utiliza el relato de
sentimientos, la narración de hechos y consideraciones personales. La escritura
no responde con los formatos periodísticos establecidos, pero da a conocer una
realidad que muchas de las privadas de su libertad vivieron. Pone en conflicto
una situación desconocida para los otros, relatando desde su propia vivencia.
También se utiliza el formato de poesía,
donde lo sentimental y los procesos de reconocimiento llevan a poner en escena
una problemática social que muchas de ellas vivieron, generando una denuncia de
la violencia patriarcal que vive en sus cuerpos.
La escritura de la
revista es un medio para ejercer el derecho a la comunicación que es una
herramienta legal, un derecho que los ciudadanos tienen para poder hacer
escuchar sus problemas, ya que, en los medios de comunicación, y en agendas
públicas están invisibilizados, generalmente estos temas necesitan una urgente
solución por parte del estado. “Al ser privados de la palabra, al no tener el derecho
a expresarse libremente, ya no serán percibidos como interlocutores (sujetos de
derecho) sino como entes extraños, peligrosos y, por añadidura, enemigos del
estado y la sociedad (objetos de sospecha, de vigilancia)” (Rodríguez, 2013).
Es decir que, al quitarles el derecho a expresarse, (derecho garantizado por la
ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Nº 26.522), los ciudadanos cuentan
con esta herramienta legal para poder hacer oír su voz en el espacio público.
La única manera de hacerse oír es llamar la atención de los periodistas a
produciendo lo que Rodríguez denomina “Sensación” debido a que los medios de
comunicación se manejan mediante una lógica sensacionalista, donde el morbo y
la violencia ocupan las primeras planas, ya que es lo que genera ganancias y da
rentabilidad al medio de comunicación.
La escritura de una
revista dentro del contexto de privación de libertad permite romper con la
lógica que se vive de restricciones que se establecen dentro de las cárceles,
donde se busca silenciar e individualizar a los sujetos. De esta manera se
produce la afasia cívica definida por Rodríguez como el proceso de
“desciudadanización” donde quienes se encuentran privados de su libertad no
pueden ejercer sus derechos por disposiciones de poder dentro de las
instituciones carcelarias que se potencia en la división de género. Las mujeres
deben cumplir con parámetros de comportamiento propios del patriarcado
impidiendo que potencien sus voces.
Las revistas producidas por las mujeres
privadas de su libertad titulada “Volver a Sonreír” produce textos fronterizos
como lo plantea Rossana Reguillo (2000). En donde se instauran como forma de
relato para contar aquello que no quieres que se cuente dentro de los contextos
de privación de libertad sobre todo donde se deja encerrar en los marcos
asépticos del género. Escribir y publicar la revista es poner como propone
Reguillo “dar cuenta de los silencios” para poder volver visible lo que queda
oculto en la sociedad para abrir de este modo dar la apertura a la complejidad.
La gestión integral de un medio de comunicación
grafico que permita potenciar la palabra de las mujeres de su libertad,
funcionando como un instrumento que garantice su derecho humano fundamental
dentro de un espacio de vulnerabilidad humana. La revista “Volver a Sonreír” es
un medio de comunicación que propone la pluralidad de voces, en donde las
mujeres puedan expresar su palabra y sus historias, sus sentimientos sin que
existan restricciones. Se busca que las mujeres sean gestoras del medio de
comunicación siendo las actoras principales en la producción de contenidos y
armado del producto comunicacional.
En los talleres se tiene en cuenta las múltiples
identidades que atraviesan a las mujeres privadas de su libertad, más allá de
nuestras experiencias personales. Debemos decir, a pesar de la incomodidad que
genera, que a diferencia de ellas pertenecemos a otras jerarquías, tenemos
privilegios por ser mujeres universitarias y no encontrarnos presas. Sobre sus
cuerpos operan estructuras de dominación, que se potencian por el hecho de
encontrarse presas, profundizando los cautiverios sociales que vivimos en la
sociedad por ser mujeres.
Ellas cargan con prejuicios impuestos a través
de los medios de comunicación y las instituciones sociales como la escuela, el
sistema de salud y la cultura donde se las cataloga como malas mujeres por no
cumplir con las pautas establecidas por el patriarcado de cómo ser mujer, cómo
ser madre y cuidadora. Por esto, requerimos de la interseccionalidad para
contrarrestar estas tendencias y ver la complejidad de la vida de las mujeres
privadas de su libertad, poniendo en foco los derechos humanos, incluyendo la
dimensión estructural y las interacciones dinámicas que se presentan en los
contextos de encierro.
Producción de contenidos en contextos de
encierro
La organización y
gestión de la revista se nuclea como una organización de medio ya que es una
unidad de producción que combina recursos materiales y humanos para poder
operar en el espacio público garantizando el derecho a la comunicación, lo que
para las mujeres implica la posibilidad de intervenir en las discusiones
públicas.
La organización que la gestiona la
revista, las mujeres nucleadas en como denominan “plurirancho” tiene en cuenta
que los medios comunicacionales, tienen elementos sociales y económicos,
simbólicos, políticos y socioculturales que la diferencia con el resto de las
organizaciones, por lo que la gestión de medio de comunicación debe ser
integral, transdisciplinar y participativa.
Afirmamos que el “Plurirancho” es la
organización dedicada a gestionar el medio de comunicación ya que, “La
planificación y ejecución de tareas, asume diversas funciones, coordina y
ejecuta una serie de recursos y operaciones de producción técnicas y de
contenidos. Es decir que parte central del proceso de gestión radica en la
planificación y coordinación integral del proceso” (Marino & Villamayor,
2011. Pp. 11). De este modo los contenidos serán fruto de la creatividad humana
que va a estar emparentada con la definición de medio que tiene cada uno.
Arrese afirma que los medios son bienes culturales, simbólicos que forman parte
de las industrias culturales. Estos están imbricados al valor económico y
sociocultural que van a constituir parte del patrimonio cultural de una
sociedad, lo que llevan a que influyan en la conformación de la identidad.
(Arrese, 2004) Es por lo que las producciones de la revista están relacionadas
el contexto carcelario en donde se alojan y hablan desde su universo vocabular
y temático, dándole mayor importancia a temáticas, estableciendo temas
centrales que ayuden a dejar de lado la estigmatización que la sociedad les
puso por ser mujeres y estar privadas de su libertad.
Conclusión
La producción de “Volver
a Sonreír” logra una comunicación horizontal, donde la prioridad son las
necesidades y demandas de cada una de las mujeres privadas de su libertad. Son
procesos de apropiación de medios –la revista- y contenidos, para poder
analizar su realidad social, el encierro, las causas de su privación de
libertad, su familia, su situación económica, las adicciones, el sistema
penitenciario entre otras grandes temáticas. Permite un lugar de encuentro con
la otra, donde cada una puede reconocerse a sí mismo como un actor social.
Permite que las mujeres privadas de su libertad expresen su voz, la que es
silenciada.
El pronunciamiento de la palabra por
parte de las mujeres privadas de libertad, permite el ejercicio del derecho a
la comunicación ya que pueden plasmar en una revista lo que piensa, viven
teniendo la posibilidad de interactuar con otros que son diferentes, que no
comparten su condición. Permite poner en cuestión realidades que viven
cotidianamente, desnaturalizar lo que se piensa de ellas en los medios de
comunicación, confrontando y disputando el espacio público que se les fue
negado por el hecho de ser mujeres, pobres, judicializadas y penadas.
La construcción de “Volver a Sonreír” implica poner en puja el
poder, ya que, al momento de tomar la palabra, existen formas de decir o
silenciar y la capacidad de transformar, implica cambiar las lógicas del poder
dentro del sistema carcelario como en la sociedad. Permite poner en circulación
temas e informaciones disidentes que los medios de comunicación hegemónicos
niegan o disfrazan porque contradicen a sus intereses. “En ese sentido, creo
que la comunicación popular debe disputar a los medios de comunicación
hegemónicos lo que me gusta llamar el trazado del mapa de la ciudadanía” (Mata,
2011, p. 20). Las mujeres que escriben la revista, trabajan de manera colectiva
temáticas que necesitaban expresar. Es por lo que se produjo contenido acerca
de la vida precaria dentro de la cárcel, el trabajo, los hijos, las madres, la
violencia de género, los hombres, el amor, la tolerancia, el respeto y la
otredad. Como ya mencionamos, ellas elegían las temáticas que le inquietan,
para poder contarle a quienes las leen afuera como es su realidad y
desmitificar las ideas que rondan en los medios de comunicación sobre la vida
dentro de la cárcel.
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[1] Hablar de las cárceles es referenciar instituciones de muros y de
seguridad que encierra peligrosos delincuentes, siempre varones. Y si la cárcel
desde sus inicios ha sido pensada para hombres, las mujeres que delinquen son
consideradas una anormalidad social,
puesto que escapa a los cánones impuestos –de género y sociales-. Esas almas torcidas y mal enseñadas deben ser
corregidas por la iglesia. La orden de las Hermanas del Buen Pastor, por mucho
tiempo se han encargado de corregirlas y
desde una moralidad religiosa reeducarlas para ser mujeres de bien. Aproximadamente hace 50 años en Salta la gestión de las mujeres presas ha
cambiado de manos y actualmente depende del Servicio Penitenciario de la
Provincia.